«La mayoría de mujeres africanas que conozco no están cautivas mentalmente por el hecho de tener vagina»

«Afrohipnosónica». Así se describe la cantante ghanesa afincada entre Accra, Nairobi, Copenhague y Nueva York: Jojo Abot. Con un sonido que representa el punto de encuentro entre África, Europa y America del Norte en pleno siglo XXI, Jojo ha conseguido, con su primer EP Fyfya Woto, posicionarse como una cantante diferente a las demás. Con él, nos demuestra que su fuerza creativa necesita de múltiples medios que sobrepasan el lenguaje musical, y nos sumerge en el mundo de la moda, el cine (donde ya apuntó maneras con Kwaku Ananse) o el diseño. Pero también nos desafía a preguntarnos por qué los jóvenes creadores africanos tienen que limitarse a ese «africanos» y no pueden ser simplemente creadores globales, como todos los demás. Y critica, muy profundamente, la imagen icónica de la mujer africana como víctima per sé.

En pleno desarrollo de un catálogo de arte multimedia centrado en su música y su arte, Jojo ha encontrado un hueco para explicarnos un poco más sobre su trabajo y su forma de ver el mundo.

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Imagen de CBC Music Canadá.

Aunque no se confiesa amante de las etiquetas, «afro-hipno-sónica» sería el mejor adjetivo para describir su música, ya que como ella misma opina: «describe un trabajo de influencia afro, es hipnótico y tiene una resonancia sonora única que se espera que pegue a un nivel más profundo y significativo». Se trata de un estilo que mezcla influencias de todo el mundo, lenguas africanas e inglés, para expresar un mensaje universal para aquél o aquella que se sienta identificado o identificada en él.  «Mi objetivo es expresarme tan auténticamente como sea posible. Lo único que espero es que mi música resuene entre los que se identifican conmigo en todo el mundo independientemente de su nacionalidad, color de piel, clase o cultura», explica.

No es de extrañar encontrar rasgos de cosmopolitismo tan integrados en la identidad de alguien que vive a caballo de ciudades tan dispares (al menos aparentemente) como Accra o Copenhague. «Viajar me ha abierto al mundo y me ha dado una perspectiva de la vida que es un regalo increíble. Ver como viven otros hombres, mujeres y niños de todo el planeta me ha hecho ser muy humilde en la forma en la que veo la injusticia, la libertad y el atrevimiento personal. Me ha dado una perspectiva diversa y global de la vida y me ha permitido entender que tengo mucho que aprender y desaprender. Viajar también me permite conectar con otras culturas e identidades en formas que me hacen crecer y evolucionar a diario. Es necesario salir de tu zona de confort. La idea de que puedo estar en casa en tantos lugares distintos es un tesoro que te demuestra que se puede encontrar amor e inspiración en todas partes», cuenta desde Nairobi.

Con su EP Fyfya Woto (2015), la cantante narra, en Ewe e inglés, «la historia de una joven atrapada en una situación comprometedora con su amante caucásico en plena época de la esclavitud». A través de cuatro canciones – una de las cuales Wiriko incluyó como recomendación para un Safari «Slow» alrededor de África-, explora temas como «el amor, el odio, el perdón, la sexualidad, la identidad y la voluntad femenina por la libertad», explica la joven de 28 años. Un tentempié musical, esperamos, que sea la antecámara a muchos más trabajos que nos regalen su frescura y su rica creatividad multimedia.

Contra las identidades impuestas:  

Jojo Abot respeta y abraza el hecho de que cada cuál se defina de la forma en que se sienta más cómodo. Pero tiene claro como se ve a sí misma como artista: «Antes que nada soy un ser humano y mi inspiración es la experiencia humana colectiva», dice.

Para la ghanesa, vivir en diferentes puntos del planeta no significa desarraigarse, sino más bien arraigarse en la humanidad desde diferentes puntos. Es un modo fecundo de alimentar su identidad. Una fértil forma de ser africana que queda reflejado en lo que significa la diversidad de la música africana. «Pensar que la música africana es un término utópico es bastante ignorante y poco profundo. Creo que todos podemos sentirnos orgullosos de nuestros orígenes estando influenciados por la estética global. Aquellos que deseen que su música se etiquete como «música africana», que lo hagan con orgullo, yo nunca cuestionaré ese hecho. Aunque sea, a veces, un término restrictivo, hay casos específicos en los que encaja perfectamente».

Pero si algo molesta a la artista, es la rigidez mental a la hora de concebir la feminidad. Si bien estamos acostumbrados a concebir a la mujer, en general, pero más en concreto a la africana, como cosificación en el mundo del arte o simplemente como víctima de abusos o al mero cargo de «los cuidados» cuando hablamos de ella en los medios, Jojo Abot se muestra muy crítica con el hecho de victimizar a las mujeres africanas por el mero hecho de ser mujeres y africanas:

«La mayoría de mujeres «africanas» que conozco no están cautivas mentalmente por el hecho de poseer una vagina. De hecho la mayoría de mujeres de mi familia han hecho el trabajo del hombre y de la mujer de forma impresionante toda su vida. Creo que existen presiones sin importar qué o quién eres. Es nuestra responsabilidad el existir más allá de esto y prosperar. Ahí es donde recae el poder real. No compréis todos estos estereotipos e ideas que promueven aún más la ignorancia y el pensamiento limitado. Ser mujer y ser africana no son las peores cosas que me han pasado a la vida. De hecho, estas identidades me hacen sentir orgullosa», confiesa.

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Jojo Abot, por Sarah Waiswa.

Enmudecedora en sus réplicas, se muestra cansada de tener que hablar siempre sobre el hecho de ser mujer y africana como un binomio que cae siempre bajo los mismos encasillamientos absurdos: indefensión, vulnerabilidad, sometimiento, dependencia… «Para ser honesta, estoy frente a desafíos que van mucho más allá de ser una mujer. Hay un millón de razones por las que podría ser un fracaso, ser mujer, ser negra, ser africana, ser natural, ser humana… ¿Debo detenerme en cada uno de estos términos? No. Me parece agotador. No estoy diciendo que debemos ser ignorantes de la realidad, sino que cambiemos el enfoque y tengamos conversaciones reafirmando lo positivo en vez de hacer hincapié en cada una de nuestras diferencias y supuestos puntos débiles. Prefiero resaltar nuestros puntos fuertes», subraya.

Y se lamenta: «A veces siento que, al centrar tanto nuestras conversaciones sobre la mujer nos desconectamos de la energía masculina, que las mujeres también poseemos. El feminismo no puede ser un discurso desde un solo género, porque por desgracia, el valor de una mujer siempre se verá afectado por los puntos de vista de un hombre. El balance para mí, personalmente, radica en poseer tanto mi masculinidad como mi feminidad con orgullo. Debemos encontrar nuestra dignidad y fuerza en lo que somos más allá de nuestro color de piel o nuestro género. Encontrar la fuerza en nuestro humano interior, porque todo lo demás es una ilusión cambiante y yo me niego a estar encadenada a ella o a dejar que ella me defina».

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Investiga y escribe sobre ciudades africanas, derechos humanos y música. Le mueve la creatividad con la que construye futuro la juventud africana en contextos urbanos, especialmente en África del Este. Sus campos de trabajo son el periodismo escrito y radiofónico, la investigación o la gestión cultural. Cofundadora de Wiriko y coordinadora de Seres Urbanos (EL PAÍS), actúa como consultora independiente para entidades del tercer sector y actualmente, es Técnica de Cooperación Internacional en el Ayuntamiento de Girona. Licenciada en Filosofía (UB), posgraduada en Estudios Africanos y Desarrollo (UPF) y máster en Culturas y Desarrollo en África Subsahariana (URV).
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  1. […] Esta ghanesa afincada en Nairobi y con raíces establecidas en Copenhague y Nueva York, explora el electro-jazz, el afrobeat y el reggae sin prejuicios estéticos para contar historias desde la espiritualidad y la feminidad. Extraído de su EP debut ‘Fyfya Woto’ (editado en junio de 2015), el videoclip oficial de “To Li” ha visto la luz este mismo verano. Una JoJo en estado totalmente meditativo baila con los ojos cerrados y explorando el espacio que la rodea como quien quiere agarrar un presentimiento o una intuición. El tema habla sobre la sospecha hacia una situación o una persona que nos engaña. Y parece advertirnos: a veces es necesario cerrar los ojos para ver más claro. Para saber más sobre ella, lee esta interesante entrevista en exclusiva. […]

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