Lingui: el tabú de abortar en Chad y en clave de cine

Mahamat-Saleh Haroun, el veterano cineasta, tiene la responsabilidad de mostrar a Chad en la gran pantalla pero, al mismo tiempo, su país ha delegado en este realizador la envergadura de dotar de luz y color a una nación castigada por la historia reciente. En los últimos 19 años, el país africano solo ha presentado tres películas a la carrera de mejor largometraje internacional de los Oscar, y las tres fueron dirigidas por él Abouna (2002), Gris Gris (2013) y ahora Lingui (2021). El pasado julio volvía a Cannes para presentar el que ha sido su último trabajo y con el que de forma breve y contundente, trata la temática del aborto en el contexto de una sociedad envuelta por la religión.

Gran parte del éxito de esta película está relacionado con la creación del ambiente gracias a la diseñadora de sonido Corinna Fleig que junto a su equipo ha conseguido dotar de vida de forma sutil, y al mismo tiempo vibrante, a la ciudad de Yamena. De hecho, el suave zumbido de las motocicletas y los grillos les da a los espectadores una idea clara de dónde se desarrolla el film. Los protagonistas de Haroun, la ansiosa pero retraída madre soltera Amina (Achouackh Abakar Souleymane) y su hija Maria (Rihane Khalil Alio), a menudo luchan por articular cómo se sienten. Pero ellas siempre comunican claramente quiénes son, y con este trabajo sonoro nos ayuda a entender cómo los personajes del reconocido cineasta resisten y son moldeados por su entorno impasible y hermoso. 
«Todos somos hermanos en el islam. Cualquier persona que tenga un problema puede venir a hablar conmigo». Con estas palabras, un imam local ofrece un supuesto consuelo y consejo a la atribulada madre sin considerar que dirigirse a ella de esta forma podría no ser la invitación más acogedora. Y mucho menos para el problema que está experimentando: su hija de 15 años, María, está embarazada y no desea tener un hijo.
Lingui trata sobre la idea de la comunidad y de las personas que se cuidan unas a otras. Pero esta es una comunidad secreta que existe por debajo o más allá del círculo oficial, presidido por el imam, que siempre está intimidando de forma fría y calculada a Amina por no ir a la mezquita y no confiarle sus problemas. Las actuaciones intensas de las dos protagonistas (actrices no profesionales) mantienen al espectador de este drama en estado de alerta: somos conscientes de todo lo que está en juego, de cómo madre e hija luchan por sobrevivir, y de cómo se tambalean en un precipicio de vergüenza no reconocida.
Lingui significa el espíritu de bondad y solidaridad. Una declaración de intenciones para recordarle a los espectadores que si rompes estos lazos sagrados, traes el conflicto. Como reflexionaba en una entrevista: «Quería hacer esta película para que la gente supiera sobre la condición de ser mujer en Chad. Estoy acostumbrado a hacer películas sobre hombres, pero en este caso tomé conciencia de que tengo que convertirme en un vocero de estas mujeres».

 

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Co-fundador de Wiriko. Doctor en comunicación en África al sur del Sahara (US), Máster en Culturas y Desarrollo en África (URV), Máster en Relaciones Internacionales (UCM) y Licenciado en Periodismo (US). Es analista político y profesor universitario de Relaciones Internacionales, periodismo internacional y cines africanos. Ha realizado documentales en España, Cuba, Senegal, Kenia, Sudán del Sur, Mozambique o RDC. Responsable del área de Formación y de Comunicación y coordinador de la sección de Cine y Audiovisuales del Magacín. Contacto: sebas@wiriko.org

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