Patrice Nganang: «En las tiranías, la literatura tiene la función de concienciar»

No pudo mantenerse al margen. Patrice Nganang es uno de los escritores cameruneses más populares, más traducido y con más reconocimiento internacional. Nganang no quiso mirar a otro lado mientras su país se encontraba sumido en una de las crisis sociales y políticas más profundas de los últimos años. El que se conoce como “el problema anglófono”, en referencia al encaje de las dos regiones de mayoría anglófona, en un país con ocho provincias de mayoría francófona, viene de lejos pero desde noviembre de 2016 se ha ido enconando progresivamente. El escritor visitó la zona en conflicto y el 5 de diciembre pasado publicó una tribuna desde Buea, la capital de la zona anglófona, explicando su visión sobre la situación que se vivía en la región. Al día siguiente, Nganang debía coger un avión hacia Zimbabue y cuando estaba a punto de hacerlo fue detenido por las autoridades camerunesas. Más de tres semanas estuvo detenido y durante ese tiempo se le atribuyó un delito de ultraje y de amenazas al Jefe del Estado, hasta que el 27 de diciembre fue liberado y expulsado hacia los EE.UU., donde tiene oficialmente su residencia.

Durante ese tiempo de detención, el escritor camerunés se convirtió en símbolo del desprecio a la libertad de expresión, de los riesgos a los que se enfrentan los escritores comprometidos y también de la solidaridad de los defensores de los derechos humanos. Durante su arresto, tal como nos contó por correo electrónico luego, fue protagonista de una campaña por su liberación en la que se implicaron escritores de todo el mundo, especialmente, africanos.

El escritor camerunés Patrice Nganang. Imagen de su página de Facebook

¿Qué motiva a un escritor de éxito como usted a comprometerse en una lucha, que podría considerarse política?

Siempre he estado comprometido, desde estudiante. Pertenezco a una generación completamente politizada, aquella que en los años 90 puso en marcha la democratización de Camerún, con la caída del muro de Berlín. Y empecé a escribir en serio en el momento en el que Ken Saro-Wiwa [un escritor nigeriano, activista medioambiental comprometido con la defensa de la naturaleza en el petrolero delta del Níger, fue condenado a muerte y ejecutado en 1995] estaba siendo colgado y Wole Soyinka [escritor también nigeriano, ganador del Premio Nobel y condenado a muerte en ausencia por sus críticas a las dictaduras militares en la década de los años 90] condenado por alta traición.

Y esos episodios le marcaron…

He participado en muchas campañas, desde 2005, a favor de los estudiantes encarcelados, pero sobre todo de los escritores que están en prisión. Camerún es el país africano que más los encarcela. He impulsado campañas sociales con el movimiento Generation Change, que puse en marcha en 2015, para fomentar los valores fundamentales de la ciudadanía entre los cameruneses.

Y, ¿cuál es su vinculación con la causa anglófona?

Me tiene verdaderamente seducido desde mi época de escolar, porque los estudiantes anglófonos fueron los primeros en expresar su rechazo en los años más duros y eso fue lo que condujo hacia la batalla democrática. Este descontento no fue escuchado por el poder y eso ha sido lo que nos ha traído a la situación actual, que es una situación de guerra y, sinceramente, de genocidio.

¿Cómo explicaría la situación actual de las provincias anglófonas de Camerún?

Los anglófonos son la locomotora de la historia política de Camerún desde 1983, eso hay que dejarlo muy claro, y no hay que olvidar que el partido político de oposición más firme de Camerún, procede de esta zona; y el líder histórico de la oposición es un anglófono. De este modo, la disidencia tiene un lado formal, bien instalado, partidario y un lado popular, insurreccional, como lo hemos visto desde 2016.

¿Disidencia?

Digo disidencia porque es de lo que se trata realmente, frente a la tiranía que se ha apropiado de Camerún desde 1983, cuando Paul Biya estableció los cimientos reales de su régimen.

¿Cuáles son?

Han sido tres. Primero le cambió el nombre y estableció la República de Camerún [abandonando el República Unida de Camerún, que había sustituido al República Federal de Camerún]. Después, cambió la forma del Estado, liquidando los restos del federalismo, para hacer del país un Estado centralizado. Y, finalmente, hizo añicos la entente cordiale que establecía el reparto de poder cuando las dos partes de Camerún, el francófono y el anglófono, se unificaron.

Y, ¿cuál fue el resultado de esos cambios?

Los anglófonos se sintieron engañados. Expresaron su decepción de muchas maneras y en 1983 lo hicieron de una forma intelectual. Paul Biya respondió, entonces, creando su propio partido en la zona anglófona, en Bamenda, lo cual no suponía más que un manejo. La disidencia anglófona no ha cesado, de hecho, se ha intensificado, como estamos comprobando.

¿Qué es lo que estaba haciendo en Camerún justo antes de su detención?

Había decidido hacer una gira por la zona anglófona, quería vivir allí la realidad como ciudadano y también como escritor. No es algo excepcional, porque pertenezco a una Casa del Escritor y he hecho giras similares en otras ocasiones en Camerún y también en otros países de África, en Ruanda, en Burkina Faso, en Mali y en Sudáfrica. Me encontré con líderes sociales de la contestación y en general, pero también con ciudadanos comunes.

¿Cuál fue el resultado de ese viaje?

Después del recorrido escribí un artículo para la revista Jeune Afrique y también publiqué en Facebook para compartir mis emociones, mi indignación. La crónica se publicó dos días antes de mi detención. Y durante mi interrogatorio, durante los tres días que estuve incomunicado, mi suerte dependía de ese texto, porque los policías me hablaban en inglés y me tomaban por un simpatizante de la Ambazonia [el estado autoproclamado independiente en la zona anglófona], por un anglófono.

¿Cómo ha sido su arresto?

¡Rocambolesco! Fui detenido en la zona internacional del aeropuerto de Duala, cuando estaba en camino hacia Zimbabue para reunirme con mi familia. De pronto, llegaron unos agentes de policía y me pidieron que les acompañara. Después me esposaron y me llevaron en una fugoneta con cinco agentes más custodiándome y sin decirme los motivos ni de la detención, ni de la interrupción de mi viaje. Así fuimos camino de Yaundé y cuando llegamos a la sede de la policía política, me di cuenta de que todos los directores me estaban esperando, a pesar de que ya se había hecho de noche. Entonces me registraron, inventariaron todo lo que llevaba y me lo quitaron y me llevaron a un despacho del servicio de investigaciones criminales, que fue mi celda durante los primeros cinco días.

Dicen que usted amenazó al presidente Biya, ¿es cierto?

Tendrían que haberme dejado leer el texto de mi denuncia que es muy explícito, pero en fin, lo que es cierto es que una hipótesis no es un hecho, una ficción no es una realidad y las probabilidades no son acciones. Mi texto esta basado en posibilidades e hipótesis. Es una ficción. Deberían aprender un poco mejor a leer un texto de un escritor, y finalmente se han dado cuento, creo, cuando sus propios cargos ya no han podido sostenerse más.

Pero, ¿y la referencia a su publicación en Facebook?

Sí, en realidad, ese ha sido el hecho que se ha mantenido. Se ha convertido en un problema para la acusación sólo tres días después de mi detención. No era más que una burda excusa para sostener el interés que el poder tenía de saber porqué estaba en la zona anglófona, qué estaba haciendo allí y quién me había enviado. Eso era lo que verdaderamente les interesaba, mientras que la publicación de Facebook la han utilizado como un elemento de propaganda para distraer a la opinión pública y darme una imagen negativa.

¿Cómo ha vivido usted la campaña de denuncia de su detención y el apoyo que ha recibido, sobre todo, de otros escritores?

Yo estaba aislado de los medios, en general, y de cualquier contacto con cualquier persona durante bastantes días. En un momento dado, la directora de la campaña para mi liberación sobre el terreno empezó a poder pasarme algunos periódicos  y eso me permitía saber qué estaba pasando. Incluso los guardias, al cabo de unos días, empezaron a informarme, porque no podían permanecer indiferentes. Y en prisión, los presos también me informaban. Pero he tenido que esperar a salir a la calle, para darme cuenta de la dimensión histórica de la campaña que se lanzó para mi liberación. Verdaderamente, ha sido lo nunca visto en Camerún, y aún menos para un escritor.

¿Qué efecto cree que ha tenido esa campaña?

Bueno, es evidente. He podido medir el impacto de la presión en relación al trato que iba recibiendo, cada vez más preferente. Y mi proceso se agilizó, algo también nunca visto, en un país acostumbrado a aplazamientos infinitos. ¡Además abandoné Camerún en un comitiva presidencial, con guardaespaldas, escolta, moto delante y sirena!

Desde su experiencia, ¿cómo cree que la cultura (y en su caso la literatura) puede ayudar a resolver el problema anglófono y los otros problemas de mal gobierno en Camerún y en otros países de África?

En las tiranías, la literatura tiene el papel de concienciar a la gente. No quiere decir que tenga que hacerlo de manera monótona, sino que debe adaptarse a las herramientas de cada época. Ahora mismo, el instrumento más revolucionario para los escritores son las redes sociales. En relación al mal gobierno, es evidente que la literatura es la solución. Se trata de la utilización racional, nosotros trabajamos con las palabras y así es como se crean significados, por eso está en el corazón de las soluciones. Esas mismas palabras son las que se necesitan para escribir los textos, las leyes, las constituciones. El escritor es el conserje de la república, así que él es el garante de facilitar una solución al problema anglófono y a cualquier otro problema de mal gobierno.

* Artículo publicado originalmente en Planeta Futuro gracias a un acuerdo de colaboración entre Wiriko y esta sección de EL PAÍS. Para seguir leyendo, pincha aquí.

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Ciberactivista, periodista y amante de las letras africanas. Co-fundador de Wiriko. Licenciado en Periodismo (UN), postgraduado en Comunicación de los conflictos y de la paz (UAB) y Máster Euroafricano de Ciencias Sociales del Desarrollo: Culturas y Desarrollo en África (URV). Es coautor del ensayo Redes sociales para el cambio en África (IV Premio de Ensayo Casa África). Sus ámbitos de interés y de estudio son la comunicación, las TIC y la literatura. Responsable de las áreas de Comunicación y de Publicaciones y coordinador de la sección de Letras del Magacín.