Beasts of No Nation: del cine al sofá y el África que muere

Fotograma de la película Beats of no Nation, dirigida por Cary Fukunaga. En la imagen el co-protagonista Idris Elba.

Fotograma de la película Beats of no Nation, dirigida por Cary Fukunaga. En la imagen el co-protagonista Idris Elba.

Niño-Soldado-Guerra-África. Palabras todas que, si las escribes juntas en una sinopsis cinematográfica, te garantizas un taquillazo por aquellas sutilezas del morbo occidental que se ve salvado en la butaca aterciopelada. Y a oscuras. A pesar de que las historias que surgen desde el continente suelen darle un repaso a los guionistas de Hollywood, estos parecen seguir filosofando sobre cómo mantener una narrativa determinada sobre África. En 2008 saltaba a las pantallas la película Johnny Mad Dog, dirigida por el francés Jean-Stéphane Sauvaire, un trabajo adaptado de la novela del congolés Emmanuel Dongala, y que redundaba en la temática; en 2012 lo hacía Rebelde (War Witch) del director canadiense Kim Nguyen.

En apenas dos semanas, Beasts of No Nation se está jugando el tipo en el tridente de los festivales de Venecia, Telluride y Toronto. Una película que da vida a la historia de Agu (debut de Abraham Attah), un niño soldado arrancado de su familia para luchar en la guerra civil de un país africano “indeterminado” y manipulado por un señor de la guerra (Idris Elba) que le instruirá por los caminos de la guerra. Atrás quedarán el trabajo sesudo de documentación y análisis psicológico por el que pasa uno de estos niños como el que realizara el nigeriano Newton Aduaka con Ezra (2007). Guerra y sangre de nuevo aliados. No importa el efecto que tenga la temática tratada si los dólares rebosan al final.

Según la información que ofrece Amnistía Internacional, al menos 19 países estarían reclutando a niños y niñas soldados. Conflictos como el de República Centroafricana o Sudán del Sur copan las portadas de los principales diarios internacionales pero, lamentablemente no son los únicos: Afganistán, Chad, Colombia, Costa de Marfil, Filipinas, India, Iraq, Líbano, Libia, Mali, Myanmar, Pakistán, República Democrática de Congo, Sudán, Siria, Tailandia o Yemen formarían parte de esta lista. En España, precisamente, se encuentra una de las personas que mejor conocen de cerca esta situación y que fue pionero en un programa para rehabilitar a estos infantes en Sierra Leona: él es Chema Caballero.

Pero volvamos a Beasts of No Nation. Dirigida por el ganador de un premio Emmy, Cary Fukunaga, y protagonizada por Idris Elba, se estrenará además el 16 de octubre en la plataforma de pago Netflix para todo el mundo –que esté suscrito y allá dónde esté disponible la aplicación, claro–. La plataforma estadounidense ya se ha comprometido a respaldar su función inaugural con una campaña masiva de anuncios en vallas publicitarias, televisión y también en Internet. ¿Y cómo contrarrestar esta imagen? Parece que no se puede, al menos en las mismas proporciones.

El film es una adaptación de la primera novela (2005) del nigeriano aunque criado en Washington, Uzodinma Iweala, quien con 23 años plasmó su experiencia de trabajo con la rehabilitación de los niños soldados en Nigeria, como parte de su tesis doctoral. Beasts of No Nation contiene 184 páginas arrasadas por la ira y difíciles de abandonar hasta el punto final. En el primer párrafo Iweala manifiesta la clara intención de atrapar al lector:

“Siento el picor de un insecto que se está arrastrando por mi piel, y luego mi cabeza está empezando a sentir un hormigueo por el centro de mi ojo. Y entonces, quiero estornudar porque me pica la nariz. Y luego el aire simplemente sopla en mi oído… ¡Y estoy oyendo tantas cosas! El chasquido de los insectos, el sonido del camión gruñendo como un viejo animal y, luego, el sonido de alguien que grita: ¡TOMEN SU POSICIÓN AHORA. RÁPIDO, RÁPIDO, RÁPIDO. MUÉVANSE DEPRISA! Moverse rápido en la voz que acaba de tocar mi cuerpo es como un cuchillo”.

Netflix y el cambio de paradigma en la industria

Netflix ha invertido una cifra de vértigo para la producción y compra de los derechos de Beasts of No Nation como parte de un plan para zarandear la industria del cine a nivel de distribución: 12 millones de dólares (unos 10,6 millones de euros). A pesar de la cierta resistencia de los implicados en el sector, la entrada de Netflix en el negocio del cine provocará un cambio en las reglas del juego. A diferencia de los distribuidores en las salas de cine como Disney o Fox, el Goliat del vídeo de pago Netflix no tiene que depender de la venta de entradas para medir el éxito de una película. Más bien, la plataforma hace caja a través de su base de suscriptores de pago: que es de 65 millones y sigue creciendo.

Generalmente, los distribuidores han luchado por preservar la horquilla de 90 días como el período que tiene que existir entre el estreno de una película y la disponibilidad de ésta en los hogares. Por este motivo, Hollywood está observando de cerca la maniobra de Netflix para ver si provocará un efecto dominó en el derrumbe de las ventas, especialmente para las películas de corte independiente que tienen que dejarse literalmente la piel para que sus trabajos duren más de una semana en las carteleras.

Efectivamente, tiene que haber más oportunidades de distribución para los realizadores. Así que el día 16 de octubre puede ser uno de esos días históricos o, por hablar con propiedad: un día de película, aunque todavía no podamos dilucidar si será una comedia, un drama o ambas.

El status quo del África de la guerra y la destrucción apunta a que será merecedor de entrar en la competición a por el Oscar. Todavía no hemos tenido ocasión de ver la película pero podemos especular: Idris Elba (actualmente en las apuestas por ser uno de los candidatos a encarnar el próximo James Bond) puede aspirar al mejor actor; Cary Fukunaga como uno de los favoritos a la mejor dirección; e incluso el guión podría conseguir un poco de atención.

Cuando cualquiera de los estudios tradicionales de cine trataría de enmascarar la violencia explícita en la que intervienen jóvenes, Netflix se está entregando al derramamiento de sangre. ¿Es necesario? El primer trailer de la película muestra una escena brutal donde Agu, se ve obligado a romperle, con un machete, el cráneo a un hombre. Lo que es una lástima, y lejos de cualquier reflexión contemplativa, es que las ingentes cantidades de dinero para realizar una película como ésta sigan recayendo en historias quemadas y sin alma. «Africa is on the move», subrayaba Obama en Kenia en su visita de julio. ¿Para cuándo un cambio de paradigma en los guiones de Holywood respecto al continente? Van demasiado tarde.

Agu y "el comandante" en un fotograma de la película Beats of no nation que el 16 de octubre estará para todos los públicos a través de Netflix.

Agu y «el comandante» en un fotograma de la película Beats of no nation que el 16 de octubre estará para todos los públicos a través de Netflix.

 

The following two tabs change content below.
Co-fundador de Wiriko. Doctor en comunicación en África al sur del Sahara (US), Máster en Culturas y Desarrollo en África (URV), Máster en Relaciones Internacionales (UCM) y Licenciado en Periodismo (US). Es analista político y profesor universitario de Relaciones Internacionales, periodismo internacional y cines africanos. Ha realizado documentales en España, Cuba, Senegal, Kenia, Sudán del Sur, Mozambique o RDC. Responsable del área de Formación y de Comunicación y coordinador de la sección de Cine y Audiovisuales del Magacín. Contacto: sebas@wiriko.org

Latest posts by Sebastian Ruiz-Cabrera (see all)

2 comentarios

Trackbacks y pingbacks

  1. […] ), al continente africano una y otra vez, ( https://www.wiriko.org/cine-audiovisuales/beasts-of-no-nation-del-cine-al-sofa-y-el-africa-que-muere/ ),: donde la violencia es el tema central que justifica por si misma la película, sin importar las […]

  2. […] sido comentada por ahondar en los mismos clichés que se asocian al continente africano una y otra vez: donde la violencia es el tema central que justifica por si misma la película, sin importar las […]

Los comentarios están desactivados.