Oussouye, arena de lucha femenina

Lucha senegalesa en Dakar. Foto: Vanessa Anaya

Lucha senegalesa en Dakar. Foto: Vanessa Anaya

El Mundial de Fútbol celebrado en Sudáfrica en 2010 o la reciente Copa Africana de Fútbol, son algunas evidencias más de la capacidad de movilización social que tiene este deporte en África (y en gran parte del mundo) . Aunque si damos un salto y nos vamos a África Occidental, concretamente a Senegal, el fútbol encuentra un oponente claro: el laamb o la lutte senegalesse. O más bien, se podría llegar a decir que entre los senegaleses la lucha arrasa y deja de lado al supuesto deporte rey.

Hoy en día la lucha senegalesa se ha convertido en el deporte más rentable del país, siendo una salida para muchos jóvenes sin empleo o que provienen de las zonas más pobres del país. Supone una manera relativamente fácil de ganarse la vida, sobre todo para los que triunfan en el mundo de la lucha ya que se pueden llegar a embolsar miles de euros en un solo encuentro. Ello es debido a su gran popularidad entre los senegalesas, y su repercusión en los medios lo que provoca un claro aumento en publicidad alrededor de las luchas y sus protagonistas.

Pero sus orígenes son más lejanos que este boom actual. En la época pre-colonial las etnias sérer (Delta del Siné- Saloum) y joola (Cassamance) lo  practicaban para celebrar el fin de la recolección o para dar suerte en la próxima, para impresionar a las posibles futuras mujeres o como demostración de fuerza. Era, además, la danza (bàkk) que acompañaba los sonidos del tam-tam que el griot tocaba en esas mismas celebraciones.

Hoy en día ha trascendido las celebraciones comunitarias para pasar a formar parte del ocio urbano de los mas grandes estadios de Dakar. Los dakarois esperan con impaciencia la llegada del domingo para ir al estadio a animar a su luchador, que se entregará totalmente a su público. Una vez metidos en “arena” las reglas son claras: el primero que apoye sus cuatro extremidades en el suelo, que apoye la espalda o se salga del perímetro delimitado por los sacos de arena, perderá.

Pero ser luchador (mbeurkatt) no es sólo una cuestión física (¡que lo es!), sino mística. Los marabouts les acompañarán durante la lucha para alejarles de la mala suerte mediante una serie de baños rituales y rezarán por ellos para acercarles la victoria, por lo que el rol del marabout en el encuentro, es crucial. Los luchadores cuentan con sus gris-gris (talismanes) para protegerles e intimidaran a sus adversarios mediante los “baccou”, que es un alarde de sus proezas en forma de canto.

A partir de ahí, la suerte está echada…

Lucha senegalesa femenina en Casamance

La lucha senegalesa se hace un hueco en nuestra sección de artes visuales a través de la fotografía. Laeila Adjovi realizó recientemente un reportaje fotográfico en Casamance para la BBC África sobre las mujeres en la lucha senegalesa.

Y es que aunque la lucha es principalmente terreno masculino, las mujeres también participaban en estas celebraciones ya desde la época pre-colonial. Cada vez más, ellas vuelven a tomar los “rings” de arena como una demostración de fuerza real, y en una mayor proporción, simbólica. La expansión de la lucha en los Juegos Olímpicos ha significado el empuje para promocionar la participación en la lucha entre las mujeres.

Si desde Dakar, atravesamos el país hasta Oussouye, en Casamance, uno de los lugares de donde procede este deporte, encontramos la participación de las mujeres casi intacta entre los diola, como antaño. Estas luchas se realizan sobretodo en el marco de la fiesta del Rey en septiembre y después de las coshechas. En la lucha femenina las reglas son similares, aunque hay algunas diferencias como que no están autorizados los gris-gris ni la intervención de los marabouts. Las categorías son generacionales y el ritual va acompañado de música y danzas que varían entre las diferentes comunidades rurales.

De hecho la idea es fomentar su participación para no perder una costumbre muy arraigada que hoy en día va más allá de ser una práctica deportiva, y se coloca como una de las principales actividades físicas y lúdicas y socio-educativas donde, como en el caso de la lucha masculina, las mujeres demostrarán su coraje, su carácter y su afirmación ante su adversaria. Supone también el acercamiento entre los individuos y los pueblos, ya que pone de manifiesto las particularidades culturales de la comunidad.

Hoy en día Oussuye es uno de los pocos lugares (por no decir el único) donde se practica la lucha tradicional femenina. Quizá ello se deba al creciente éxodo rural hacían las ciudades o debido a los embarazos precoces entre las mujeres de la comunidad.  Pero la intención se seguir manteniendo la tradición e incluso profesionalizarse está muy presente en las comunidades. Una muestra de ello es que muchas mujeres de la zona hoy en día integran el equipo nacional.

Os dejamos con el reportaje de Laeila Adjovi:

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Más información:

Leila Adjovi

RFI

Maïmve, Etiènne (2008). De la pratique de la lutte traditionnèlle feminine a la pratique de la lutte olympique feminine.  Universidad de Cheikh Anta Diop.

 

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Trabaja desde la comunicación y gestión cultural, como herramientas que sirven para la transformación social. Su interés está puesto en temas de artivismo, feminismos y música electrónica. También disfruta cocinando y le apasionan las grandes urbes y todo lo que se cuece en sus calles. La música viene de la mano de las fiestas que organiza como promotora y DJ Moto Kiatu y Sonidero Mandril, colectivos que difunden en Madrid los sonidos tropicales y las músicas electrónicas que suenan en África y en su diáspora. Vanessa es cofundadora de Wiriko y es licenciada en Sociología (UB), postgraduada en Desarrollo Internacional (Setem/UPC) y Máster Euroafricano de Ciencias Sociales del Desarrollo: Culturas y Desarrollo en África (URV). Contacto: vanessa@wiriko.org