Gili Yalo, la voz de las raíces etíopes de Tel Aviv

Tiene 36 años, nació cerca de Gondar, en Etiopía, y vive en Tel Aviv, en Israel. Como tantos otros niños de la diáspora etíope, tuvo que hacer un largo camino hacia el exilio. Cuando tenía 4 años, sus padres se aventuraron a salir de Etiopía en la famosa Operación Moisés, un rescate secreto del Mossat, el servicio de inteligencia israelí, que evacuó cerca de 8.000 etíopes a través de un prolongado viaje por Sudán para subir a vuelos secretos que salieron desde Jartúm. Hoy, Gili Yalo es uno de los nombres de la escena musical emergente de Israel, y sus raíces etíopes juegan un fuerte papel en su sonido, que ha vuelto a recuperar en su recién retorno al país que lo vio nacer. Con él estuvimos durante el último Gibraltar World Music Festival, y pudimos conocer más sobre este artista, tanto como sobre los falashas, o etíopes judíos.

Gili Yalo en el Gibraltar World Music Festival 2017. Fotografía de Gemma Solés i Coll / Wiriko.

Cuando ser judío salvó a los etíopes de la hambruna:

El presidente marxista Mengistu Haile Mariam había prohibido la práctica del judaísmo y la enseñanza del hebreo en Etiopía, y la hambruna azotaba con fuerza a millones, que llegaban por miles a los países vecinos. «La historia de los judíos en Etiopía se remonta a más de 2.ooo años. Era 1984 y había rumores de que si podíamos llegar a Sudán, el gobierno israelí nos trasladaría hacia Israel. Para nosotros Jerusalén significaba una tierra de leche y miel, y un lugar de espiritualidad. Así que anduvimos durante meses junto a otras familias judías etíopes«, cuenta Gili Yalo.

El cantante y compositor forma parte hoy de una comunidad de cerca de 140.000 judíos de origen etíope que viven en Israel, la mayor parte de los cuales llegaron a la Tierra Prometida a través de la Operación Moisés o la Operación Salomón, en 1991, donde cerca de 14.500 personas fueron trasladadas a Israel en menos de 36 horas. Para muchos, esa maniobra del gobierno israelí era una estrategia para reforzar los asentamientos judíos en el país, fundado en mayo de 1948. Para los etíopes, era una salvación de la catástrofe humanitaria que se saldó con cerca de un millón de vidas y que convirtió al país en un símbolo de la pobreza y el hambre para siempre. Aunque Gili recuerda vagamente esa travesía, dice que ahí está la génesis de su carrera. «Pasé la mayor parte de la travesía a cuestas de mi padre, cantando. Y muchas personas se acercaban a mis padres profesando que yo sería cantante«, explica Gili.

Judíos etíopes, conocidos como Falashas o Beta Israel, a bordo de un avión de la fuerza aérea israelí que voló de Addis Abeba a Tel Aviv en 1991. Fotografía de Patrick Baz / AFP / Getty Images.

El «making off» de Gili Yalo:

La familia Yalo tuvo suerte. Pero la huida a través de Sudán no estuvo exenta de asesinatos, violaciones, enfermedades, hambre, robos y separación de seres queridos, que creó amargos recuerdos entre la comunidad etíope. «Ya en Israel, cuando tenía 9 años, me uní al coro de la escuela. Y con ellos me fui de gira por Francia«, explica el músico. Tras varios años en el coro, le tocó hacer el servicio militar a los dieciocho. «No quería empuñar un arma, y casi me meten en prisión por ello. Pero conseguí, aunque no es muy usual, que me dejaran formar parte de la banda militar«.

Al terminar la mili, Gili Yalo se unió al grupo Zvuloon Dub System. Siendo una de las bandas de reggae más míticas del país, su presencia hace que el amhárico, junto al inglés, se entronicen como símbolos de la multiculturalidad en Israel. «Cuando empecé a cantar en amhárico me sentía incómodo. Me daba mucha vergüenza utilizar mi lengua materna en Israel. Era muy cauto cuando se trataba de mostrar mis raíces«, confesa Gili. «Una cosa era mostrar mi origen en la moda, en mi ropa.. y otra era cantar en amhárico«, dice el joven, muy consciente de la discriminación y el racismo que la comunidad etíope sufre en Israel. Sin embargo el mensaje de la banda era la paz, el amor, la solidaridad y la igualdad de derechos para todos, que, en un país tan polémico, era algo absolutamente necesario.

«Lo vi claro cuando en un concierto hicimos una versión de la canción ‘Tenesh Kelbe Lay’, de Muluken Mellesse, un cantante y baterista etíope. El público enloqueció, aunque no entendían el amhárico«, explica Gili Yalo. «Eso me hizo sentir muy orgulloso de mis raíces, y me empecé a preguntar por qué no hacía más de ese estilo«. Zvuloon Dub System empezaron a indagar en la rica tradición sonora de Etiopía, y poco a poco, Gili se fue encontrando más y más cómodo en un estilo que había sonado en su casa desde su niñez.

Mezclando sus diferentes influencias y su rico bagaje cultural, Yalo halla un camino personal hacia la expresión artística. En él, Reggae, Hip-Hop, Dancehall, Jazz, Blues, Funk, Rock y Ethio-jazz forman parte de las fuentes inagotables de las que bebe, creando un estilo ecléctico muy interesante. «Así, hace cerca de dos años, decidí empezar un proyecto en solitario, como Gili Yalo. Empecé a actuar y grabar algunas sesiones, y me pareció un viaje maravilloso y fascinante, en el que sigo sumergido«, reconoce el etíope-israelí, que aún no ha dado a luz a su primer álbum.

Reivindicando las raíces africanas en el estado de Israel:

«Cuando empecé a escribir canciones no quería escribir sobre amor, era algo demasiado privado. Escribí desde mi sentimiento como etíope en Israel. Canciones más bien políticas y sociales«, explica el cantante, que reconoce haberse sentido discriminado por ser de origen etíope durante toda su vida. «Hagas lo que hagas, aunque vivas en Israel, eres etíope. Tus padres te han criado como a un etíope, porque viven en un entorno de cultura etíope. Hasta más o menos los veinticinco años, luchaba para ser considerado un israelí. Pero llega un punto de tu vida que te das cuenta de que no solo eres de Israel. Y que eres ambas cosas«, manifiesta Gili, reivindicando una identidad híbrida y personal.

Al igual que la familia Yalo, decenas de miles de inmigrantes africanos indocumentados, en su mayoría eritreos y sudaneses, se han establecido en Israel desde hace décadas. Huyendo de la pobreza o la violencia, la mayoría han arriesgado sus vidas cruzando el desierto del Sinaí a pie, y en el peor de los casos, cayendo en las garras de las mafias que trafican con seres humanos. Pero el estado israelí erigió un muro en 2012 a lo largo de la frontera con Egipto, reduciendo drásticamente el número de recién llegados, y un centro de detención de refugiados, Holot Camp, operativo desde 2014. La derecha del país arguye a la necesidad de preservar la «identidad judía», sea lo que sea que eso signifique para ellos, del Estado de Israel. Además, desde mediados de 2016, el estado ofrece dinero en efectivo y vuelos gratuitos a los solicitantes de asilo africanos que aceptan regresar a casa o volar a otros países africanos, y obliga a los empresarios que tengan a migrantes africanos contratados a ceder parte de sus sueldo en forma de impuestos para pagar este retorno.

Gili Yalo, en el Gibraltar World Music Festival 2017. Fotografía de Gemma Solés i Coll / Wiriko.

Referente para muchos de estos africanos, judíos y no judíos, asentados en Israel, Gili Yalo se muestra claro sobre la necesidad de conocer y llevar por bandera y con orgullo los orígenes. «Hay algo muy importante que debemos comprender. Sin raíces, como los árboles, podemos hundirnos muy rápido. Pero si tienes las raíces bien cimentadas, no importa lo que te digan o lo que te hagan. Hay que comprender la historia y la cultura de cada uno. Llevarla con uno mismo«, confesa el músico, que sigue investigando y descubriendo, en un viaje de auto-descubrimiento interior, la cultura etíope.

«Estuve en Etiopía hace dos meses, por primera vez desde que era un crío. Fue un auténtico shock, aunque de forma muy positiva. Y ahora estoy absolutamente obsesionado en saber más. Quiero volver, y volver a volver, una y otra vez. Ha sido maravilloso reencontrarme con mi país de nacimiento», confiesa Gili, que quiere seguir explorando la diversidad cultural etíope y las diferentes formas de diáspora que Etiopía ha generado fuera y dentro de África.

Sumergido en la grabación de su primer álbum, Gili Yalo también avanza que no solamente va a contener una exploración de las raíces musicales etíopes, o de temas políticos y sociales. «Poco a poco he ido atreviéndome más con temas más personales, como la decepción en el amor. Así que mi primer álbum tendrá estas dos temáticas: raíces y amor, que al fin y al cabo son lo mismo para mi«, desvela el ex-marido de la cantante etíope-israelí Ester Rada y colaborador de productores de la talla de Beno Hendler (Balkan Beat Box) y Uri Brainer Kinrot (Boom Pam).

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Investiga y escribe sobre ciudades africanas, derechos humanos y música. Le mueve la creatividad con la que construye futuro la juventud africana en contextos urbanos, especialmente en África del Este. Sus campos de trabajo son el periodismo escrito y radiofónico, la investigación o la gestión cultural. Cofundadora de Wiriko y coordinadora de Seres Urbanos (EL PAÍS), actúa como consultora independiente para entidades del tercer sector y actualmente, es Técnica de Cooperación Internacional en el Ayuntamiento de Girona. Licenciada en Filosofía (UB), posgraduada en Estudios Africanos y Desarrollo (UPF) y máster en Culturas y Desarrollo en África Subsahariana (URV).
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