¿Quién dijo que Dios no podía ser una mujer y negra?
Harmonia Rosales es una pintora estadounidense, de origen afrocubano, que ha resignificando obras clásicas de la pintura occidental, sobre todo del Renacimiento poniendo en el centro el empoderamiento de la mujer negra y de la diáspora. En sus obras le da la vuelta a obras como El nacimiento de Adán de Miguel Ángel o a El nacimiento de Venus de Boticelli para que veamos en el centro de sus lienzos a mujeres negras. Porque, ¿quién dijo que Dios no podía ser una mujer y negra?
Rosales, en su web, especifica cómo ha sido su trayectoria y relata que a pesar de su fascinación por las más representativas obras del Renacimiento, no se sentía identificada con ellas ya que se caracterizaban por una jerarquía masculina blanca y una mujer subordinada e idealizada según el canon de belleza occidental. Así que la artista afrocubana le dio un giro drástico a estas obras de sobra conocidas por el público en general y dominadas por un ideal artístico eurocéntrico para revertir lo clásico y convertirlo en arte postcolonial. Para ello, hace que los cuerpos negros femeninos sean los protagonistas de sus pinturas, como una manera de honrar la memoria de sus antepasados, según detalla en la misma web: “Los cuerpos negros femeninos en sus pinturas son en memoria de sus antepasados, expresados en una forma de curar y promover el amor propio. Además, los enfoques que nutren el arte de Rosales están estrechamente ligados a su origen multicultural afrocubano”.
En consecuencia, Rosales interpela al público con la transgresión de su obra y les hace replantearse por qué creemos en lo que nos han enseñado o cómo hemos llegado a tener un determinado tipo de ideal. “Cuando consideras que toda la vida humana salió de África, del Jardín del Edén, entonces solo tiene sentido pintar a Dios como una mujer negra, dando vida a su propia imagen”, señaló la artista en la web de Academia figurativa de arte de Los Ángeles.
Rosales no escapa al mismo tiempo de reflejar en sus obras ese acervo cultural del que es heredera. La creadora tiene una serie de pinturas que forman parte de una colección nombrada “Orishas”, una de las deidades de la religión yoruba. Pero como matiza en su página, no hay que interpretarla como un símbolo religioso, sino histórico y adaptarlo al significado de sus pinturas. Pero sobre todo, su trabajo es una reivindicación de los feminismos negros que han sido desestimados a lo largo de la historia. En una entrevista a BuzzFeed subraya esta reivindicación: «Hemos sido poco representadas y mal representadas durante mucho tiempo. Ahora necesitamos nuevas imágenes fuertes para nuestros jóvenes.»
Una de sus obras con mayor impacto se inspira en la icónica pintura de Boticelli “El nacimiento de Venus”. Aquí Rosales la transforma en El nacimiento de Osún, la diosa de la religión Yoruba, representada por una mujer negra en el centro de la escena, una protagonista con vitíligo con parches dorados, algo que se remonta a la narración tradicional nigeriana, tal y como especifica el magacín cultural Dazed Digital. Rosales incluso se atreve a desafiar clásicos no solo del arte sino de la religión como al fresco de la Capilla Sixtina del Vaticano, “La creación de Adán” de Miguel Ángel. En este caso, son dos mujeres, en lugar de Adán y del dios católico blanco, las que se rozan los dedos índices al mismo tiempo que se intuye que el cielo es un útero. Esta obra la rebautizó como El nacimiento de Dios.
Su arte revulsivo ha recibido críticas de sectores conservadores al calificar su obra como una profanación, una vergüenza, repugnante o apropiación cultural, según cuenta el New York Post. A esas reacciones, Rosales es muy tajante: “De esto es de lo que debería tratar el arte, debería traer cambios y estoy muy contenta de que mi trabajo lo esté haciendo «, como se recoge en la web de la Academia figurativa de arte de Los Ángeles.
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