El circo africano, un antiguo fenómeno contemporáneo

Miembros del circo africano "Mama Africa" durante un show del año 2007 REUTERS/Ina Fassbender (GERMANY)

Miembros del circo africano «Mama Africa» durante un show del año 2007 REUTERS/Ina Fassbender (GERMANY)

El circo es un fenómeno contemporáneo en África, un espectáculo de la arena transnacional que mezcla distintas disciplinas, tradiciones y valores. En éste fenómeno moderno bajo la forma actual, los africanos han pasado por diferentes etapas marcadas por las relaciones internacionales de cada momento. De algunas, sólo tenemos constancia a través de pinturas rupestres y textos antiguos, de otras nos llegan carteles y propaganda de la época colonial, pero no es hasta bien entrado el siglo XX que podemos hablar de un verdadero florecimiento del circo africano. Hoy, podemos gozar de muchos tipos de circos africanos, y su internacionalización demuestra el éxito que el circo ha tenido en África, tanto como espectáculo como herramienta educativa. Hoy tenemos la suerte de podernos dejar embrujar por la magia de los artistas y saltimbanquis, los contorsionistas y clowns, los bailarines, actores y actrices, que giran por todo el planeta como profesionales aplaudidos y admirados. Todos ellos llevan un legado enorme a sus espaldas, y son representantes de culturas que a menudo aún nos suenan muy lejanas.

El fenómeno circense se remonta a las antiguas civilizaciones mediterráneas y asiáticas, dónde se exhibían habilidades acrobáticas, bailes o pruebas de equilibrio para entretener a las élites y las cortes reales. En el Valle del Nilo, en Egipto, existen pinturas de acróbatas y equilibristas que datan del 2500 a.C, y se cree que fue durante el reinado de Alejandro el Grande que el circo, junto a la cultura griega, se expandió por todo el Mediterráneo, facilitando el intercambio de animadores, actores, acróbatas, comediantes y también animales por todo el imperio.

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En pleno siglo XVIII, y después de un periplo de varios siglos de comercio triangular y tráfico de esclavos africanos hacia América, el circo moderno –de la mano de Philip Astley (1742-1814) y Charles Hughes (1746-1797)- empezó a exhibir exóticas colecciones humanas, así como muchos museos, eventos comerciales, teatros y demás espectáculos se sumaron al “negocio-espectáculo etnológico” y a la industria del entretenimiento. La iconografía imperial y militar de Europa encontró durante el siglo XIX una gran propaganda en todo elemento de la cultura, especialmente en los espectáculos de ocio a los que la incipiente burguesía y las altas clases de la sociedad asistían. De esta forma, las tesis racistas eurocéntricas del darwinismo social que daban justificación al negocio esclavista, se alimentaron con supuestas muestras de in-civilización que rebajaban al hombre negro a la animalidad.

En 1930, en plena ocupación del continente por parte de las tropas occidentales, en Estados Unidos la «selección más rara de humanos del mundo» empezaba una gira bajo el nombre de Tribe of Genuine Ubangi Savages. El flyer del espectáculo de los empresarios Barnum & Bailey anunciaba a esos africanos como los de las “bocas y labios tan largos como los de los cocodrilos adultos”, y los situaba en la escala más baja de un progreso lineal que tenía su cúspide en la civilización moderna occidental. Esos “in-civilizados” se convirtieron en un espectáculo por pura otredad, que se presentó como argumento sobre la distinción de las razas, la evolución humana o la barbarización de lo no-moderno y lo no-occidental.

A partir de la emancipación de las naciones africanas, las artes escénicas adquirieron un papel fundamental en la transformación de las sociedades. Por un lado, la maquinaria política estatal se dio cuenta del poder que las artes escénicas tenían para comunicar rápidamente mensajes al público. Y por el otro, financiar y crear una escena local ayudaba a generar identidad comunitaria, y por lo tanto consciencia nacional. De esta forma, muchos estados realizaron un enorme esfuerzo para construir las industrias del espectáculo ya antes de las independencias, primero para dar fuerza a las luchas políticas dotándolas de elementos identitarios propios y después para fomentar herramientas de transformación que generaran dinámicas socio-económicas que hicieran crecer los nuevos países africanos. Se abandonó el imperialismo cultural del Norte y se dio protagonismo a los valores del Sud, empezándose a producir tanto teatro, música, cine o literatura en lenguas locales y poniendo en duda la legitimidad de las lenguas coloniales. La inversión pública fue enorme en algunas naciones, pero la privada se hizo notar con la misma fuerza en el mundo del espectáculo.

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Nokulunga Buthelezi, contorsionista sudafricana apodada la «Chica-Serpiente»

A finales de los años 70, el teatro para el desarrollo, que bebía de las fuentes de Freire y de Boal, tuvo una gran repercusión en el continente africano. A partir de los años 80 se impartieron diferentes talleres en Swazilandia, Malawi, Nigeria, Sierra Leona, Camerún, Lesotho y Zimbabwe. Muchas ONGs locales e internacionales, proyectos de cooperación, iniciativas empresariales o particulares interesados en el desarrollo cultural empezaron a apostar por la herramienta educativa del circo, entrenando a jóvenes de la calle en la práctica de las acrobacias, los contorsionismos, la introducción de las bicis de una rueda, los malabarismos, artes visuales, el arte del clown, los trucos de magia, el baile, la música… convirtiendo el circo en el arte escénico por excelencia por la cantidad de disciplinas que puede aglutinar. La posterior aparición del Movimiento del Circo Social (con ejemplos tan claros como el Cirque du Soleil) se convertiría en todo un boom a nivel mundial, dando paso a muchos proyectos circenses africanos dentro y fuera de sus fronteras. A día de hoy, podríamos decir que nos encontramos en uno de los momento más dulces del circo africano. Tanto en las calles, teatros y clubes de las ciudades africanas como en carpas y salas de ciudades de cualquier parte del mundo, cada vez es más fácil encontrar nombres africanos en los carteles.

Uno de sus ejemplos es el del mítico Circus Baobab de Guinea Conakry.

Otro ejemplo de la contemporaneidad de las artes circenses en África es el trabajo del Circus Debre Berhan de Etiopía.

O incluso podemos citar otros circos africanos fabulosos, establecidos fuera del continente, como es el caso del Circo Mama Africa, afincado en Alemania y en constantes giras internacionales.

 

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LLEWELLYN, L.O. Juggling Agendas: Circus in Ethiopia. Research Master’s Thesis. Leiden University, 2011.

VÁZQUEZ, R. Modernity, the Greatest Show on Earth. Thoughts on visibility en Borderlands e-journal Volume 9, Number 2, 2010.

 

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Investiga y escribe sobre ciudades africanas, derechos humanos y música. Le mueve la creatividad con la que construye futuro la juventud africana en contextos urbanos, especialmente en África del Este. Sus campos de trabajo son el periodismo escrito y radiofónico, la investigación o la gestión cultural. Cofundadora de Wiriko y coordinadora de Seres Urbanos (EL PAÍS), actúa como consultora independiente para entidades del tercer sector y actualmente, es Técnica de Cooperación Internacional en el Ayuntamiento de Girona. Licenciada en Filosofía (UB), posgraduada en Estudios Africanos y Desarrollo (UPF) y máster en Culturas y Desarrollo en África Subsahariana (URV).