Un gran museo africano para repasar la historia de la humanidad

El Museo de las Civilizaciones Negras de Dakar es la memoria pictórica y escultural del continente de las raíces, de allá donde la vida humana comenzó hace millones de años. Este megaespacio, uno de los museos de arte africano más grandes del continente, atesora en su interior infinidad de piezas de distintas épocas y de diversas manifestaciones artísticas africanas y de la diáspora. Y pone de relieve una verdad absoluta, a veces olvidada en Occidente: África es la génesis de la humanidad.

Piezas exhibidas en el interior del Museo de las civilizaciones negras / Fotografía de Alicia Justo.

Situado en el centro de Dakar, este edificio museístico fue inaugurado en diciembre de 2018, siete años después de que se colocara la primera piedra. De construcción china- la huella asiática se observa en algunas señales en el interior del museo, como las que indican la localización de los extintores o en el espacio dedicado a máscaras procedentes del Lejano Oriente-, el museo es un gran bloque de cuatro pisos de estructura circular, lo que hace recordar a las tradicionales cabañas de algunas zonas del continente. Reinando la entrada de paredes color terracota, un gigante boabab artificial recibe con solemnidad al público y funciona como su alter ego natural, alrededor del cual las personas se reunían para tomar decisiones. En este caso, se trata del punto central desde el que se ramifican las distintas salas.

La distribución de estos espacios obliga al visitante a hacer un recorrido por la cultura africana –y, por consiguiente, por la de resto del mundo-, desde la Antigüedad hasta la época contemporánea. En el punto de arranque, unos paneles nos recuerdan las complejas operaciones matemáticas que se practicaban en el antiguo Egipto, el arte rupestre, las columnatas y pilares que inspiraron a las civilizaciones griegas y romanas o los diferentes viajes migratorios desde el continente africano hacia otros territorios que posibilitaron la mezcla de culturas.

En la sala contigua, las máscaras subsaharianas, las estatuas dedicadas a los dioses egipcios o las diferentes creaciones procedentes de Malí, Gabón o Sierra Leona, nos demuestran la bella complejidad de las manifestaciones artísticas realizadas en el continente desde hace siglos.

Y ascendiendo hacia las plantas superiores, encontramos, por un lado, un espacio dedicado a las dos grandes religiones monoteístas que reinan en el continente (el islam y el cristianismo), poniendo de manifiesto la tolerancia y convivencia religiosa de sus habitantes. Distintos versos del Corán caligrafiados sobre paneles se convierten en obras pictóricas por sí mismas y cubren una de las paredes de esta estancia, que al mismo tiempo reserva un espacio para diferentes creaciones del catolicismo en África.

Hacia otra dirección nos topamos con el arte contemporáneo africano y de la diáspora, que nos lanza un serio aviso de que la creatividad y el talento de africanos y sus descendientes no va a ser un boom efímero. Muchas obras, realizadas por cubanos y haitianos, reflejan en su construcción las herencias recibidas de uno y otro lado. Encontramos también mucho color, surrealismo, materiales reciclados, telas de estampados africanos que forman un mural gigante o fotografías artísticas. También denuncia, como ocurre en la pieza titulada `Laboratorio de desbernalización´ o en aquella que usa únicamente como elementos centrales los productos estéticos de blanqueamiento corporal. No se olvida el museo de rendir homenaje a las mujeres africanas y de la diáspora que tuvieron un papel relevante en la historia. Gracias a un serial fotográfico, es posible admirar a Njinga Mbandi, Rosa Parks o Assata Shaku.

La apertura del museo coincide con la polémica suscitada acerca de la posible restitución del patrimonio artístico africano de los museos occidentales, piezas robadas durante la colonización y que lucen, desde hace mucho tiempo, en numerosas salas museísticas desprovistas de todo contexto. Sin embargo, aquí, en el museo de las civilizaciones, todo forma parte de una historia, pero no la única que ha sido contada en Occidente, sino la de toda la humanidad.

 

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Alicia Justo

Licenciada en periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Periodismo Internacional de la UNED y Agencia EFE. Defensora de la cultura y el arte como valores transformadores de la sociedad.