«En mi tierra, si quieres hacer amigos, o utilizas la música o una pelota»

* Por Alicia Oliva González

Kilema (Toliara, Madagascar, 1960), con más de veinte años de carrera musical, lleva desde los 12 años haciendo instrumentos con materiales reciclados. Comenzó fabricando guitarras con trozos de madera y tres o cuatro cuerdas de hilo de pescar; más tarde, cambió el hilo por cables de frenos de viejas bicicletas. Hoy se ha convertido en un referente de la cultura malgache allá por donde viaja. De su nombre real, Randrianantoandro Clément, nace su nombre artístico. “Madagascar era una antigua colonia francesa y para elegir el nombre de los recién nacidos se usaban los calendarios con el santoral con nombres en francés, y cuando yo nací, me tocó, “Clément” pero a mis abuelos les resultaba difícil pronunciar la sílaba francesa “clé”, y al final siempre decían “kile”, y de ahí, Kilema”. Llegó a Europa en 1993 y desde 1999 vive en Encinarejo, Córdoba.

Kilema no solo da nombre al artista sino también a su grupo, creado en 1997 en París. Comenzó como cuarteto y de ahí han ido evolucionado con distintas formaciones: dúo, trío y en solitario; pero en grandes escenarios, siempre son cuatro: su hermano Nesta Randrianantoandro como vocalista, Katsá, melódica y calabaza; Pedro Delgado Antúnez (Perico para los amigos) bajo y coros, y Manuel Luque Pérez, percusión.

Kilema en una de sus actuaciones. Foto: Javier Baeza

Tu relación con la música comenzó a una edad muy temprana, ¿de dónde nace esa curiosidad por fabricar tú mismo los instrumentos?

Soy el último niño de una familia con doce hijos. Con 5 años estuve en el coro de mi colegio junto con cinco de mis hermanos. El mayor tenía su banda de música y los ensayos tenían lugar en mi casa. Allí es cuando empecé a interesarme por lo que hacían. Los pequeños mirábamos desde un agujero porque no nos dejaban entrar. Yo tenía buen oído. Mi padre tocaba la guitarra y mi madre cantaba. Todo empezó en casa. Éramos niños y queríamos tocar imitando a los hermanos mayores, pero… ¡imposible! Así que empezamos a buscar trozos de madera y fabricar cualquier cosa. Al principio era con hilo de pescar con 3 o 4 cuerdas. Lo de cable de freno de bicicleta vino después.

¿Cuándo comienza tu carrera musical?

Empezó en el año 1990. Mi primer contrato fue en el hotel Hilton de Antananarivo, la capital de Madagascar. Era una banda de animación turística y tocábamos todo tipo de música, desde música tradicional hasta pop y folk internacional.

¿Cómo definirías la música de Madagascar?

Estamos a unos 400 km de África. Hace más de 1.000 años, pobladores de Asia llegaron a Madagascar con sus cultivos y sus lenguas, asentándose en la isla y constituyendo, las primeras poblaciones. Madagascar es una mezcla entre África y Asia.

Sin duda tu música tiene el ritmo de África pero también se ha nutrido de la melodía de Asia, ¿la música española ha influido en tus ritmos o te has mantenido fiel a tus raíces?

Exacto. La música malgache es el fruto de esa fusión afroasiática. Desde mi llegada a Europa en 1993, mi vinculación con diferentes estilos han ido influyendo en mi música y, por supuesto, también la española, en especial la guitarra flamenca; aunque siempre he mantenido una línea de “pureza” con mis raíces.

Hace unas semanas, ofreciste un concierto en las XV Jornadas de derechos humanos e inmigración que se organizaron en Motril, ¿qué relación tiene tu música con los derechos humanos? ¿Consideras que la música es un lenguaje universal que puede unir a las personas y luchar por la paz?

Lo has dicho. ¡Es un lenguaje universal! La música no entiende de fronteras o de razas y se puede utilizar como herramienta de transformación social. En mi tierra, si quieres hacer amigos, o utilizas la música o una pelota de fútbol.

¿Qué mensaje buscas transmitir con tu música?

La música une. ¡Somos todos uno!  Música es paz, respeto y convivencia.

¿Qué público tiene tu música?

Hicimos un concierto en Noruega hace un par de años y en el público había un bebé de unos meses. El bebé empezó a llorar cuando paramos de tocar. Mi música es para todas las edades.

El concierto que tuvo lugar en el Teatro de Calderón de la Barca del Ayuntamiento de Motril se convirtió en una auténtica clase sobre música e instrumentos tradicionales de Madagascar, como el marovany, uno de los protagonistas. ¿Buscas crear una complicidad con el público para que se acerque más a tu cultura?

Se convirtió en un concierto didáctico, un viaje musical para descubrir música y cultura diferente. Cuando voy en solitario siempre me gusta crear ese tipo de ambiente. Suelo dar estos conciertos en colegios, institutos, conservatorios de música, etc., más de 20.000 alumnos/as lo han visto y compartido en España, Taiwán, Suecia, Noruega, Chile y Francia, como una educación en valores, mezclando diversión y aprendizaje. El público no son solo personas que vienen para escucharte y luego vuelven a su casa, si fuera solo  eso, podrían comprar un disco y escucharlo en el salón de su casa. Mi concierto es muy interactivo y dejo siempre un hueco en cada canción para que canten conmigo o bailen si la sala lo permite. Eso siempre crea un ambiente de convivencia, de familia. Aprovecho también para hablar de mis instrumentos reciclados” Hago música con una lata, una goma de riego, un palo de bambú con cuerdas de freno de bicicleta, una calabaza etc.

Me siento como un embajador cultural de mi pueblo. Después de mis conciertos, estoy seguro que la gente se interesa por conocer mi isla, nuestras tradiciones y culturas. Madagascar es aún una gran desconocida para los españoles.

¿Has notado un incremento en el interés hacia la música africana?

Ahora hay más festivales de música del mundo y eso es muy positivo. La gente va interesándose más por estas músicas. África es un continente inmenso con una gran diversidad, aunque en España, este tipo de música, aún no es muy conocida.

Ka Malisa es tu primer disco en solitario, ¿qué significa Ka Malisa? ¿Podríamos decir que es tu filosofía de vida?

Ka malisa es mi primer disco, y significa “sin prisa”. Sin duda es mi filosofía de vida. Para qué correr tanto. Hay que vivir más despacio y disfrutar de la vida. Después de este primer trabajo vinieron  Lavi-Tany y Mena. En este momento trabajo en mi cuarto disco, que espero vea la luz a lo largo de este 2018.

*Alicia Oliva González es graduada en Traducción e Interpretación (UPF) y Máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos (UAM). Escribo reseñas sobre literatura africana en Historias del África Negra y siempre que puede se escapa al continente.

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