Una descarnada y violenta novela romántica

Da la impresión de que en la literatura ecuatoguineana contemporánea están emergiendo las novelas sobre la diversidad sexual y afectiva, prácticamente como un género en sí mismo. O al menos, varias de las últimas obras editadas en España de autores o autoras procedentes del país africano tienen este nexo en común. El último de estos ejemplos es Juntos antes que anochezca, de Chris Ada, publicada por la editorial Baphala que, con el objetivo de “descubrir las mejores obras de la literatura poscolonial LGTBIA”, ya he puesto en manos de los lectores algunas obras de autores africanos con esta perspectiva.

El joven escritor ecuatoguineano, Chris Ada. Fuente: Editorial Baphala

Lo que destaca de Juntos antes que anochezca es que se trata de un relato descarnado, con una narración explícita y sin artificios, tanto cuando se refiere a los encuentros sexuales como cuando describe la violencia. El jovencísimo Chris Ada, que no ha cumplido los 23 años, relata con el mismo brutal realismo un escarceo amoroso que una tortura y así, las setenta páginas de esta novela corta transmiten básicamente un ambiente tórrido, angustioso y asfixiante.

Los editores han querido que este relato, que da a conocer a un autor emergente también en su país y más conocido allí por su faceta cinematográfica, vaya bien acompañado. Aparece precedido de una introducción de Trifonia Melibea Obono, una de las escritoras ecuatoguianas contemporáneas más conocidas en España y un referente de la literatura LGTBIQ; y también está acompañado de un breve prólogo de Luis Melgar, un diplomático conocedor de la situación en el país porque mientras dirigía el Centro Cultural de España en Malabo, propició talleres de escritura y también la constitución de la primera organización de defensa del colectivo LGTBIQ de Guinea Ecuatoria.

Juntos antes que anochezca tiene mucho de la idea más extendida de la novela romántica, incluída la elevada carga de erotismo y algunas situaciones fuertemente estereotipadas, sobre todo en esa relación amorosa entre los dos protagonistas. Sin embargo, también tiene algunas diferencias, como la dimensión más oscura y tenebrosa, el paseo por la periferia de la sociedad y el recorrido por la marginalidad, la violencia, los abusos de las autoridades o el choque frontal con las estructuras más tradicionales de la sociedad, incluida la familia.

El relato transmite la historia de un joven de familia acomodada, de hecho, una familia próxima al poder, una circunstancia que en Guinea Ecuatorial tiene unas connotaciones muy concretas, que no es capaz de aceptar la homosexualidad del hijo. El rechazo conduce a joven a un abismo y a un recorrido por la cara oscura de la sociedad. Sin embargo, ese recurrido pone al descubierto cómo esa cara oscura forma parte inseparablemente de la sociedad, no es tanto la parte rechazada, como la parte escondida fruto de los prejuicios y la hipocresía. A pesar del dramatismo, o más bien dentro de ese esquema de novela romántica al uso, la historia da una nueva oportunidad al joven Dashis. A través de una relación idílica el muchacho llega a tocar el paraíso con la punta de los dedos (por contagiarnos del tono del relato) y, mejor, no desvelamos cómo termina esa historia, aunque no es difícil de imaginar.

En la misma introducción, la escritora también ecuatoguineana, Trifonia Melibea, asegura que el recorrido del protagonista de la narración es, en realidad, un periplo habitual entre los miembros de la comunidad LGTBIQ del país. Y una buena parte del discurso, y también de las actitudes sociales que se reflejan, descansa sobre ese tópico tan repetido que dice que la homosexualidad o cualquier otra muestra de diversidad sexual y afectiva no es propia de África, que todo son vicios de los blancos de que intentan contaminar a la juventud africana. A partir de esa incomprensión se construye la doble moral que permite que el joven Dashis no sólo sea víctima de violaciones, agresiones, insultos y abusos, o que se vea empujado a la prostitución como única forma de vida, sino que se vea sometido al escarnio.

Los diferentes episodios dan una idea de ese periplo de Dashis. Desde que su padre le llevase a una iglesia para hacerle un exorcismo, hasta que le obligase a acompañarle a un prostíbulo para ver si se había “curado”; desde ser violado por hombres a modo de venganza y escarmiento, hasta ser pagado por sexo por otros hombres de la élite. Todo un sistema de hipocresía que tiene la guinda, no tanto en el maltrato de la policía, sino en que esté comúnmente aceptado el escarnio público de la homosexualidad, tener que pasearse desnudo por la ciudad ante el desprecio y los insultos de muchos de sus vecino y haciendo que la ayuda sea un riesgo para quien no puede aceptar semejante injusticia.

En una entrevista con Lucia Mbomío publicada en Píkara, el propio autor, Chris Ada, reconocía haber vivido algunos de los episodios que se narran en su novela y lo hacía de una manera muy personal: “Todavía me acuerdo de las lágrimas que derramaba al escribir algunas de esas escenas, era como revivir esa experiencia, pero dentro de mi mente”.

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Ciberactivista, periodista y amante de las letras africanas. Co-fundador de Wiriko. Licenciado en Periodismo (UN), postgraduado en Comunicación de los conflictos y de la paz (UAB) y Máster Euroafricano de Ciencias Sociales del Desarrollo: Culturas y Desarrollo en África (URV). Es coautor del ensayo Redes sociales para el cambio en África (IV Premio de Ensayo Casa África). Sus ámbitos de interés y de estudio son la comunicación, las TIC y la literatura. Responsable de las áreas de Comunicación y de Publicaciones y coordinador de la sección de Letras del Magacín.
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