Songhoy Blues: «la música debe ser un factor de unión, de reconciliación, de paz y de amor»

Songhoy Blues es una de esas bandas con una historia digna de ser contada. Originarios del norte de Mali, Garba Touré, Aliou Touré y Oumar Touré, que no tienen ningún tipo de parentesco a pesar de su apellido, se conocieron en Bamako como exiliados después de que, tras la rebelión tuareg de 2012, Ansar Dine, grupo extremista vinculado a AQMI, tomara el control de la región y prohibiera la música a sus habitantes. Con la idea de mantener viva la tradición musical Songhai del norte del país tanto para ellos como para los demás exiliados, se juntaron y empezaron a hacer conciertos en las salas de Bamako. Con el tiempo se les unió el baterista Nathanael Dembéle y juntos, publicaron su primer álbum en 2015 llamado Music in Exile, a la vez que protagonizaban el documental They will have to kill us first. Este año ha visto la luz su segundo álbum Résistance y hemos podido conversar con Aliou Touré, cantante de Songhoy Blues, días antes de sus conciertos en Madrid y Barcelona en el marco de la gira mundial del grupo.

N.L: Conociendo la historia de Shongoy Blues y después de veros en el documental They will have to kill us first, ¿que se siente como músico cuando la música se prohíbe?

Como músicos ha sido un golpe muy duro, sobretodo teniendo en cuenta la importancia de la música en la cultura de Mali. Venimos de un país en el que la música está incrustada en el tejido social y cultural, e impregna la vida diaria de las personas. La prohibición de la música nos metió de lleno en una realidad muy difícil de soportar. La música es nuestro trabajo, pero también nuestra vida, nos quitaron una parte muy importante de nosotros, una parte de nuestra alma.

N.L: ¿Habéis vuelto al norte de Mali desde entonces?

Sí, por supuesto. Hemos podido volver y cuando no estamos de gira vamos a visitar a la familia.

N.L: Résistence es el título de vuestro nuevo álbum. ¿Os referís a vosotros o al conjunto de vuestro país?

Buena pregunta. Nosotros, personalmente, como grupo y como personas que hemos vivido una situación difícil, hemos resistido y seguimos resistiendo, pero no olvidamos que somos portavoces, mensajeros de nuestro pueblo, un pueblo que también resiste, todo el mundo en Mali ha resistido y resiste a las dificultades del país. De algún modo, este nuevo álbum es una continuidad respecto a nuestro álbum anterior (Music in Exile, 2015), entre lo que pasó en Mali en 2012 y lo que sigue pasando hoy en día en el mundo. Es algo que no concierne únicamente a Mali, ni a África, concierne al mundo entero, debe ser una resistencia global.

N.L: ¿De qué hablan las canciones de vuestro nuevo álbum?

Lo que queremos transmitir principalmente es la resistencia ante las situaciones difíciles, también de la vida cotidiana. Todo el mundo sabe que en Mali la vida es difícil, pero intentamos salir adelante a pesar de ello. Hay que tener en cuenta el lado bueno de las cosas para vencer el miedo. En Bamako, por ejemplo, a pesar de las dificultades, si sales por la noche hay mucho ambiente, mucha música, la gente tiene ganas de celebrar la vida e invitar a todo el mundo a estar unido, independientemente de las diferencias de etnia, color, cultura o de la lengua que se hable, y también queremos transmitir ese ambiente festivo en nuestras canciones, como por ejemplo con el tema Bamako.

N.L: ¿Cómo ves el futuro de Mali?

Hay que plantearse las cosas, ver qué es lo que no ha funcionado y lo que sí ha funcionado. Ser conscientes de lo bueno y de lo malo, hablarlo. Prefiero ser positivo en cuanto a nuestro futuro y el de nuestros jóvenes, tenemos que serlo. Y quiero ver un país que sale adelante a pesar de todo.

N.L: ¿Cuáles son los proyectos de futuro de Songhoy Blues?

Tenemos varios proyectos en Mali, pero de momento nos concentramos en nuestro rol de embajadores de nuestra música y nuestra cultura. Nos tomamos muy en serio este papel y el mensaje que queremos hacer pasar con nuestro trabajo.

N.L: ¿Cuál es exactamente ese mensaje que os gustaría que llegara al público?

El mensaje más importante es que la música debe ser un factor de unión, de reconciliación, de paz y de amor sin importar la cultura, el idioma o la religión de cada uno. Queremos que la gente sonría al escuchar nuestra música, que disfrute. En nuestros conciertos es la sonrisa del público lo que buscamos y lo que queremos ver.

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Natalia López Arriazu

Barcelona
Graduada en Cine y Audiovisuales por la ESCAC (UB) con especialidad en Dirección Artística y postgraduada en Sociedades Africanas y Desarrollo (UPF). Actualmente estudia Antropología Social y Cultural a distancia en la UNED.