In Memoriam: Los músicos africanos que nos dejaron en 2019

En la cosmogonía del África Occidental, los ancestros —aquellos que han pasado del mundo material al universo de «lo invisible»— no se consideran completamente desaparecidos. Por lo contrario, perduran entre los vivos, especialmente gracias a la labor de los griots o jelis, que tienen el don de rememorar y transmitir su legado a aquellos que se quedan a través de la palabra hablada y la música. Con el afán de rendir tributo a aquellas voces y músicos africanos que nos dejaron en 2019, Wiriko reconoce la labor de distintas personalidades del universo sonoro del África al Sur del Sahara que han pasado al mundo de los ancestros este pasado 2019.

¡Que la tierra les sea leve y que nunca olvidemos su huella!

Oliver «Tuku» Mtukudzi

22 de septiembre de 1952 – 23 de enero de 2019

(Zimbabwe)

Uno de los músicos más prolíficos del África austral, uno de los artistas más legendarios a los que Wiriko ha podido entrevistar, nos dejó a los 66 años a causa de complicaciones por diabetes. Guitarrista, cantante, compositor e incluso actor, el estilo que acuñó —Tuku— le valió el apodo con el que cariñosamente se lo conoce. «El principal papel de la música es dar esperanza a la gente. Esa es la finalidad de mis canciones, la ilusión», nos decía en 2016. Y es que sus canciones, sutilmente políticas, le permitieron evitar el exilio y convirtieron en el artista más popular de Zimbabwe, tomando temas como el SIDA o la pobreza como lecciones pedagógicas cantadas en shona. Grabó la friolera de 67 álbumes; y protagonizó Jit (1990) —el primer largometraje con elenco zimbabwense— y Neria (1993) —la historia de una mujer empobrecida por no poder heredar las tierras de su difunto esposo—. Tuku ya era una estrella, ahora lo es, además, desde el firmamento.

Ayub Ogada

1956 – 1 de febrero de 2019

(Kenya) 

Hijo de Mombasa, Job Seda, más conocido como Ayub Ogada, ha sido uno de los principales responsables de dar a conocer al mundo las tradiciones sonoras Luo. Maestro del nyatiti —lira keniana de ocho cuerdas— su voz suave y penetrante y su interesante y rica propuesta musical sedujo a Peter Gabriel, quien lo llevó por los principales festivales de Músicas del Mundo y lo fichó para Real World Music. Tras su debut discográfico en 1993, En Mana Kuoyo (Solo Arena), su originalidad y afán de dejar huella en el universo de la música le valieron ser incluido en la banda de El Jardinero Fiel. Intelectual y profundamente crítico, su carácter reflexivo tiñó las letras de los cinco álbumes que conforman su carrera discográfica, que es una de las más brillantes que han salido del Este del África. Nos dejó con tan solo 63 años.

Sali Sidibé

1959-8 de febrero de 2019

(Mali)

Apodada la «Perla Negra de Wassoulou», Sali fue una de las principales voces de la Ensemble Instrumental du Mali, grupo que popularizó el pop Mande tras la independencia de Mali. Parte del elenco de mujeres del recopilatorio The Wassoulou Sound: Women of Mali del 94, captó la atención internacional de discográficas como Stern’s Africa y Shanachie, que la lanzaron al mercado europeo y la llevaron de gira por distintos festivales. A pesar de no trascender como solista, la cantante actuó durante años junto el instrumentista de kamelengoni Harouna Samaké — uno de los músicos reclutados por Salif Keita más tarde—. Su crítica política la dio a conocer como una voz rebelde y desafiante que fue una de las cantantes preferidas del presidente Amadou Toumani Touré. Nos dejó con solo 60 años. 

Issa Cissokho 

1946 – 24 de marzo de 2019

(Senegal)

Miembro de la legendaria Orquesta Baobab, el saxofonista senegalés Issa Cissokho nos dejó el año pasado a la edad de 73 años. De alegría permanente, su figura era tan apreciada encima de los escenarios como detrás de las bambalinas por los miembros de la mítica banda de salsa africana a la que se unió en 1972. Parte de otros elencos como la Super Etoile de Youssou N’dour, el saxofonista tenor marcó a varias generaciones de amantes de la música de influencia cubana en todo África Occidental y fue un personaje querido y apreciado por todo el mundo. Muy vinculado al movimiento artístico del laboratorio Agit’Art, de la capital dakaroise, a su fallecimiento, las condolencias se hicieron extensivas a un gran número de personajes de la cultura de toda la región.

J.H. Kwabena Nketia

22 junio de 1921 – 13 de marzo de 2019

(Ghana)

Etnomusicólogo y compositor ghanés, Nketia es considerado uno de los mayores eruditos mundiales en tradiciones musicales africanas. Panafricanista de raíz, su empeño en defender la diversidad de lenguajes armónicos en África subsahariana fue perenne y su trabajo incansable desde antes de la independencia ghanesa lo llevó a ser Catedrático en la Universidad de California; la universidad de Pittsburgh; y la Universidad de Ghana, desde donde escribió cientos de artículos y libros tanto en inglés como en twi sobre teoría de la música y folklore. Compuso muchísima música para coros, solistas y grupos instrumentales, y su «Etnomusicología y música africana» (2005) es hoy uno de los manuales básicos para el aprendizaje de la música en aulas de todo África. Nos dejó, tras una dilatada carrera, a la edad de 97 años.

Mose Fan Fan

16 de octubre de 1945 – 3 de mayo de 2019

(RDC) 

El guitarrista zaireño Ferdinand Mose, más conocido como Mose Se Sengo (nombre «africano» que adoptó después de que Mobutu Sese Seko tomara el poder en 1965) o por su nombre artístico Mose Fan Fan —tomado del personaje de la película francesa Fanfan la Tulipe, fue uno de los músicos más punteros de la era dorada de la rumba congoleña. Sus dedos marcaron la frenética y pegadiza pulsión que levantó y sigue levantando los ánimos de todo el continente con la banda OK Jazz de Franco Luambo, que mezclaba maringa —una versión local de palm wine— y ​​agwaya —un temprano rock’n’roll del Congo—; y posteriormente fundó su propia banda: Somo Somo. Tras su paso por Zambia, Tanzania y Kenia, donde contribuiría a la propagación de los sonidos congoleños, se estableció en el Reino Unido, donde continuó grabando y tocando «apadrinado» por Sterns African Music. Nos dejó con 74 años y un sinfín de colaboraciones con bandas de todo África.

Johnny Clegg

7 de junio de 1953 – 16 de julio de 2019

(Sudáfrica)

Icono de la música sudafricana y activista anti-apartheid, perdió la batalla contra un cáncer de páncreas a la edad de 66 años. Apodado como el «zulú blanco», Clegg había nacido en Inglaterra pero se mudó con su madre a la antigua Rhodesia (hoy, Zimbabue) a la temprana edad de 6 años, donde a los 17 formó la banda Juluka junto al migrante zulú Sipho Mchunu. Aunque fue con la reconocida y exitosa banda Savuka, el grupo que formó a mediados de los 80, con la que fusionó influencias zulú, música celta y rock para regalarle al mundo «Asimbonanga», el primer tema que pidió abiertamente la liberación de Nelson Mandela. «Johnny deja huellas profundas en los corazones de todas las personas que se consideran africanas. Nos mostró lo que era asimilar y abrazar otras culturas sin perder su identidad», decía su representante Roddy Quin al dar a conocer la noticia del fallecimiento del músico y antropólogo. Probablemente, la pérdida africana más mediática del 2019.

Dj Arafat

26 de enero de 1986 – 12 de agosto de 2019

(Costa de Marfil)

Víctima de un accidente de motocicleta en Abidjan, el artista marfileño Ange Didier Houon, también conocido como DJ Arafat —o más popularmente como Yorobo—, nos dejaba prematuramente a la edad de 33 años. La estrella del Coupé-Décalé, fue el artista africano más influyente internacionalmente según Forbes Afrique en 2015 y consiguió dos de los premios más prestigiosos de la música en África, los Kora —mejor artista africano de 2012 y mejor artista masculino de África occidental—. Su desaparición repentina, en plena Tabaski, chocó a toda la escena Pop y R&B africana contemporánea, que se volcó con mensajes de condolencias en las redes. Dj Arafat prometía una carrera ascendente de la talla de DaVido o WizKid, que quedó truncada por una de las lacras del continente africano: los accidentes de tráfico.

Kehinde Lijadu

22 de octubre de 1948 – 9 noviembre de 2019

(Nigeria) 

Kehinde Lijadu, la mitad del legendario dúo nigeriano de las Hermanas Lijadu —segundas primas de Fela Kuti—, fallecía a los 71 años a finales de año. Su hermana gemela y compañera de banda Taiwo escribía ese mismo día: “Kehinde fue mi luz, mi amor, mi alma gemela … mi todo. Estoy desconsolada y la extrañaré muchísimo”. Juntas, lanzaron su primer álbum (Iya Mi Jowo) en 1969, y durante los 70 y 80 Decca les editó otros discos donde la fusión de jazz, rock, soul, Afrobeats y disco las entronizó como una de las propuestas más exquisitas de la región. Hablando de asuntos como los disturbios callejeros, en el 72 actuaron junto a Ginger Baker en los Juegos Olímpicos de verano de Munich, y en los 80 se mudaron a Nueva York para colaborar con King Sunny Ade. Knitting Factory Records las reeditó en 2012 y levantaron el interés de un montón de sellos más. Una de sus preocupaciones era denunciar la escasez de mujeres en la escena musical de África occidental.

¡Gracias por vuestro immenso legado!

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Investiga y escribe sobre ciudades africanas, derechos humanos y música. Le mueve la creatividad con la que construye futuro la juventud africana en contextos urbanos, especialmente en África del Este. Sus campos de trabajo son el periodismo escrito y radiofónico, la investigación o la gestión cultural. Cofundadora de Wiriko y coordinadora de Seres Urbanos (EL PAÍS), actúa como consultora independiente para entidades del tercer sector y actualmente, es Técnica de Cooperación Internacional en el Ayuntamiento de Girona. Licenciada en Filosofía (UB), posgraduada en Estudios Africanos y Desarrollo (UPF) y máster en Culturas y Desarrollo en África Subsahariana (URV).
1 comentario
  1. Rodrigo Salomón Escobar F.m Dice:

    C´est la vie! dicen los franceses! ¡así es la vida!

    Es una lástima que esas estrellas humanas que en su vida brillaron entre los mortales con su música, hayan ya partido dejando sus notas musicales en el camino que hicieron al andar como dice el poeta español.Ahora, afortunadamente, seguirán brillando como eternas estrellas en el firmamento de la noche. ¡Así, sus acordes musicales arrullarán nuestros sueños por siempre!

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