Los hipsters «lo petan» en África

Año 2016. Es sábado y en un bar de Maputo suenan los sudafricanos Mafikizolo desde un iPod de última generación. Una pareja se acerca a la barra y pide dos cafés. «¿De Etiopía, de Kénia o de Malaui?», pregunta la camarera. «¿Nos lo traes a la terraza, por favor?», piden los jóvenes antes de sentarse delante de la pequeña feria de artesanía y ropa instalada en el magnífico jardín de la cafetería. Una docena de niños y niñas corretean y juegan en la arena y los columpios mientras sus padres se socializan, compran, trabajan con sus ordenadores portátiles o saborean una Laurentina (cerveza mozambicana) fresca. Tirantes, barbas, peinados, boinas, pendientes, gafas de pasta, calcetines de colores, faldas y vestidos de estampados africanos y estilo vintage compiten a ver quién es el/la más cool.

Mismo día del mismo año: la escena se repite de manera muy similar en Nairobi. También en Accra. En Luanda. En Dakar. En Lagos. En Kinshasa… Y es que la moda hipster, un arquetipo demodé según los expertos en últimas tendencias en Occidente, arrasa en las principales ciudades africanas.

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La tribu hipster: radiografía de un fenómeno social urbano en África

Aparentemente bohemia y alternativa, una tribu de africanos modernos, urbanos y de clase media (aunque no necesariamente lo han sido siempre) puebla clubs, centros comerciales, festivales y eventos culturales que se producen en las ciudades del continente. Inconformista, esta tribu de jóvenes de entre 20 y 40 años son nostálgicos del África retro pero suficientemente contemporáneos como para hacer honra del individualismo de la era capitalista que les ha tocado vivir. Se sienten diferentes, especiales, por encima de la gran mayoría. Y en las colas de festivales cuyas entradas solo puede pagar la clase adinerada, se huele cierto narcisismo entre sus miembros.

El estilista ghanés Daniel Quist (conduciendo la scooter) y el pionero de la moda DJ Evans Mireku Kissi - más conocido como Steloo-, por las calles de Accra. and Kissi go for a spin around Accra, much to the surprise of some onlookers

El estilista ghanés Daniel Quist (conduciendo la scooter) y el pionero de la moda DJ Evans Mireku Kissi – más conocido como Steloo-, por las calles de Accra. Imagen de Reuters.

Se saben élite y están orgullosos de representar el tan aclamado Africa Rising. Y además han desarrollado un sentido de identidad urbanita que les confiesa amantes de sus ciudades. El «I Love NY» se traduce en «I love Jo’burg» (para Johannesburg) o «I love NRB» (para Nairobi) en camisetas y pegatinas enganchadas en MacBooks. Cosa que retroalimenta la construcción de ciudades-marca en África sin integrar a sus ciudadanos en el diseño o la construcción de dichas ciudades. Seguramente los hipsters africanos sean figuras de márketing publicitario excelentes. ¿Qué vende más al turismo y la inversión extranjera que mostrar una ciudad repleta de festivales, cafeterías y zonas de ocio pobladas por gente joven y guay? Además, como buenos urbanitas, repudian lo rural por ser demasiado vulgar para ellos y se sienten más conectados con lo global, viajando a otras ciudades antes que disfrutando de la naturaleza con la que cuente su país, a no ser que sea playa y puedan lucir sus cuerpos.

Algunos de ellos tejen discursos progresistas en tertulias nocturnas entre semana. Sin embargo, sus quehaceres son apolíticos por naturaleza y a menudo los debates giran en torno al último capítulo de la serie de HBO de moda o en criticar a activistas sociales de su misma urbe. En definitiva, practican nada más y nada menos que lo que se viene conociendo como postureo.

A medio camino entre protointelectuales que beben de los novelistas africanos más Pop y yuppies o esnobs (éticamente hablando), los hipsters de África suelen sentirse cómodos bajo el término acuñado por la escritora Taiye Selasie: Afropolita (nunca libre de críticas). Utilizan las redes sociales y las apps como principales compañeras de viaje, y se pasan el día twitteando ideas ingeniosas bajo hashtags como #IfAfricaWasaBar o #TheAfricaTheMediaNeverShowsYou (junto a otros no-hipsters a menudo más ingeniosos, críticos y socialmente comprometidos que ellos). Tampoco se olvidan de colgar selfies en su cuenta de Instagram. Objetivo: mostrarle al mundo por qué los jóvenes como ellos (guapos y exitosos) están orgullosos de quedarse en África y son felices no teniendo que migrar hacia otros puntos del Planeta. Ellos son África (también).

Afro-hipsters, Música y Cine: 

En enero de 2016, el americano de ascendencia nigeriana Alex Boye, lanzó su videoclip «African Hipster», junto a la cantante Taylor Swift, a modo de tributo a sus fans africanos y como muestra de orgullo a sus raíces. La letra habla de algunos de los africanos más influyentes – Mandela, Fela Kuti, Idris Elba…-, insinúa que afroamericanos como Morgan Freeman o Barack Obama son también iconos de los hipsters africanos y cita comidas locales como el Fufu, bailes como el Azonto y enaltece a las estrellas cinematográficas de Nollywood.

El cine no ha tardado en hacerse eco del movimiento Afro-hipster como moda urbana representativa de una generación. La sudafricana Sara Blecher (Otelo Burning) se ha querido sumergir en Yeoville, un suburbio de Johannesburgo compuesto por sudafricanos multiculturales y emigrantes de todo el continente, para narrar una historia de superación personal en un contexto que refleja la lucha de géneros. Ayanda (2015), es la historia de una hipster veinteañera y creativa que se introduce en un «mundo de hombres» para restaurar coches de época.

 

Conclusión: 

La dificultad de definir lo que es ser hipster en Estados Unidos o Europa se traduce en África con la misma indefinición. Si bien el matiz contracultural con el que nació el término en los años 50 parece subyacer en el «hipsterismo» africano con el afán de liberarse de los estereotipos (pobreza, epidemias, falta de oportunidades,…) el tono burgués, consumista y globalizador tiene una fuerza indiscutible en el movimiento que encontramos en las urbes del Sur del Sáhara. Hijos, tanto como víctimas, del mercado global reflejado en su ropa y complementos, los hipsters africanos no son muy diferentes de los hipsters europeos o americanos. Sin embargo, mientras en Barcelona o Bogotá el movimiento es odiado por muchos, en Ciudad del Cabo o Kigali parece representar un perfecto bálsamo sedante para los jóvenes.

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Investiga y escribe sobre ciudades africanas, derechos humanos y música. Le mueve la creatividad con la que construye futuro la juventud africana en contextos urbanos, especialmente en África del Este. Sus campos de trabajo son el periodismo escrito y radiofónico, la investigación o la gestión cultural. Cofundadora de Wiriko y coordinadora de Seres Urbanos (EL PAÍS), actúa como consultora independiente para entidades del tercer sector y actualmente, es Técnica de Cooperación Internacional en el Ayuntamiento de Girona. Licenciada en Filosofía (UB), posgraduada en Estudios Africanos y Desarrollo (UPF) y máster en Culturas y Desarrollo en África Subsahariana (URV).
3 comentarios
  1. Daniel U. Dice:

    Hipsterismo o simplemente burguesía urbanita. Estética occidental, moda elitista que en efecto rompe con los estereotipos africanos pero que es fruto de la globalización, de aquellos que abrazan el capitalismo en medida porque pueden.

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