Nollywood llama a la puerta de la diáspora francesa

Encuentro profesional Nollywood. Foto: Sebastián Ruiz.

Encuentro profesional Nollywood en París. Foto: Sebastián Ruiz.

El Festival de cine nigeriano de parís, el Nollywoodweek Paris, ha despertado el interés de los medios franceses. “Así que es la segunda industria del mundo… ¿no? Habrá que verlo primero”. La pregunta que se hacía Françoise Millard, una crítica de cine afincada en la capital francesa, sobrevolaba en la apertura del festival: escepticismo. La duda de la calidad ha estado presente en las diferentes tertulias con productores franceses, distribuidores y periodistas del sector, una difícil frontera que se resistía a analizar esta industria como lo que es: heterogénea, con diferentes presupuestos, y que en algunos ejemplos se perfila aspirante para los circuitos convencionales occidentales con un claro barniz de entretenimiento (Phone Swap o Last flight to Abuja) o para un público que busca la reflexión crítica (Man on ground).

Nollywood no es una. Así quedó patente el viernes por la mañana cuando una treintena de profesionales del sector (directores, actores, productores y distribuidores) se reunieron para debatir cuál era el futuro real de Nollywood en Francia, cuál era el público objetivo y cuáles eran las posibles fuentes de financiación. Después de la resaca de la inauguración (presentaciones oficiales, música en directo y la proyección del film que abriría el festival, Phone Swap) todos estaban dispuestos a desestereotipar. Bueno, no todos. Tunde Kelani, el director de Maami, y Mahmood Ali-Balogun, director de Tango with me, reivindicaban unas narrativas propias y muy en la línea de los detractores de esta industria: violencia, componente religioso, corrupción y dinero fácil. ¿Pero son estas temáticas las preocupaciones de las sociedad nigeriana? ¿Y qué sociedad, la rural o la de la urbe? El debate estaba abierto.

De izquierda a derecha: los directores Keke Bongos y Mahmood Ali-Balongun y la profesora Moradewun Adejnmobi. Foto: Sebastián Ruiz.

De izquierda a derecha los directores Keke Bongos y Mahmood Ali-Balongun y la profesora Moradewun Adejnmobi. Foto: Sebastián Ruiz.

“La gran mayoría de las películas de Nollywood muestran las realidades de los nigerianos. Es así. Y es muy interesante que reflexionemos sobre ello en estos términos, no en otros”. Eran las palabras de Moradewun Adenjnmobi, profesora del departamento de Estudios Africanos de la Universidad de California, especialista en literatura africana, cultura popular africana y performance africana. En términos generales los presupuestos de las películas oscilan entre los 10.000€ y los 500.000€ de media lo que ha favorecido una democratización de las imágenes que a su vez juegan con un componente de realidad interesante en los guiones, es decir, la realidad ficcionada frente a la ficción per se. “Está claro que el dinero no es sinónimo de mejor, por lo que una película con mayor presupuesto no tiene necesariamente porqué ofrecer una mejor calidad”, apuntaba el realizador Tunde Kelani.

La crisis de financiación por parte de los inversores privados es una de las motivaciones por las que esta prolífera industria (una media de 2.000 películas al año), busca suerte en los bolsillos franceses. Es más, el interés que despierta Nollywood ha desarrollado, también, una extensa bibliografía que ahonda en los componentes económicos, antropológicos, estéticos o psicológicos. Precisamente, la demanda de nuevos mercados implica nuevas estrategias, en este caso, la traducción. Efectivamente uno de los puntos calientes del encuentro profesional fue el componente lingüístico. ¿Cómo traducir expresiones que son sonidos de la lengua yoruba, hausa o igbo a alguna lengua? ¿Cómo captar la atención del público francés?

Los productores, preocupados por exprimir cualquier fuente de inspiración en busca de dinero, en cómo acercar una película contextualizada en Nigeria al público galo, mantienen al margen la impronta personalidad de los directores sobrepasando en alguna ocasión su autonomía creativa… Y las consecuencias pueden ser comprometidas. El ejemplo lo citaba el director de Last flight to Abuja, el nigeriano Obi Emelonye: “Mi película en francés es otra completamente distinta. ¿Te puedes creer? El título es Last flight to Abuya y en francés es Aller sans retour… ¿Qué es esto? Porque mi película desde luego no…”, preguntaba irónico entre risas el realizador asentado en Londres.

Finalmente hubo consenso en una cuestión: los focos deberán orientarse hacia la diáspora nigeriana en Francia. Tanto los productores franceses como los nigerianos convinieron que el business de las películas de Nollywood como modelo a exportar es éste, aunque no precisaron más sobre las implicaciones o repercusiones que puede tener. El futuro promete, y más cuando desde octubre la cadena Nollywood TV emite contenido exclusivamente en francés. De momento, esta tarde a las 19.30 horas se conocerá cuál es la mejor película elegida por el público que tendrá difusión asegurada en las salas de la cuna del cine.

 

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Co-fundador de Wiriko. Doctor en comunicación en África al sur del Sahara (US), Máster en Culturas y Desarrollo en África (URV), Máster en Relaciones Internacionales (UCM) y Licenciado en Periodismo (US). Es analista político y profesor universitario de Relaciones Internacionales, periodismo internacional y cines africanos. Ha realizado documentales en España, Cuba, Senegal, Kenia, Sudán del Sur, Mozambique o RDC. Responsable del área de Formación y de Comunicación y coordinador de la sección de Cine y Audiovisuales del Magacín. Contacto: sebas@wiriko.org

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  1. […] moda o de los clásicos de los noventa del país más poblado del continente africano. Más bien, el Nollywood Week persigue a esa población refinada de boina y paseos por el Sena que la única información de Nigeria es Boko Haram y […]

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