Sistema K: el arte que se nutre del caos en el Congo

*Por Yves-Laurent Sondji Mulanza Kating.

«Cuando el diablo llega al Congo, encuentra a sus maestros en el caos». Esta es la visión de Fabrice ‘Strombo’ Kayumba, de la República Democrática del Congo actual. Una percepción alimentada por años de guerra, sufrimiento y penuria. Como la mayoría de los congoleños, resuelve las dificultades cotidianas con un espíritu de superación y un ingenio que se traduce en la expresión ‘Sistema K’, una dura realidad congoleña que con el tiempo se ha convertido en fuente de inspiración para un grupo de artistas de la capital.

Sistema K.

Este colectivo de creativos visuales y sonoros underground, del suburbio de Ngwaka, recuperan y reciclan deshechos de un consumo global (teléfonos inteligentes, ordenadores, electrodomésticos, etcétera) al que no tienen acceso. Una abundancia de residuos electrónicos que apunta al país no solo como fuente, sino también como vertedero de ese comercio mundial. Toda una paradoja. El fenómeno se observa especialmente en las calles de Kinshasa, donde se concentran las consecuencias de décadas de caos organizado a escala global. Y si bien el reciclaje no es nada nuevo, esa generación de artistas sin compromiso ha cambiado sus reglas. Tanto es así que el director francés Renaud Barret revela en el documental ‘Sistema K’ la fuerza de este movimiento artístico original, radical y único.

Décadas de conflicto armado han causado más de seis millones de muertos en República Democrática del Congo. Además de causar desplazamientos de poblaciones, también ha supuesto una pandemia de violaciones y explotación infantil. Se trata de una guerra que solo ha favorecido el saqueo sistemático de sus recursos naturales. Lo recordó el doctor Denis Mukwege, Nobel de la Paz premiado junto a Nadia Murad, durante su discurso del 5 de octubre 2018, cuando recibió este galardón: «Con determinación, siempre hay esperanza al final del túnel». Una ilusión que algunos congoleños han encontrado en el arte.

En medio de la locura cotidiana, la creación artística se ha convertido en una verdadera vía de escape como demuestran las performances que realiza este colectivo en la vía pública, en la que recurre a su cuerpo como lienzo gratuito e infinito frente a la falta de acceso a otros materiales. En su obra, este artista usa el sufrimiento acumulado para encarnar al demonio, que simboliza con cuernos de vaca y cola, bailando como poseído alrededor de un carrito de bombillas encendidas en medio de la oscuridad. Tal espectáculo interpela a una ciudad donde los cortes eléctricos, habituales y aleatorios, son un gran problema para la población. Por no mencionar que el espacio público como escenario puede causar problemas con las autoridades.

La llegada de Joseph Kabila Kabange a la presidencia en el año 2001, instaló progresivamente un sistema de corrupción y de represión. Especialmente tras el proceso electoral de 2011, manchado de irregularidades. Bajo su autoridad, la policía quitó la vida a centenares de manifestantes pacíficos con una violencia ciega. Luc Nkulula, difunto presidente del movimiento ciudadano Lucha, se convirtió en símbolo de esa brutalidad.
Creado el 1 de mayo de 2012 por una juventud exasperada por la parálisis del país, este colectivo pedía la salida de Kabila y cambios profundos en la sociedad. Sus protestas se intensificaron durante los dos años de prórroga ilegal de su mandato (oficialmente terminado el 22 de diciembre 2016) y Luc acabó quemado vivo en su casa de Goma el 10 de junio 2018. Las autoridades irónicamente concluyeron que se debió a un accidente ocasionado por un cortocircuito eléctrico. Una versión que no coincide con la de los vecinos que intentaron salvarle. Según ellos, las salidas de su casa estaban bloqueadas.

Siendo así, si el peligro es real, los artistas ocupan un lugar determinante para señalar con urgencia a la juventud la recuperación de su libertad frente al miedo y devolver, con ello, la esperanza a una sociedad congoleña en estado de letargo. Esta es la prioridad de este movimiento cultural. Para entender mejor su proceso, hablamos con Strombo, quienes nos explican que el movimiento Sistema K nació hace diez años como una tendencia de las artes visuales por explorar vías inusuales. Entonces, alumnos de la Academia de Bellas Artes de Kinshasa se distanciaron de las reglas académicas para adoptar las de la calle, más acordes con su realidad. Abrieron el movimiento a todos y no pusieron límites a la creatividad, favoreciendo así la interdisciplinariedad en total libertad. La combinación de esos factores produjo una escena artística única y unida en el Sistema K.

Amigo del colectivo, Renaud (Benda Bilili) consiguió captar la esencia de esa efervescencia y sugirió al grupo que colaboraran más estrechamente entre ellos para conectar los universos visuales y sonoros. Así se asociaron para ofrecer una propuesta artística global que suscita un gran interés en Europa. Como prueba de ello, sus miembros están cada vez más solicitados en Francia, Bélgica o Alemania. Sin olvidar a la banda KOKOKO! que acaba de sacar su primer LP en la discográfica inglesa, Transgressive Records (Block Party o The Antlers). Además, Freddy Tsimba, padrino del movimiento, fue seleccionado para ilustrar la conmemoración de los derechos humanos.

Sistema K.

Sistema K es una creativa demostración de voluntad así como un subversión de paradojas. De la penuria y el caos, los congoleños han sabido sacar creatividad. Del arte, han sabido usar los códigos para engañar a las autoridades y recuperar una cierta libertad de expresión. Con un lenguaje local han conseguido denunciar problemas tanto locales como mundiales. La originalidad del Sistema K reside precisamente en que su propuesta artística global responde a problemas globales.

En la performance de Strombo, es fácil remplazar el diablo por las potencias extranjeras y los maestros por los dirigentes congoleños. Porque vivimos en la era de la comunicación, y ya no se puede ignorar lo que sucede allí. El contraste del país entre la riqueza y la pobreza de su población, que se suele usar para describir la situación en el Congo, lo confirma. Para cambiar ese paradigma, es preciso tener voluntad y determinación. Para la generación Sistema K actuar es una cuestión de supervivencia. Ya sobran las palabras.

*Twitter: @Mondedepoche
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