Mane Cisneros: «El cine africano ha servido para aceptar la diversidad como un bien»

El Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT) cumple 15 años acercando las cinematografías africanas. Este año la cita tiene lugar entre el 27 de abril y el 5 de mayo en Tarifa, y entre el 26 de abril y el 3 de mayo en Tánger (Marruecos).

*Artículo publicado originalmente en la revista Mundo Negro. Wiriko es medio oficial del Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT).

En tu caso Mane, ¿se puede decir que «en el principio de los tiempos fue el cine»?

En cierta manera sí. Hace muchísimos años tuve la suerte de vivir en primera persona el inicio del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva donde conocí a algunos cineastas míticos que me dieron el empujón que necesitaba para decidir irme a vivir a México y proseguir allí mis estudios de antropología. Los «Luises» –Buñuel y Alcoriza– fueron mis tutores en aquellos años y a quienes debo la pasión por el cine y en gran parte la rebeldía que me caracteriza. Desde entonces, la pasión por el cine ha guiado mi vida.

Primera muestra de cine africano celebrado en Tarifa en junio de 2003.

¿Crees que el cine continúa siendo una herramienta de transformación social?

 

Desde su origen, el cine ha demostrado una clara vocación transformadora de realidades sociales y políticas. En el caso de los cines de África, el cine ha evolucionado enormemente desde sus orígenes y ha pasado de ser utilizado como herramienta de propaganda política y de transformación social en los años posteriores a las independencias a cine de autor comprometido con la construcción de las nuevas identidades del continente en los ochenta y noventa. Hoy hablamos de un cine que busca su lugar en el mercado interno africano, pero también que mira hacia el mercado global, abandonando a menudo su compromiso como herramienta transformadora.

Tarifa y los cines africanos han creado un binomio indisociable en estos 15 años. ¿Cuál crees que es la visión sobre África de este pueblo gaditano tan vinculado a la llegada de pateras y después de todo este tiempo de festival?

Solo una ciudad como Tarifa con una posición geográfica tan particular podía acoger un festival de cine como el FCAT. Y es que ningún otro lugar en Europa goza de una posición geográfica similar, frente a África. Los 14 kilómetros que separan las costas africanas de las europeas en la zona de Tarifa han hecho que los tarifeños se hayan visto obligados históricamente a afrontar la llegada de africanos. Pero Tarifa no era una meta para los recién llegados sino tan solo un lugar de paso camino del soñado «dorado europeo». Por ello, los tarifeños se han mantenido bastante ajenos a las realidades del continente africano. Así que el cine africano ha servido en cierta manera en estos años para despertar su curiosidad y luego, poco a poco, para que aceptasen la diversidad como un bien y no algo de lo que defenderse.

¿Quiénes han sido para ti algunas de las visitas que más han dejado huella?

Probablemente el primero de ellos sea Abderrahmane Sissako, un cineasta estrechamente vinculado al FCAT desde su nacimiento. Y Fatoumata Coulibaly, la actriz protagonista de la última película de Ousmane Sembène, Mooladé, madrina del FCAT, sin olvidar a Jihan El Tahri y Berni Goldblat que tanto nos apoyan y ayudan. O amigos como Newton Aduaka o Moussa Sene Absa. En fin, ¡15 años de festival dan como para tejer muchas amistades y pasiones!

¿Crees que se ha conseguido esa pata fundamental del FCAT que es crear conciencia y enfocar la imagen distorsionada que se tiene de África?

En la medida de nuestras posibilidades, hemos conseguido que sean muchas las personas que se replanteen la imagen que tenían de África gracias al cine. En estos 15 años han sido miles las personas que han visto películas africanas y nos han escuchado. Y algo muy importante, han tenido la oportunidad de conocer y debatir con los cineastas africanos. Esto es un enorme paso adelante porque es gente que empieza a ver a los africanos, a los cineastas, al cine africano, de igual a igual.

Y quizás, por tanta conciencia, os ha traído algún que otro quebradero de cabeza con los políticos de la zona…

Con políticos en general no, con alguno de ellos con nombre y apellido en el pasado, sí. ¡Pero no es el caso de concederles demasiada publicidad!

¿Cómo fue la experiencia del FCAT en Córdoba?

Fueron años muy difíciles, los peores de la historia del FCAT porque coincidieron también con lo peor de la crisis, el desplome de las ayudas públicas y la total desprotección. Pero Córdoba salvó al FCAT de su desaparición y por ello le debemos mucho, a pesar de que se nos maltratase tanto y tuviéramos que pensar de nuevo en hacer maletas para volver a casa e impedir así que la Córdoba que salvó al FCAT fuera también la que lo hiciera desaparecer.

Desde el año pasado habéis conseguido aunar fuerzas con Marruecos simultaneando el festival en los dos continentes. ¿Cómo ha sido este romance?

La asociación que organiza el FCAT se diseñó con un artista marroquí, Jamal Ouassini, y la llamamos Al Tarab. Así que antes o después teníamos que dar el salto. Siempre quisimos ser un puente que uniese, gracias al cine, las dos orillas del Estrecho de Gibraltar. Nuestro regreso a Tarifa después de las cuatro ediciones cordobesas fue decisivo para dar el paso y realizar ese viejo sueño de convertirnos en un evento transfronterizo y transcontinental.

¿Por qué crees que las salas de cine en España no apuestan por los trabajos que llegan desde África o su diáspora?

Ante todo hay mucho desconocimiento, tanto por parte de público como por parte de los distribuidores y exhibidores. A todos ellos les vence el miedo de que el cine africano no tenga recursos ni calidad. También es cierto que este es un mal que los cines de África comparten con las cinematografías de otros muchos rincones del planeta. Por otro lado, la mayoría de los países africanos carecen de políticas de apoyo al cine, de manera que las películas, cuando consiguen estrenarse en sala, lo hacen sin ningún tipo de apoyo. Esta es una carencia grave ya que una película necesita tutela desde su preproducción hasta su salida en salas.

¿Cuáles son los caminos que como directora del FCAT te gustaría recorrer para los próximos años?

Me gustaría reforzar la parte africana, ampliar la programación cinematográfica y ofrecer actividades paralelas que ocupen las calles. Me gustaría muchísimo recuperar algunas propuestas formativas en suelo africano. Y, por último, desearía encontrar a mi sucesor/a.., ¡no soy eterna! Y el FCAT debe poder seguir adelante un día sin mí.

Consulta las películas de este año que entran en competición aquí.

Cartel de 2018 en el que aparece el actor español de origen ecuatoguineano Emilio Buale.


Recomendaciones de Mane Cisneros
Tres películas para los no iniciados.

La Noire de, del director senegalés Ousmane Sembéne.

Les yeux noires, de la marroquí Narjiss Nejjar.

Heremakono, del mauritano Abderrahmane Sissako.

Tres películas para los avanzados.

Touki Bouki, del senegalés Djibril Diop Mambéty.

The Last of Us, del tunecino Ala Eddine Slim.

Félicité, del francosenegalés Alain Gomis.

Un director y una directora a los que seguir la pista.

Una directora sería la documentalista egipcia Reem Saleh.

Un director sería el ruandés Kivu Ruhorahoza.


*Artículo publicado originalmente en la revista Mundo Negro. Wiriko es medio oficial del Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT).

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Co-fundador de Wiriko. Doctor en comunicación en África al sur del Sahara (US), Máster en Culturas y Desarrollo en África (URV), Máster en Relaciones Internacionales (UCM) y Licenciado en Periodismo (US). Es analista político y profesor universitario de Relaciones Internacionales, periodismo internacional y cines africanos. Ha realizado documentales en España, Cuba, Senegal, Kenia, Sudán del Sur, Mozambique o RDC. Responsable del área de Formación y de Comunicación y coordinador de la sección de Cine y Audiovisuales del Magacín. Contacto: sebas@wiriko.org

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