‘Close by between us’: el mundo, en nuestras manos

Ingrid Mwangi es afroalemana. La pareja sentimental y artística que forma con Robert Hutter, también lo es. Así como su prole. Incluso el comisario de esta muestra retrospectiva, el prestigioso especialista en arte contemporáneo africano Simon Njami, es suizo-camerunés. La mezcla identitaria es un eje vertebrador del trabajo de Mwangi Hutter porque es un hecho muy presente en la vida del dúo artístico y en la realidad que vivimos.

Lo personal de esa experiencia sirve para titular la que es su primera exposición en España: “Close by between us” (Cerca entre nosotros, en su traducción al español), una recopilación de treinta y una obras que se exhiben en el Centro Atlántico de Arte Moderno-CAAM hasta el 29 de noviembre. De este modo, Mwangi Hutter vuelve al museo grancanario – en 2017 ya participaron en la colectiva “El iris de Lucy”– para reflexionar sobre dos aspectos principales: las interrelaciones humanas y las que establecen las personas con la naturaleza.

Imagen de la muestra Close by between us, de Mwangi Hutter. Fotografía cedida por el CAAM.

El futuro está en la mezcla

Se sirven de sus propios cuerpos y de los de sus hijos e hijas para crear lienzos, fotografías y videoinstalaciones en las que prima el bicolorismo blanco y negro y que interrogan sobre el sentido de las razas en tanto categorías estancas. Trenzas afro, madejas de lana de distintas tonalidades marrones entrelazadas, huellas dactilares cubriendo un torso o el díptico fotográfico de un vientre negro en el que se imprimen la silueta de una África clara y de una Alemania oscura, invirtiendo los colores que habitualmente se les asocian y presentando el continente como un territorio brillante y el país europeo como un lugar apagado, tal vez consumido o agotado.

Se aprecia así una comprensión del mundo en la que lo personal es político y en la que, aunque dependemos del ayer, somos responsables del presente y, sobre todo, del mañana. En este sentido, la composición ‘If’ sitúa al espectador ante un pasado reinventado donde un joven Adolf Hitler, con el rostro de Hutter, es objetivo de las expresivas miradas de múltiples Mwangi que lo rodean en un claustrofóbico escenario. ¿Habría sucedido lo que sucedió si se hubiera dado ese momento, ese encuentro, esa situación?

Igualmente, las imágenes de la performance ‘Fence’ remiten a los funestos espectáculos en que se exhibía a personas negras como si fueran animales enjaulados. En las reacciones de los integrantes de la comunidad negra donde se desarrolla la acción, vemos el paso de la extrañeza a la desconfianza y, finalmente, la cosificación de ese ser diferente que está al otro lado de la valla. ¿Una locura pensar en la migración en Ceuta y Melilla, por ejemplo?

Las manos son un motivo recurrente en esta retrospectiva. Las hay blancas, negras y hasta de oro, en el caso de la desasosegante escultura humana, totalmente cubierta y postrada cara al suelo. Las manos como elemento importante pero no por su color, sino por lo que se hace con ellas, ya sea dar cobijo a jugosas frutas, o jugar inocentemente como el niño de ‘Man of war’, duro interrogante sobre el origen de la violencia humana.

Alegato ecologista

Varias piezas de “Close by between us” tienen como protagonista Dandora, uno de los suburbios de Nairobi, la ciudad natal de Ingrid. En imponentes montañas de basura muestran, por un lado, a un grupo de hombres jugando al billar bajo la atenta mirada de una mosca que simula ser la cámara y, por otro, al propio Robert, con el torso desnudo, corriendo para espantar a las aves carroñeras. Incómodas situaciones que subrayan el sinsentido de la contaminación con la que estamos degradando nuestro planeta.

Desde un enfoque más poético, alertan de la sequía y consecuente desertización y de la deforestación por la que quizá pronto estaremos frente al último árbol, como Ingrid Mwangi en una de las obras.

Como bien expresa el título del imponente óleo bicolor que cuelga en las escaleras del CAAM, nada es bueno ni malo, es el pensamiento lo que lo hace bueno o malo. La realidad cada vez es más complicada y, precisamente por ello, no nos sirven las divisiones que han operado tradicionalmente, ni nuestro único punto de vista. Necesitamos comunicarnos y entendernos entre humanos y en respetuosa armonía con el medio ambiente para vivir con y en esa complejidad llamada mundo.

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Ana Henríquez Pérez

(Gran Canaria, 1987) Periodista y comunicadora audiovisual apasionada por África Subsahariana. Máster en Culturas y Desarrollo en el continente vecino. Enganchada a las redes sociales, donde se me pasan las horas siguiendo la actualidad de casi todos los ámbitos. ¿Que qué temas me interesan de África? Uf, ¡¿cuáles no?! Todo lo artístico y social, lo relacionado con la mujer africana, la afrodescendencia, pero también las relaciones políticas y económicas, como la Françafrique y Chináfrica, y la implantación de las nuevas tecnologías.

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