S.O.S. La danza contemporánea senegalesa en peligro

El reconocido festival Duo Solo Danse, que debe celebrar su 10ª edición, peligra por falta de fondos como ocurre con otro referente de la danza contemporánea: L’Ecole des Sables de Germaine Acogny

A comienzos de este año 2017, la conocida como «madre de la danza africana contemporánea», Germaine Acogny, lanzaba un grito desesperado para salvar L’Ecole des Sables, institución que ha educado, inspirado, animado y reunido bailarines y coreógrafos de toda África y de todo el mundo en el pequeño pueblo senegalés de Toubab Dialaw.

L’Ecole des Sables en Toubab Dialaw (sur de Dakar)

Artistas y agentes culturales del continente se preguntaban cómo podía ser que este lugar histórico, creado por la Germaine Acogny de la escuela Mudra Afrique y que ha a sus 73 años sigue siendo una verdadera embajadora de la danza y cultura africana en todo el mundo, estuviese en peligro por falta de fondos. Durante sus 20 años de existencia, este Centro Internacional de Danzas tradicionales y contemporáneas ha sobrevivido gracias a subvenciones de instituciones extranjeras lo que le ha permitido ofrecer formaciones gratuitas a bailarines africanos realizando una impagable labor de profesionalización del sector. Pero las ayudas estatales siempre han sido una promesa en el horizonte, incluso  en el Año de la Cultura decretado por el presidente senegalés Macky Sall.

«Las autoridades senegalesas son sensibles al trabajo que hacemos no solo como embajadores de nuestra cultura al extranjero sino también como actores económicos en el país –la escuela da trabajo a un centenar de personas en el pueblo- y en la promoción del turismo cultural, pero esto no tiene una correspondencia económica», explica Patrick Acogny, Director general y artístico de L’École des Sables.

Hoy, a finales de este fatídico 2017 el sector vuelve a pasar por una situación difícil. Al otro extremo del país, en Saint Louis, el consolidado Festival Duo Solo Danse, sufre problemas de financiación para sacar adelante la edición de su décimo aniversario, lo que ha obligado a movilizar amistades y simpatizantes a través de una campaña de micromecenazgo de 7.600 euros que pueda salvar el evento.

Cartel de la 10a edición del festival 2018

En sus nueve ediciones anteriores, el festival ideado por el bailarín Alioune Diagne y ejecutado por el equipo de la Compagnia Diagn’art, ha conseguido no solo reunir en un mismo escenario a artistas reconocidos del continente, sino ofrecer una plataforma a nuevos talentos que pueden recibir master class e intercambiar con figuras consolidadas a nivel internacional.

Cada tarde después de comer artistas y público interesado se reúnen en el mítico barco Bou el Mogdad para debatir, alrededor de un ataya (té que se toma tradicionalmente en Senegal) sobre las particularidades tanto técnicas y artísticas como filosóficas de las piezas representadas el día anterior.

El pasaje de Nora Chipaumire (Zimbawe), Salia Sanou (Burkina Faso), Panaibra Canda  (Mozambique), Marcel Gbeffa (Benin) o Aida Colmenero (España) son algunos de los momentos fuertes del histórico del festival, que en 2015 acogió los encuentros coreográficos de la plataforma regional Danse, l’Africa Danse!, un programa de acompañamiento a la creación juvenil en África del Oeste.

Sesión de debate entre publico y artistas en el Duo Solo. Ruth Roukema

«Desgraciadamente, un festival de este tipo no puede vivir sin subvenciones. Aunque tenemos muchos sponsors y socios que nos ofrecen servicios gratuitamente, lo que nos ayuda mucho, siempre se necesita un dinero en metálico para pagar vuelos y retribuir aunque sea simbólicamente a las compañías», explican desde la organización.

Aprender a amar la danza contemporánea

Uno de los objetivos que persigue el festival es el de crear un nuevo público interesado en la danza contemporánea, y para ello la estrategia es entrar en los barrios en su búsqueda. A través de la actividad Cours Parcours (juego de palabras que significa paseo por los patios o de patio a patio) los vecinos de los barrios periféricos de Saint Louis reciben a los bailarines del Festival en escenarios inimaginables interpretando piezas que normalmente apelan a la interacción con el espectador. La organización estima que más de 20.000 personas participan cada año en alguna de las actividades del festival.

Espectáculo de calle en el Duo Solo. Elise Fitte-Duval

«La danza contemporánea conlleva un trabajo de educación del público para que la aprecie y entienda que no está en contradicción con la tradición, como muchos pueden pensar», opina Patrick Acogny.

«Los jóvenes de hoy en día tienen ganas de crear según su identidad múltiple, que bebe de fuentes tradicionales pero que se conjuga con la cultura urbana, moderna, ciudadana, y por eso se reconocen en estos estilos», dice Maaike Cotterink, directora general del Duo Solo, «pero tienen que conocerlos».

Con este objetivo, este año el Duo Solo Danse también pondrá el acento en el público joven, con un programa en diez escuelas primarias de la ciudad durante los días del festival.

«Hemos conseguido que se espere el festival, no solo un público elitista culturalmente, sino también los jóvenes de la calle, la gente de los barrios», explica Cotterink.

Creer en el arte como factor de cambio social

No cabe duda de que el arte es un factor de cambio social, y en este sentido la labor de estas dos instituciones de promoción de la danza han jugado su rol.

«El Festival nos ha permitido reagrupar a muchos jóvenes que se encontraban sin trabajo, sin formación, y nos ha permitido acompañarlos y ofrecerles posibilidades de formarse y visitar otros países, de encontrar a otra gente y sobre todo tener una ocupación», dice Alioune Diagne.

Alioune Diagne, director del Duo Solo, en escena. Elise Fitte Duval 2015

En el plano nacional, el Festival Duo Solo ha contribuido a hacer la ciudad de Saint Louis más atractiva para residentes y visitantes, visibilizando el potencial artístico de la juventud senegalesa e impulsando a la profesionalización del sector. Además, ha forjado la sede del festival como un dinámico centro cultural, conocido como Le Chatêau (El Castillo), que desde 2015 trabaja durante todo el año en la promoción de los géneros artísticos urbanos.

«Los artistas pueden encarnar la posibilidad de que un cambio es posible», sentencia Ruth Roukema, productora del Festival de Saint Louis.

Por su parte, en los 20 años de andadura L’Ecole des Sables, Patrick Acogny señala que los mayores cambios que ha visto en el sector son en relación al incremento de la participación de las mujeres como creadoras, «ya no ven el casarse o tener hijos como un obsctáculo a su desarrollo artístico y profesional» y también sobre la aceptación del oficio de bailarín por parte de la sociedad.

En el ámbito institucional, Acogny señala como indicador favorable de la evolución del sector la promesa de creación de un Fondo para el Desarrollo de la Danza para 2018, al imagen del FOPICA en el ámbito del cine, que apoyará a estructuras y creadores.

Apertura de la 8a edición del festival Duo Solo Danse en El Centro cultural Le Chateau. Elise Fitte-Duval

Mientras no llega, ambas estructuras siguen imaginando cómo diversificar ingresos, abriéndose no solo al profesional sino también al gran público, por ejemplo, o contemplando realimentar sus actividades con otras de divulgación, promoción o  comerciales que puedan generar ingresos etc. Pero siempre llevando por bandera su activismo por una cultura de la danza africana de calidad, profesional y de libre acceso al público.

Para contribuir:

Festival Duo Solo Danse: https://onepercentclub.com/en/projects/festival-duo-solo-danse-10/

L’Ecole des Sables: http://ecoledessables.org

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Laura Feal

licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Santiago de Compostela. Desde 2006 ha trabajado en diversos países de África como Argelia, Malí, Namibia, Mozambique, Mauritania o Senegal con diferentes ONGDs (Cideal, Habitafrica, Alianza por la Solidaridad) y agencias de cooperación en temas de género, migraciones y seguridad alimentaria. Actualmente vive en Saint Louis (Senegal) donde coordina las actividades de la asociación local Hahatay, sonrisas de Gandiol. Se considera una “eterna estudiante y amante del pulso de la vida africana y de sus gentes”.