Nila Band, ya entre la escena musical africana en Londres

Artículo escrito por Estrella Sendra: Licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad de Sevilla, máster en Critical Media and Cultural Studies en el SOAS de Londres y especialista en cine y culturas africanas. Actualmente es profesora de Media Studies en la University Foundation Programme (David Game college) y directora de Marketing para el Norte de África, América Central y del Sur. Su ópera prima es Témoignages de l’Autre côté, un documental sobre la inmigración senegalesa en España.

 

Hay muchos lugares en Londres que llevan a África. O más bien a una pequeña parte de África, pero que se va extendiendo, fusionando al mismo tiempo que dispersando, cuando se asiste a más de uno de esos lugares. El primer viaje surge casi de manera accidental. Entras en un sitio que suele tener buena música en directo, como The Vortex, el club de jazz en la transitada plaza de Dalston, Gillet Square, o Passing Clouds, un pub con eventos de lo más variopintos, desde presentaciones de libros, proyecciones de películas con algún tipo de interés político o sociocultural, hasta largas noches de bailes entre un ambientazo musical… O también en el este de Londres, en el ático de los cines Hackney Picture House, o Rich Mix, en Shoreditch, un cine con biblioteca y salas que acogen buenas películas y festivales. Y también un poco más al sur, en The Ritzy, ese cine que exhibe películas de distintas nacionalidades y géneros, y el legendario pub de Brixton, The Hootananny, con todo tipo de bandas de reggae y música latina, y de fusión, bajando la calle desde The Rizty. Todos esos lugares, entre otros, permiten saborear sonidos africanos. Sonidos africanos que han sido “glocalizados”, es decir, adaptados a la capital británica, punto de encuentro de tantas culturas.

El primer viaje a los ritmos africanos no se olvida, en la mayoría de las ocasiones por la calidad musical, cargada también de ciertas dosis de inevitable “orientalismo”. Es decir, esa admiración por Oriente (identificando a Europa y América con Occidente por oposición) en la que se siente atracción por lo exótico, lo desconocido, según analizaba el escritor y profesor palestino Edward Said. Sin embargo, un fenómeno, éste del orientalismo, que ha sido cómplice de simplificaciones y falsas asociaciones de “otros” lugares, mirados desde ojos occidentales. Poco a poco, esa mirada se va contrarrestando por el protagonismo de voces propias, de sonidos que se desplazan, se mezclan y se comparten. Sonidos que abren la puerta a un continente cuya riqueza cultural no ha alcanzado aún el grado de reconocimiento profesional que sus integrantes reclaman, la mayoría de las veces por la falta de solidez de las redes de distribución.

Uno de los espacios para celebrar esta música es Open the Gate, un festival totalmente gratuito, que abrió sus puertas de 12 del medio día a 12 de la noche, en Rich Mix el domingo dos de junio. Aunque este espacio supuso para muchos de los asistentes un primer viaje, para muchos era ya, al menos, el segundo viaje. La larga tradición de inmigración africana en Londres ha formado una sólida diáspora que no solo reúne a grandes músicos y artistas de distintos países del continente, como Diabel Cissokho, Jally Kebba Susso, o Kodjovi Kush, todos allí presentes como artistas o como público, sino que convierte a la cosmopolita capital en un lugar de emergencia de grandes músicos y artistas. Éste es el caso del joven Alioune Samb, fundador de Nila Band, una de las participantes en el festival Open the Gate.

Alioune Samb nació en los años 70 en la capital de Senegal, Dakar, en una época marcada por la consolidación de la primera generación de artistas senegaleses, como Youssou Ndour, Laye Mboup (hasta su muerte, principal cantante de la Orquesta Baobab, Ismael Lô (cuya canción ‘Tajabone’ alcanzó mucha fama en España tras servir de banda sonora de la película de Almodóvar Todo sobre mi madre), o Souleymane Faye, que popularizaron la música senegalesa. Ya esta música, diez años después de la independencia de Senegal, adaptaba estilos de la música tradicional wolof (etnia mayoritaria del país), con influencias afrocubanas, de aquellos que habían emigrado y vuelto a Senegal, y el estilo de los “boy towns” de las zonas urbanas de Dakar. En efecto, desde la colonización del país, la cultura tradicional senegalesa estuvo y sigue estando en un continuo proceso de metamorfosis. Esto se debe a la influencia de las fuerzas internas y externas: el constante flujo de personas que van, y en muchos casos vienen, a Europa, Estados Unidos, y por tanto, donde se crea una especie de espacio de tránsito permanente, dada la situación geográfica de Senegal. Esta mezcla cultural se manifiesta por supuesto en la cultura popular actual, a través de determinadas formas de vestirse, peinarse, comportarse, pero también, de la manera de hacer música. Ya no se trata de reproducir patrones normalmente asociados con la “tradición”. Resulta cada vez más difícil definir este término, porque esa tradición se enriquece con múltiples influencias, como el blues, el jazz, la salsa, el reggae, el hip-hop y el rap…

Por tanto, no es de extrañar que el propio Alioune Samb, miembro principal de Nila Band, describa así su música, como una mezcla de blues, jazz y salsa, pero que parte de lo que el llama la música tradicional senegalesa, el sabar, que son los tambores (entre 6 y 12) que se tocan con una sola mano y un palo no muy grueso, y que dan lugar a un tipo de percusión muy característica, acompañado por el mbalax, el tulli y el talmbat, siendo el mbalx el acompañamiento rítmico (o bàkk) más conocido. Siguiendo con la tradición oral, si bien en otras partes de África occidental los responsables de la transmisión oral, los griots, o géwëls en wolof, lo hacían a través de la palabra, en Senegal, se entendía que era a través de la música, en la que los propios tambores hablan, con determinados patrones que se repiten, pero que no todos consiguen sacar a los tambores, sólo los griots. Fue en los setenta precisamente donde se dio el auge del mbalax, con Youssou Ndour, entre otros. No sólo se escuchaba en bares, sino en ceremonias de gran importancia en la vida social senegalesa, como bautismos y bodas. Esta es una influencia muy notoria en Nila Band, como por ejemplo en Wallou, cuyo mbalax recuerda al fondo rítmico de muchas canciones de Youssou

Sin embargo, no todo en África son tambores. De hecho, uno de los principales instrumentos de Senegal, propio de los griots, es la kora, en Londres representada principalmente por Jally Kebba Susso y Diabel Cissokho. En el caso de Alioune Samb, el instrumento es el teclado. Según cuenta a Wiriko, su carrera musical empezó tarde, porque sus padres preferían que se centrara en sus estudios – “Sobre todo mi padre estaba en contra de que tocase. Pero la música es algo que uno no puede esconder. Si la siento, tengo que hacer algo”. En principio, empezó con el bajo, que su primo le prestaba, pero como era zurdo, no le iba muy bien. Hasta que un día llegó su hermano de España con un regalo que le cambiaría la vida: un teclado. En cuanto su primo le escuchó, confirmó lo que ya Alioune presentía, que ése era su instrumento – “Desde entonces, empecé a tocar el teclado, a escondidas en casa. Me ponía detrás de la puerta a tocar. Si escuchaba a mi padre, lo escondía corriendo debajo de la cama. Y abría los libros, haciendo como que leía o estaba aprendiendo algo. Así fue cómo aprendí, vaya, no fue fácil”.

Entonces sus padres conservaban la idea de la música de la generación que habían vivido, asociada a una mala vida que se ganó peor reputación. Pero poco a poco Alioune les demostraría que la situación había cambiado y que la música se podía entender como una profesión respetable. Así en 1995 se unió a Super Jam, junto con unos amigos, y más tarde a Masla Bi. Y llegó a tocar con una de las voces femeninas más importantes de Senegal, Fatou Guewel, en salas como el Centro cultural del instituto francés, tiempos que recuerda como una buena experiencia, en las que aprendió mucho. Venir a Londres, en principio de gira, era en realidad un intento de dar un salto a la profesionalización de su música, y sobre todo una oportunidad para desarrollarse a nivel musical. De momento está trabajando muy duro para que este proyecto profesional se convierta en una realidad cada vez más cercana. Alioune ve en Londres una oportunidad de relaciones, muy típico, tal como lo han analizado expertos como Lucy Durán, de la música que se crea en la diáspora africana. Se da un fenómeno de colaboración, en la que griots tocan con no-griots, con gente también local, como puede verse en este festival Open the Gate. Hay guitarras y bajistas españoles, británicos, y no están de fondo, sino que son caras que se reconocen también en los distintos conciertos. Son músicos que se han integrado en esta diáspora, y que, tal vez de manera no intencionada, han revolucionado, en conjunto con los propios músicos senegaleses, el estilo musical del griot, ahora mucho más contemporáneo, pero sin olvidar nunca las raíces. Alioune lleva ya siete años en Inglaterra, pero para él éste no es más que la fase final del inicio de su viaje.

 

Recursos

Falola, T. &. (Ed.). (2010). Music, performance and African identities. London: Routledge.

Kwabena Nketia, J. (2005). Ethnomusicology and African Music. Accra, Ghana : Afram Publications.

Racanelli, D. (2011). Diasporic Jeliya as a Collaborative Trade in New York City. African Music: Journal of the International Library of African Music , 9 (1), 136-154.

Tang, P. (2007). Masters of the sabar : Wolof griot percussionists of Senegal . Philadelphia, PA: Temple University Press.

 

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Estrella Sendra

Profesora investigadora at King's College London
Estrella Sendra es doctora en Lenguas y Culturas Africanas por la School of Oriental and African Studies (SOAS, University of London), y profesora investigadora en Cultura, Medios e Industries Creativas (Festivales y Eventos) en King's College London. Su investigación y docencia se centran en festivales, cine e industrias creativas en África. Desde 2011 se ha especializado en el área de Senegal, donde hace estancias de manera regular.
1 comentario
  1. Joaquín Dice:

    Una maravilla en Tecnicolor. Un artículo interesante. Me alegro de haberlo leído.

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