La danza contemporánea sacude Dar Es Salaam

Por Rocío Periago – Dar Es Salaam (Tanzania)

Es una noche húmeda y bochornosa del mes de julio. En el Nafasi Art Space, un espacio alternativo a las afueras de Dar Es Salaam, se han reunido un centenar de personas de todas las edades para ver bailar a algunas de las promesas de la danza del continente africano. Sobre un suelo de cemento y acompañados de los juegos de luces, sonido y el atrezzo de cada uno de los espectáculos, jóvenes de Tanzania, Zimbabwe, Sudáfrica y Alemania comparten escenario y hacen disfrutar a un entregado público. Es el Haba na Haba, el festival internacional de danza tradicional y contemporánea, que va ya por su tercera edición y que atrae a bailarines y coreógrafos de diferentes partes del mundo.

En el espacio, aunque la entrada es gratuita, un par de chicas invitan a dejar un donativo para apoyar el proyecto. Hay muchas personas, tanto adultos como niños de todas las edades. Algunos están simplemente por curiosidad, pero entre el público hay muchos futuros bailarines y coreógrafos que buscan aprender de los profesores y artistas que vienen a compartir su trabajo.

«Muchos de los bailarines actuales de danza tradicional quieren hacer algo contemporáneo, y ¿por qué? porque la danza contemporánea es el presente», dice el bailarín Isack Peter Beneko, director artístico de esta edición y cofundador del Festival.

Explica orgulloso que lo que en un principio pueden parecer dos géneros completamente diferentes en Tanzania, tienen mucho en común. «De alguna manera nuestro patrimonio tradicional de danzas está desapareciendo, porque la mayoría de los jóvenes no tiene interés en aprenderlo, prefieren hacer danza contemporánea, hip-hop u otro tipo de bailes. Por eso comenzamos a desarrollar el Festival, porque busca ofrecer estos dos géneros de forma que los bailarines de contemporáneo puedan apreciar las danzas tradicionales y viceversa. Que unos puedan ver lo que es bello del otro estilo y puedan mejorar y aprender unos de otros».

Además de los espectáculos, hay organizados talleres dirigidos a bailarines de ambos estilos, que han tenido una acogida muy buena entre los participantes. «Queremos enfatizar ambos estilos de danza porque la danza tradicional es nuestro pasado y la contemporánea es nuestro presente y futuro. No podemos avanzar y llegar más lejos si de alguna manera nuestro pasado está desapareciendo, nuestro patrimonio no se está cuidando y llevando a la práctica y no es algo de lo que nos podamos sentir orgullosos”, afirma Beneko tajante. «Buscamos que los jóvenes y la sociedad puedan sentirse orgullosos de nuestras danzas tradicionales y de nuestra cultura tradicional a la misma vez que celebrar la danza contemporánea y la modernidad”.

Este año, la participación internacional se ha centrado sobre todo en artistas procedentes de Sudáfrica y Alemania. Musa Hlatshwago es un productor, coreógrafo, bailarín y profesor sudafricano que lleva participando en el Festival desde los inicios. «Es una experiencia muy buena (…) además es una oportunidad para mí de estar al tanto sobre lo que se está moviendo en Dar Es Salaam, ver el crecimiento de la industria, el desarrollo de nuevos proyectos y el impacto que están teniendo. También porque creo que Haba na Haba es un festival que tiene un papel enorme en el desarrollo no solo de la danza, sino del arte tradicional y contemporáneo en la ciudad”.

Este año ha presentado con su compañía Qhawe, una búsqueda metafórica de la identidad de un joven que crece en una sociedad impuesta a través de la cultura, la tradición y la religión, donde el bailarín Njabulo Zungu llena el escenario con sus movimientos durante más de una hora sin descanso. “Para mí significa mucho, porque es la primera vez que presentamos este trabajo fuera”, cuenta Zungu, orgulloso. De pequeña estatura y con un cuerpo fibroso y atlético, puede pasar por uno de los muchos niños que observan el espectáculo en la primera fila, absortos en los giros y saltos de su cuerpo cuando baila.

A lo largo de dos días, se van alternando espectáculos: la danza tradicional y ritual Mdundiko/Vanga de la tribu Zaramo, asociada a los matrimonios y la celebración del paso de la mujer a la pubertad y el espectáculo Fear of what? de D.D.I, un grupo de 6 bailarines que mediante baile y acrobacias buscan enfrentarse a sus miedos. También están los bailes tradicionales de Umoja Primary School y el espectáculo Forest, de T-Africa, donde mezclan el baile con proyecciones audiovisuales o las danzas tradicionales de Elimisha Arts Group, un grupo de 12 artistas que llevan casi 20 años mezclando bailes tanzanos tradicionales con la danza contemporánea.

Maura Morales es una bailarina cubana afincada en Alemania. Es la primera vez que participa en Haba na Haba, realizando un taller y presentando Exceso de la nada, un espectáculo en el que analiza la imagen de Cuba como país fotogénico al que la gente quiere visitar “antes de que cambie”, mientras sus propios habitantes quieren salir de allí porque nada cambia. Una paradoja que Morales representa sobre el escenario sola, acompañada de una vieja mecedora y con la proyección de imágenes de la isla caribeña. Durante su espectáculo, se ven algunas personas entre el público limpiándose las lágrimas. «Es siempre un regalo ver cómo reacciona el público en diferentes países con esta pieza», dice Morales. «A veces crees que no tienen nada que ver con esto, es una pieza súper personal y muy íntima y sin embargo muchos de ellos hacen el viaje conmigo. Hoy también disfruté mucho bailando en este sitio”.

Haba na Haba está producido por Asedeva, una asociación especializada en eventos artísticos en Tanzania, y este año han contado con el apoyo del Goethe Institute, la Embajada Suiza y otras entidades, además de la financiación propia que han buscado los participantes extranjeros para poder venir. Pero Beneko tiene claro que necesitan más apoyos, porque los retos del festival son ser independiente económicamente, poder disponer de un espacio propio y que sea conocido y pueda seguir creciendo.

Vistas las dificultades, se puede entender el trabajo que supone que salga adelante un festival de esta categoría, que además no tiene coste para los asistentes, pero el que gente de Europa y Estados Unidos vengan a bailar y presenten sus trabajos en Haba na Haba ofrece muchas oportunidades.

Estamos dando la bienvenida a artistas internacionales porque cuando vuelvan a sus países, ellos hablarán del festival y seremos más conocidos, pero también para que vean a los bailarines que tenemos aquí. Además, los bailarines tienen la oportunidad de relacionarse con coreógrafos internacionales, y esa relación, cuando ellos vayan a Europa ya tienen un contacto, ya tendrán a alguien que les conozca.

De esta manera piensa también Michael Mourissens, un bailarin belga que lleva toda su vida trabajando en Alemania. Especializado en documentación y video, oyó hablar del festival y este año decidió venir con la idea de conocer un poco más del contexto de la danza tradicional y contemporánea en Tanzania. Después de una semana conociendo a los bailarines dentro y fuera del festival, lo tiene claro: “¡para ellos, la danza contemporánea es una forma de baile que les permite contar historias!” Está documentando todo el festival con la idea de compartirlo y ofrecérselo, para que puedan tener un material propio.

Haba na Haba significa en suajili “paso a paso”, y esa es la actitud con la que encaran el futuro. Hombres y mujeres para los que la danza es una forma de expresarse, un modo de vida, y que gracias a este festival pueden relacionarse y compartir su experiencia con bailarines de diferentes partes del mundo.

 

Rocío Periago (Lorca, 1986). Viajera y contadora de historias. Toca el violonchelo y está en continua búsqueda de nuevos sonidos. Interesada en el mundo social y la sostenibilidad, colabora con Planeta Futuro, Altaïr Magazine o Revista Late, entre otros. 

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