Sierra Leona: la renovación extática

Mural en Freetown. Fuente: Brand Sierra Leone

Mural en Freetown. Fuente: Brand Sierra Leone

 

Freetown, capital de Sierra Leona, vivió una efervescencia cultural y artística durante los años noventa, a pesar de la plena convulsión política y de inicio de la guerra civil. Arte, creatividad y reivindicación dibujaron las calles y las fachadas de los principales edificios de la ciudad, mostrando el dinamismo de la población más joven que buscaba su espacio y reivindicaba símbolos que hasta ese momento habían permanecido adormecidos.

Como su propio nombre indica, Freetown fue fundada en el 1972 por el abolicionista británico John Clarkson, pasando a ser la base de los esclavos liberados que había luchado del lado británico en la guerra de la independencia de los Estados Unidos. A partir de ese momento esclavos liberados en Jamaica se establecerían en esta ciudad y más adelante, miles de afroamericanos, antillanos y africanos liberados. Los británicos se hicieron con el control de la zona, no sin oposición de la población local y se expandieron a lo que hoy en día es Sierra Leona, que se declaró colonia británica desde el 1808 hasta 1961, año en que se independizó y empezó a gobernar el All People’s Congress (APC).

El golpe de estado del National Provisional Ruling Council (NPRC) del 29 de abril de 1992, encabezado por Valentín Strasser, influyó en muchos sentidos a sociedad sierraleonesa. Sobretodo porque rompió con los poderes establecidos desde la independencia del país, el APC liderado por J.S. Momoh y que llevaba 24 años en el poder. Un grupo de jóvenes soldados le plantaron cara al entonces presidente para poner de manifiesto la corrupción y la mala gestión del único partido desde la independencia, que no respondía a las necesidades de la población a pesar de las promesas de cambio. Pero la situación para el nuevo gobierno no fue fácil, ya que apenas un año antes había empezado la cruenta Guerra Civil iniciada por los rebeldes del Frente Revolucionario Unido (FRU) liderado por Foday Sankoh y cuya principal fuente de financiación fueron los llamados “diamantes de sangre”.

Este golpe de estado de 1992 fue sentido como una revolución, sobretodo para la población más joven que se sentía identificada con las demandas del NPRC. Había llegado el turno de los jóvenes en un sistema que, ya desde la dominación británica, se había caracterizado también por la dominación de los mayores sobre los jóvenes porque no se les consideraba cualificados para ejercer la política. Tucker (2013) afirma que pensar en los jóvenes sierraleoneses como una categoría marginada en cuanto a participación política nos puede ayudar a entender las formas de contestación política que se dieron en el país durante aquellos años.

Las campañas que llevó a cabo el nuevo gobierno fueron fuertemente aplaudidas y valoradas por la población, como la de limpieza [1] que facilitó el tejido comunitario de la ciudadanía. Este ambiente de euforia que se generó a raíz de este momento convulso y que fue celebrado sobretodo por la gente más joven, tuvo su impacto en las manifestaciones artísticas que se generaron, totalmente relacionadas con el pasado político del país y fueron influenciadas por el panafricanismo, la música y la estética de una generación anterior que se había ido organizando durante los sententa en oposición Siaka Stevens (que gobernó hasta el año 1985) que había forjado una identidad juvenil crítica con el gobierno de entonces (Tucker, 2013).

Bob Marley. Fuente: Firewox Media

Bob Marley. Fuente: Firewox Media

El National Provisional Ruling Council había iniciado la revolución de liderazgo político, pero la base social había comenzado unos meses después una verdadera revolución de conciencia, en el que además gozaban de una gran libertad creativa. Murales, esculturas, monumentos, etc. empezaron a perfilar la ciudad. Acciones muy espontáneas, a pesar del establecimiento del National Social Mobilisation Secretariat (NASMOS) que había creado un gobierno perplejo por el apoyo popular que estaban recibiendo, para coordinar las organizaciones juveniles que se fueron creando. La banda sonora del golpe de estado fue el rap y el reggae que sonó ininterrumpidamente en la radio y que forjó el saludo “One love!” entre los soldados, derivado del rastafarianismo y de la música de Bob Marley y Peter Tosh (Opala, 1994). A partir de ahí “One love!” y “Respect!” fueron los términos utilizados como saludos entre los simpatizantes de la revolución.

Sierra Leona se ha caracterizado además por muy poca tradición en imagen patriótica —al contrario de otros países que durante las revoluciones establecieron unos símbolos nacionales basados en su cultura, historia e ideología política— (Opala, 1994). En este sentido se empezaron a ensalzar figuras que hasta entonces habían pasado desapercibidas, héroes pre-coloniales que lucharon contra los europeos y que sirvieron como inspiración en cartelería, flyers, murales y todo tipo de manifestación artística y política.

En palabras de Opala (1994): “Los jóvenes artistas comparten, con sus compatriotas, la idea de que los líderes tempranos de Sierra Leona son fuentes de inspiración y que la religión y la moralidad son necesarios para reconstruir la sociedad y esos temas aparecían constantemente en su arte”. Paz, hermandad y unidad del rastafarianismo, líderes del NPRC (representados con gafas Rayban), la religión, la revolución, héroes nacionales (por ejemplo Sengbe Pieh y Bai Bureh) y panafricanos (Marcus Garvey o Malcolm X son dos ejemplos) y objetos artesanales locales eran ensalzados a través del arte y de eslóganes.

Los objetivos y el impacto de esta revolución social y cultural espontánea estaban claramente establecidos según Opala (1994):

Los jóvenes desfavorecidos de Freetown están moldeando símbolos de un orgullo patriótico, recogiendo imágenes de diferentes fuentes, conformándolos para definir su nación y su revolución. La mayoría no están tan interesados en hacer arte o en embellecer la ciudad sino en expandir la conciencia popular”.

Poco a poco esta revolución se fue apagando, junto con sus murales que se fueron deteriorando, en parte por la grave situación política del país a la que se enfrentaba el gobierno. A pesar de ello, estos cambios han permanecido plasmados en la historia de esa generación que hoy en día tiene un recuerdo vivo de esa reivindicación de la identidad que no habían podido construir hasta ese momento y que a partir de ahí, quedó en la historia social y cultural del país.

 

Más información sobre los héroes nacionales aquí.

[1] El NPCR comenzó una campaña que consistía en designar el último sábado de cada mes para que la comunidad se organizase para limpiar las calles, ya que el anterior gobierno había abandonado el cuidado de la ciudad. El mismo Strasser participaba en una campaña que fue muy popular entre la población por el ambiente de renovación y cambio de etapa que suponía.

[hr]

Fuentes:

Brand Sierra Leone – Facebook

– Opala, Joseph A. (1994): ‘Ecstatic revolution!’: street art celebrating Sierra Leone’s 1992 revolution.

– Tucker, Boima (2013): Musical Violence Gangsta rap and Politics in Sierra Leone. Current African Issues 52. Uppsala: Nordiska Afrikainstitutet.

 

 

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Trabaja desde la comunicación y gestión cultural, como herramientas que sirven para la transformación social. Su interés está puesto en temas de artivismo, feminismos y música electrónica. También disfruta cocinando y le apasionan las grandes urbes y todo lo que se cuece en sus calles. La música viene de la mano de las fiestas que organiza como promotora y DJ Moto Kiatu y Sonidero Mandril, colectivos que difunden en Madrid los sonidos tropicales y las músicas electrónicas que suenan en África y en su diáspora. Vanessa es cofundadora de Wiriko y es licenciada en Sociología (UB), postgraduada en Desarrollo Internacional (Setem/UPC) y Máster Euroafricano de Ciencias Sociales del Desarrollo: Culturas y Desarrollo en África (URV). Contacto: vanessa@wiriko.org