Arte que rompe fronteras (mentales) entre ricos y pobres

Koch Festival, una semana de arte urbano se apodera del espacio público
y democratiza uno de los barrios más pobres de Nairobi

Korogocho es un asentamiento informal keniano, un barrio chabolista de más de cuarenta años que está en el punto de mira de urbanistas e instituciones dedicadas a la protección de los derechos de los ciudadanos más pobres. Situado a unos diez kilómetros del centro de Nairobi, habitan en él unas 60.000 personas. Su historia es, como tantas otras, un relato sobre residentes pobres que han sido desalojados forzosamente de otros slums de la ciudad y se han acabado hacinando en un barrio que nació de personas que reciclaban basura del vertedero de Dandora, uno de los más grandes de todo el mundo.

A pesar de que sus residentes son dependientes en su mayoría de la economía sumergida, con rentas muy bajas e inseguridad en sus calles, sus habitantes celebran cada año una semana que fomenta su capacidad para cambiar el barrio y transformarlo de forma positiva: el Koch Festival. La idea principal es conectar la calle con la vida de sus vecinos y acercar los vecinos ricos de la ciudad a la vida de los vecinos más pobres, para sensibilizarlos y generar dinámicas de participación mútua. Durante una semana, las calles experimentan una mayor democracia y el espacio público se convierte en plataforma para el desarrollo social y económico de sus vecinos. Con todo, el Koch Festival es un actividad que promueve el método Placemaking.

Organizado por Hoperaisers (traducible como ‘movilizadores de esperanza‘), un colectivo de skaters muy conocidos en Nairobi, la actual edición movilizó a centenares de jóvenes de Korogocho y de otros barrios de la capital para que del 10 al 16 de Agosto se involucraran en distintas actividades en la calle. ¿Los objetivos?

  • Construir la identidad del barrio.
  • Revitalizar la comunidad.
  • Empoderar a la juventud a través del arte.
  • Generar un sentido de pertenencia común para Korogocho a partir de la participación de cada individuo en actividades artísticas.
  • Y romper fronteras, sobre todo, mentales, entre barrios ricos y pobres.
'Los niños son el FUTURO', uno de los grafitis del Koch Festival 2015. Imagen de OLET, @visualxolet en Instagram.

‘Los niños son el FUTURO’, uno de los grafitis del Koch Festival 2015. Imagen de OLET, @visualxolet en Instagram.

Una de las actividades más visibles se organizó alrededor de murales en paredes parlantes o ‘Talking Wall Mural’, que reunió a unos veinte grafiteros de la ciudad para decorar las paredes de dos calles de Korogocho. “Seis grafiteros profesionales, junto a varios artistas que se han formado en Pawa254 y otros muchachos de Korogocho con los que hacemos talleres de arte urbano cada tres meses, estuvimos pintando de arriba a abajo las dos calles principales del barrio”, nos cuenta Kerosh, grafitero cuyo estudio se encuentra en Pawa254 y que forma parte del colectivo Hoperaisers desde 2012.

Con el apoyo de Baco Paints, y en colaboración con Spray for Change (o Spray para la Tranformación), el Koch Festival ha podido pintar por sexto año consecutivo las calles del barrio. «Este año el festival ha tenido la participación de la oenegé Arquitectos Sin Fronteras y de Pawa254 para algunos de los talleres. Pero el tiempo que los artistas han dedicado de forma voluntaria a pintar Korogocho ha sido muy agradecido por la comunidad. Es un trabajo que no se puede remunerar pero que tiene muchísimo sentido para los residentes», afirma Kerosh.

«No se trata del arte en sí sino de lo que se consigue a través del arte. Conseguir que artistas de los barrios altos de Nairobi pinten junto a jóvenes artistas de los barrios más pobres durante una semana, es conseguir algo que está muy por encima del arte. Es crear dinámicas de acercamiento social que trascienden las fronteras geográficas, psicológicas o artísticas. Se desmontan un montón de estereotipos y prejuicios hacia ambos lados. Se plantan semillas para mejorar la vida en la ciudad en su global».

Pero no solo el grafiti se apoderó de Korogocho para transformar sus calles y su espacio público en pro de mejorar las vidas de sus residentes.  Debates sobre cómo generar dinero a partir del arte o como recaudar derechos de autor, sesiones de hip hop y recitales de palabra hablada o diferentes actividades deportivas en las calles, amenizaron una semana de sus habitantes.

Otra de las actividades destacadas fue una simbólica caminata junto a los residentes del barrio de clase media-alta de Kilimani hasta el barrio humilde de Korogocho bajo el rótulo de ‘Different Communities, One People’ (o Distintas Comunidades, Un Pueblo). «Que trescientas personas de barrios ricos como Kilimani anden catorce kilómetros para encontrarse con los residentes de un barrio pobre como Korogocho, es un éxito de por sí. Las conversaciones que se crearon entre los diferentes viandantes y el intercambio de opiniones entre mujeres, por ejemplo, de mediana edad y clase alta, con chicas jóvenes de bajos ingresos, fueron muy interesantes. En realidad, tanto unos como otros se dieron cuenta de que tienen más en común de lo que creen», nos cuenta Kerosh evaluando el impacto positivo de las actividades del festival para la vida en Nairobi.

En el teatro Mageuzi, dentro de Pawa254, la oenegé sueca Arquitectos Sin Fronteras contribuyó en un debate sobre el espacio público y la democracia, centrándose en cómo los urbanistas y arquitectos pueden colaborar con los trabajadores culturales con el fin de crear espacios públicos seguros, vibrantes y democráticos. Bajo el rótulo de “arte, espacio público y democracia”, un grupo de urbanistas, trabajadores culturales, artistas, arquitectos y empresarios sociales compartieron sus experiencias para debatir sobre el espacio público. En un foro que pretendía unir el máximo de voces posibles para discutir alrededor de la idea del arte y las expresiones culturales como transformadoras del espacio público, la planificación urbana y la cultura se convirtieron en el eje de debate. La conclusión fue unánime: las artes y actividades culturales pueden contribuir a crear mejores espacios para la convivencia en las ciudades.

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Investiga y escribe sobre ciudades africanas, derechos humanos y música. Le mueve la creatividad con la que construye futuro la juventud africana en contextos urbanos, especialmente en África del Este. Sus campos de trabajo son el periodismo escrito y radiofónico, la investigación o la gestión cultural. Cofundadora de Wiriko y coordinadora de Seres Urbanos (EL PAÍS), actúa como consultora independiente para entidades del tercer sector y actualmente, es Técnica de Cooperación Internacional en el Ayuntamiento de Girona. Licenciada en Filosofía (UB), posgraduada en Estudios Africanos y Desarrollo (UPF) y máster en Culturas y Desarrollo en África Subsahariana (URV).
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  1. […] del elenco de profesionales de Sarakasi Trust; el cantante y compositor Makadem; el grafitero Kerosh, implicado en la transformación social de los barrios más pobres de Nairobi a través del arte; y con la ayuda inestimable del realizador y animador keniano […]

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