Incertidumbre viva: las respuestas del arte africano a los desafíos de la humanidad

Es necesario desvincular la incertidumbre del miedo. Bajo ese lema, la comisaria de la 32ª Bienal de São Paulo, en Brasil, reúne hasta el día 11 de diciembre en la capital paulista a 81 artistas de 33 países que hablan a través de esculturas, pinturas, dibujos, instalaciones y performances sobre la necesidad de enfrentar con menos angustia y más convergencias a las inconstancias y crisis múltiples propias de nuestro tiempo.

captura-de-pantalla-2016-11-09-a-las-12-26-59El esfuerzo político de la exposición, considerada la segunda más importante del mundo, es desmontar la dicotomía estabilidad/incertidumbre que siempre ha sido exitosa en asociar la primera a la continuidad y la segunda, al riesgo, tal como prueban la xenofobia y la securitización de la vida en Occidente.

Esa es una edición especialmente diversa de la Bienal, con una mayoría de artistas oriundos de fuera de Europa Central y Estados Unidos. La selección de nombres africanos, en particular, es una de las más importantes de la historia del evento. “Yo pasé mucho tiempo en el continente [africano] y en Brasil pensando en las voces que podrían contribuir para la conversación, pero que también pensaran en un lenguaje transnacional que pudiese ser desarrollado colectivamente”, afirma la artista sudafricana Gabi Ngcobo, una de las cinco comisarias de la exhibición.

Sobre el escenario del arte contemporáneo africano, la comisaria retoma la importancia de superar las fronteras artísticas impuestas por Occidente y, al tiempo, construir espacios de resistencia dentro de esas mismas fronteras.

Nosotros africanos nos hemos preguntado sobre qué es África. Entonces la emergencia de lo ‘africano’ se vuelve problemática. Es nuestra responsabilidad crear espacios de respiro, pero también aceptar que existimos en un lugar en que las exhibiciones se volvieron una tendencia”, dice. “Es nuestra responsabilidad trabajar con esas tendencias. Resistir, pero también encontrar dentro de esas tendencias lugares en que podamos ser libres.”

El equipo e Wiriko estuvo en el pabellón de la Bienal –un edificio que compone el conjunto de estructuras dibujadas por el mítico arquitecto brasileño Oscar Niemeyer en el Parque del Ibirapuera– para descubrir la participación de cinco artistas africanos en ese debate.

Anawana Haloba – Close-Up

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Anawana Haloba – Close-Up

A artista nacida en Zambia, pero radicada en Noruega, es contundente al asociar el momento cultural actual con una piedra de sal que se liquidifican gota a gota, minuto a minuto, delante de los ojos de los espectadores. “Es una metáfora de la desaparición de las culturas e identidades”, explica Haloba. Son diez piedras colgadas en una sala por hilos y telas de nylon casi invisibles. Algunas son rosa y otras, de un blanco extremo, y flotan en el espacio que estaría completamente vacío si no fuera por las ollas y cacharros que, en el suelo, justo debajo de esas piedras, hacen reverberar el sonido de cada gota que se desprende.

La sensación, para quien camina entre la instalación, es de una lenta pero cadente sinfonía. “La sal es como una lagrima. La gota produce un silencio que te hace reflejar y ganar conciencia de uno mismo. Mientras caminas, consigues sentirla en el aire”, dice la artista. Según Haloba, la opción por las piedras de sal como materia central en esa instalación se justifica por la voluntad de retratar los fluidos corporales y, al tiempo, hacer referencia a la sal como materia-prima, fuente de conflictos, intereses económicos pero también de resistencia – como en el caso de Gandhi en India.

El efecto visual va aun más allá: al final de cada día, con el calor del ambiente, el agua evapora y lo que se ve son los rastros de la sal blanca en el suelo, “apenas un trazo de lo que sucedió allí”, afirma.  Los componentes visuales de “Close-Up” son potenciados por una grabación sonora que mezcla la lectura de un poema guaraní –un importante idioma indígena en Sudamérica– con la voz de Haloba hablando en el dialecto lozi, de su madre. Con ese elemento, la artista quiere provocar la reflexión sobre como las diferentes identidades pueden ser preservadas en un contexto de destrucción ambiental y cultural del planeta.

“Estoy interesada en sociedades diferentes. No quise apenas referirme a lo que se pasa en Zambia, pero a como las diferentes cosas son interpretadas en diferentes sociedades.” Para ella, la cuestión central en el tema de la incertidumbre es entender como las diferentes lenguas y culturas del mundo pueden ser preservadas, qué significa su desaparición.

Dineo Seshee Bopape – : indeed it may very well be the ___________ itself

Mientras la obra de Haloba se centra en el paso del tiempo, la instalación del artista sudafricano Dineo Bopape enfoca la presencias y ausencias humanas, siempre relacionadas a la posesión de la tierra.

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Dineo Seshee Bopape – : indeed it may very well be the ___________ itself

Como en el caso de “Close-Up”, en “:indeed it may very well be the ___________ itself” es posible caminar entre los elementos –rectángulos y cuadrados de tierra comprimida sobre las que se ven agujeros formando juegos tradicionales, objetos diversos y hasta reproducciones de órganos femeninos–. Al tiempo, el espectador escucha el latir de un corazón y el sonido de los árboles y de la tierra siendo trabajada. Los bloques de tierra están marcados por ranuras, que profundizan la sensación de abandono. La unión de esos elementos parece hacer referencia a la perpetuidad de las memorias y a la huella dejada atrás por el movimiento humano.

“Yo estaba pensando sobre presencia(s) y ausencia(s) de algo, materia, nada. El desplazamiento de eso desde (dentro y fuera) ‘aquí’ hacia ‘allá’. Vacuos, fisuras y agujeros y cavidades. Plenitud, depresiones, vacíos, confinamientos”, explica Bopape. “Ese trabajo en particular, para mi, considera la negociación entre algo y la nada”, completa. La instalación también subraya de modo inequívoco a la cuestión de la propiedad de la tierra en tiempos de escasez. “En Sudáfrica, por ejemplo, las políticas de posesión de la tierra puestas en marcha durante los años coloniales y en el apartheid en larga medida tienen efecto todavía hoy. El dato aproximado es que el 79% de la tierra (y de la riqueza) permanecen en las manos de una minoría blanca y la mayoría de los africanos no tienen tierras –en su propia tierra–”, afirma Bopape.

“Eso no es exclusivo de Sudáfrica. En numerosos lugares con una historia de colonialismo la población nativa fue desposeída de tierra –sea para uso y acceso como para propiedad–. ¿Y qué es tierra, suelo, polvo… de que cada uno esta hecho? ¿Cómo es no tener posesión de tu ‘base’, de uno mismo? ¿Y cómo es tenerla?”, cuestiona el artista.

Para la curadora Gabi Ngcobo, la obra de Bopape es una experiencia corporal porque reúne las energías de los cuerpos que la crearon. Por otra parte, le llama especial atención las ranuras en la tierra. “Me gusta esa metáfora porque en la narrativa histórica siempre existen esas ranuras y me gusta pensar que nuestro trabajo habita esos espacios porque es de ellos que viene la luz”, dice.

Em’kal Eyongakpa – Rustle 2.0

El camerunés Em’kal Eyongakpa tradujo en su instalación la dualidad entre naturaleza y civilización, organicidad y tecnología. Al entrar en una sala completamente escura, el espectador es rodeado de sonidos que oscilan entre el agua corriente y el efecto del viento sobre los árboles, por un lado, y las motosierras y su ruido metálico, por otro. Aunque no se pueda ver con claridad, uno puede sentir el olor húmedo del musgo y de la paja que cubren el las paredes y el suelo del cubículo.

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Em’kal Eyongakpa – Rustle 2.0

A los pocos, por efecto de luces de colores que corren dentro de tubos que se asemejan a fibra óptica, se dibujan dos grandes pulmones, con sus bronquios y bronquiolos iluminados. Pero lo que se ve, en realidad, son las siluetas aproximadas, hermanadas, de África y América.  La idea de la obra es compaginar naturaleza y cultura en un mismo todo, y no como ámbitos separados y autónomos. Según la comisaria, “Eyongakpa sugiere la idea de algo orgánico en la sobrevivencia y en la manutención de diversos sistemas –digitales, ecológicos, políticos– revelando una rara familiaridad entre ellos”.

“Esa es una experiencia corporal muy, muy fuerte porque entras en ese espacio, el olor cambia y el sonido, a todo el tiempo, no importa cuantas veces lo escuches, te golpea desde dentro”, dice Gabi Ngcobo. “La habilidad de Em’Kal de conectar todos esos materiales con el cuerpo, y con referencias al cuerpo, provoca una experiencia realmente muy íntima”, completa.

Misheck Masamvu – Midnight y Spiritual Host

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Jump Spread Your Legs [Passo largo], 2013 – Misheck Masamvu

Las dos pinturas presentadas por el zimbabuense Misheck Masamvu son ventanas para la realidad política y social en Harare. En su primera exposición en Brasil, Masamvu trae una trilogía intencionalmente desfalcada: “las dos obras son parte de un dialogo en tres partes, en que la tercera pintura es conscientemente excluida de la muestra”. Ese dialogo, dice, “se hizo para dar forma a las sombras que se encuentran en la estera del desaparecimiento de la humanidad”.

Con una precisión observadora y simple, el pintor que califica el arte contemporáneo en su país como un “sobre decorado” detalla de modo íntimo el proceso creativo e intelectual que rodea la creación de las dos piezas. Sobre el aparente caos traducido por los colores intensos, el Masamvu afirma que “se refiere a eventos experimentados, o a una vida vivida en miedo, o mantenida bajo examen por el incómodo producido por las conocidas consecuencias que pueden suceder a aquellos que se levantan por sus derechos”.

Y sigue: “Midnight es un tiempo que cuelga de la idea de lo próximo, de los probables desenlaces. Entretanto, habla de quietud, de un pasaje cuando lo desconocido reside en la emergencia de las sombras. Es un tiempo en que tu imaginación puede crecer más fuerte que la esperanza, o cuando tu fe es cuestionada por las sombras y los espíritus se elevan para agitar a tus huesos de horror. Tu prefieres que tus ojos sean cerrados a ver el fantasma del tiempo escribir a tu obsoleto futuro. Spiritual Host se refiere a la noción de los ‘headliners’, aquellos que expresan conciencia y percepción. Midnight son cuernos encerrados, un pueblo indeciso, en conflicto. Midnigh es pegar a tu oponente. Midnight es una colección de huesos. Spiritual Host es paciencia, es el sacrificio de uno mismo, es la vida que vale la pena preservar y un mensaje de esperanza.”

Sobre la relación entre las dos obras y el tema central de la Bienal –las incertezas vivas–, defiende sin dudar que la humanidad esta en riesgo por los ingredientes ‘deseducadores’ en oferta, que promueven el individualismo en lugar de lo colectivo en el desarrollo de soluciones para nuestros desafíos.

Mmakgabo Helen Sebidi – Tears of Africa

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Mmakgabo Helen Sebidi – Detalle Tears of Africa 1987-1988

La conversación transnacional de la que hablaba Gabi Ngcobo alcanza su máxima expresión en el trabajo de Helen Sebidi. La artista sudafricana, veterana en un grupo de jóvenes artistas emergentes, pasó cuatro meses en una residencia en el Goethe Institut de Salvador, en Bahia, trabajando en la segunda de las dos piezas que exhibe en la Bienal.

La primera es la mítica Tears of Africa, una pintura en carbón, tinta y collage que, en blanco y negro, resuena con un impacto asustadoramente actual los conflictos por los que pasaba el continente africano en los años ochenta, así como el régimen del apartheid en su país. Desde su creación, por determinación de la artista, la obra nunca salió de allá. “Ella decidió mantenerlo para aprender de él, como una herramienta de educación y trabajo para ella y otros artistas. Creo que eso muy profundo”, dice Ngcobo, que frecuentó la casa y el estudio de Sebidi y articuló el traslado de la obra.

La segunda pintura es justamente la continuación de esa historia no superada, que todavía resuena en un mundo de relaciones post-coloniales o neo-coloniales. Con una referencia directa a la esclavitud en Brasil y su conexión con la persistente violación y discriminación de la población negra, la segunda parte de Tears of Africa es, según Ngcobo, un retrato de esa historia compartida entre Brasil y el continente africano.

“Es una conversación que llega tarde en Brasil, en comparación con Estados Unidos, por ejemplo, y muchas veces es evitada, a pesar de ser absolutamente crítica”, dice la curadora.

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Laura Dauden

Licenciada en Periodismo por la Universidade Federal de Santa Catarina y Máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos por la Universidad Autónoma de Madrid. Actualmente es asesora de comunicación de la ONG Conectas Derechos Humanos (São Paulo, Brasil) y reportera freelancer.