Festival Internacional Duo Solo Danse (St.Louis, Senegal)

Artículo escrito por Nadia Valentín Pardo: Licenciada en Historia del Arte (UCM), Máster Oficial en Artes Escnénicas (URJC) y Postgrado en Cooperación y Gestión Cultural Internacional (UB). En los últimos años ha combinado su experiencia profesional como docente y mediadora intercultural con su labor como programadora y gestora cultural en España, Guinea Ecuatorial, Francia y Senegal. (Dakar, Senegal)

 

264400_528959173806715_1879644659_nDel 12 al 15 de junio de 2013 coreógrafos y bailarines de Senegal, Malí, Burkina Faso, Marruecos, Túnez, España, Francia, Suiza y los Países Bajos, se dieron cita en la sexta edición del Festival Internacional de Danza Duo Solo Danse, poniendo en movimiento las calles y conciencias de una bella, imperturbable y decadente St. Louis de arquitectura colonial, que por momentos parece anclada en el tiempo. Esta iniciativa de la Asociación Diagn´art, dirigida por el coreógrafo y bailarín senegalés Alioune Diagne, constituye probablemente la cita más importante de la danza contemporánea en Senegal y uno de los eventos fundamentales en la agenda cultural de las artes escénicas de África del Oeste.

A pesar de las dificultades financieras, que este año se han dejado sentir un poco más como consecuencia de la crisis económica en Europa, el festival ha conseguido reunir de nuevo una buena muestra de la creación contemporánea que se está desarrollando en estos momentos en África y en Europa, gracias a un equipo apasionado y perseverante, y a la fidelidad de ciertos sponsors y partenaires.

Durante cuatro días, los amantes de la danza, expertos y neófitos en la materia, han podido disfrutar de algunos espectáculos de gran calidad técnica y artística realizados por profesionales de renombre internacional y por jóvenes senegaleses en formación. El Instituto Francés, las calles de algunos barrios populares, el campus de la Universidad Gaston Berger, y diferentes edificios históricos de la ciudad, como por ejemplo la catedral, se convirtieron en los principales escenarios del Festival.

Y es que dos de los objetivos fundamentales de la Asociación Diagn´Art , además de favorecer el desarrollo y la difusión de la creación y producción de la danza contemporánea en Senegal, son: contribuir a su profesionalización, dando la oportunidad a jóvenes provenientes de diferentes puntos del país, de formarse e introducirse en el circuito profesional, y hacer accesible la cultura al gran público, ofreciendo de manera gratuita espectáculos y performances en las calles, o desarrollando proyectos pedagógicos artísticos en centros escolares a lo largo del año, dándole así la oportunidad de descubrir “nuevas” formas de expresión artística, que por desgracia, aún son desconocidas por buena parte de él y muy poco reconocidas a nivel social.

A este nivel, destacamos el estreno, en diferentes emplazamientos de la ciudad, de Sacre, resultado del trabajo coreográfico de Rachid Heldi con el grupo de adolescentes hip- hoperos que componen la compañía Art 2 Scène de Lille (Francia) y del trabajo coreográfico de Alioune Diagne, de la compañía Diagn´Art (Senegal), con un grupo de jóvenes pre-profesionales con mayor recorrido en hip-hop y sabar que en danza contemporánea. Una semana antes de que diera comienzo el festival, ambos coreógrafos pusieron en común en St. Louis, el trabajo que habían desarrollado durante meses con los jóvenes en sus respectivas sedes, terminando de dar forma a una interesante versión St. Louisiana de la ya centenaria La Consagración de la Primavera de los Ballets Rusos de Diaghilev. Sorprendente y enervante, fue la inesperada situación vivida en el campus de la Universidad Gaston Berger, cuando en plena función, un grupo de Baye Falls (grupo religioso perteneciente a una de las grandes corrientes del Islam en Senegal, el mouridismo), armados de sus instrumentos de percusión y de sus letanías religiosas, quisieron acallar la “revolucionaria” partitura de Stravinski. No deja de asombrar cómo después de tanto tiempo, esta pieza que produjo gran escándalo y marcó un antes y un después determinante y fundamental en la historia de la danza y de la música a principios del siglo XX, todavía puede generar el descontento y el miedo de aquellos que se atrincheran en la tradición y en unos supuestos valores únicos e inalterables, oponiéndose al devenir artístico contemporáneo.

Valores, tradiciones, religiones, que afectan y mutilan la libre expresión del verdadero “yo” de cada ser humano, perdido y en constante lucha en su búsqueda de identidad, como consecuencia de la opresión de ciertas imposiciones sociales. Valores, tradiciones, religiones y comportamientos sociales que han sido muy contestados, de manera más o menos explícita, en el trabajo de algunos coreógrafos como el solo Skett del tunecino Wadji Gagui, el dúo marroquí Résistances, coreografiado por Ahlam El Morsli (interpretado por él mismo y Charafe Ennaji) o varias de las piezas coreografiadas por Alioune Diagne, en las que las alusiones críticas a una práctica inquisitiva, anuladora y opresora del catolicismo o el Islam son evidentes.

 

Piezas militantes y combativas, con las que los artistas, desde una posición individual e introspectiva y en un diálogo muy íntimo y personal con su cuerpo y su conciencia, consiguen sin embargo, interpelar al espectador recordándole el poder de la colectividad ciudadana en la lucha por la transformación política y social de nuestro mundo. Emocionantes, las alusiones simbólicas a la Primavera árabe de Túnez (Skett –de Wajdi Gagui) y al movimiento ciudadano Y´en a Marre de Senegal (Banlieu de la Compañía Diagn´Art). 

« Quand j´étais blanche j´avais déjà une mère très blanche et un père très noir. Quand j´étais
blanche je m´appelais déjà Fatima N´Doye, mais ça n´avait aucun rapport avec moi » (Cuando
yo era blanca ya tenía una madre muy blanca y un padre muy negro. Cuando era blanca ya me
llamaba Fátima N´Doye, pero eso no tenía ninguna relación conmigo).

Así contaba entre texto y movimiento, la actriz, bailarina y coreógrafa franco-suiza Fátima N´Doye, compartiendo con el público las preguntas, sentimientos, vivencias, reflexiones, que le han ido acompañando a lo largo de su vida, en la búsqueda de sus raíces y de una identidad múltiple que supera colores y fronteras. Pero este no ha sido el único caso en el que el tema de la identidad ha estado presente. Y es que las coreografías que vienen inspiradas por una reflexión en torno a la búsqueda de identidad racial, sexual, religiosa, cultural…, en sociedades en mutación, cada vez más híbridas, urbanizadas y globalizadas, viene siendo una constante en la danza contemporánea de la Región, en los últimos años. Como muestra, podemos hablar del dúo Re-Naissance de los coreógrafos y bailarines senegaleses Hardo Ka y Gnagna Gueye o del solo Ni noir, ni blanchede esta última, en el que hace una crítica abierta al fenómeno por el cual muchas mujeres
negras (también hombres) utilizan dañinos productos cosméticos para blanquear su piel, víctimas del dictado de un heredado canon de belleza por el que todo lo relacionado con el mundo de los blancos es mejor y más bello. Destacamos además, en la propuesta coreográfica y escénica, a un prometedor joven burkinés, Souleymane Ladji Koné, discípulo de la Escuela Internacional de Danza de Irene Tassembedo (Burkina Faso). En su solo Màa Labyrinthe, acompañado por el músico Erwann Bouvier, nos habla también del complejo tema de la
identidad, a través de una técnica depurada en la que la danza contemporánea, el hip hop y la danza tradicional africana fluyen de manera natural.

Re-Naissance Ouakam d’Hardo Kâ & Gnagna Gueye from urban sceno dakar 2012 on Vimeo.

Mención aparte merece el dúo Entomo, de la compañía española EA&AE (Elías Aguirre y Álvaro Esteban), en gira por los cinco continentes desde 2009 y premiado en múltiples ocasiones. Presentado en la calle y en el Instituto Francés, la impactante precisión de movimientos, derivados de una perfecta fusión entre danza urbana, diferentes técnicas de danza contemporánea, una sesuda y minuciosa observación del comportamiento de los insectos y una muy buena y bien elegida música de Samuel Aguilar, dan como resultado una sobresaliente coreografía capaz de cortar al público la respiración, que con la boca abierta y los ojos como platos, por momentos puede llegar a confundir a dos bailarines de desbordante energía reproduciendo al milímetro movimientos y comportamientos animales, con dos hombres-insecto en constante y bailada lucha por su supervivencia, provocándole un cóctel de sentimientos bien intenso. Originalidad, brillantez técnica, disciplina y humildad caracterizan a estos dos coreógrafos y bailarines que además impartieron una fructífera clase magistral a los jóvenes en formación presentes en el festival.

El programa lo completaron el solo Idobscure (premio de la Fundación Orange en 2010) del maliense Aly Karembé, el dúo Coffe & Cigarettes, propuesta coreográfica de danza urbana de la holandesa Alida Dors, el dúo hip-hop Introspektion de la compañía senegalesa Kaddu y cuatro extractos de piezas de repertorio del Ballet Preljocaj (Francia), que aunque defendidas con nivel por tres jóvenes bailarines con gran dominio técnico, tal vez quedaron algo descontextualizadas dentro de la programación general del Festival. Los ausentes: la malgache Julie Iarisoa y el gabonés Peter Nkoghé, que por problemas de fechas y visado no pudieron estrenar su última creación T.SOU.DI.NO.RA. Pero en estos cuatro días de festival, el público st. Louisiano y visitante no sólo despertó sus sentidos viendo danza en vivo, sino que pudo disfrutar de proyecciones de cine al aire libre, gracias al Cinéma Numérique Ambulant, que llevó la danza a las pantallas, y de dos noches consecutivas de música y video durante el fin de semana. 

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La noche del viernes, el espectáculo Deggi Daj, que repetía festival después del éxito de 2012, con sus seis baterías de diferentes partes del mundo y un grupo de percusionistas senegaleses, hicieron vibrar a un público que de manera espontánea se arrancaba a bailar sabar a ritmo de hip hop, poppin a ritmo de samba o danza contemporánea a ritmo de funky. El broche final lo pusieron los video-artistas Marco Lena y Tiziana Manfredi, que proyectando sobre la fachada de uno de los edificios coloniales, a orillas del río Senegal, compusieron su propia coreografía haciendo bailar de nuevo, a ritmo de Pink Floyd, dub y música electrónica, a muchos de los artistas que han ido pasando por el festival desde sus inicios, provocando cierta nostalgia en aquellos que desde hace algún tiempo no faltamos a esta cita anual.
 
No podemos terminar, sin hacer mención del mítico barco de los años 50 Bou el Mogdad, icono y centro neurálgico del Festival. Anclado en el río Senegal, con unas fabulosas vistas al puente Faidherbe, en él se alojan los bailarines invitados, se discute sobre los espectáculos al calor del ataya (té preparado al modo tradicional senegalés), se comparten e intercambian opiniones, ideas, contactos, se construyen redes de manera espontánea, pero sobre todo, se ríe y se baila mucho, hasta altas horas de la madrugada, en un ambiente muy distendido y amigable que engancha a todo aquel que tiene la oportunidad de desplazarse a St. Louis por estas fechas.

 

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Nadia Valentín

Licenciada en Historia del Arte (UCM), Máster Oficial en Artes Escnénicas (URJC) y Postgrado en Cooperación y Gestión Cultural Internacional (UB). En los últimos años ha combinado su experiencia profesional como docente y mediadora intercultural con su labor como programadora y gestora cultural en España, Guinea Ecuatorial, Francia y Senegal (Dakar, Senegal).