Los ‘Swenkas’ zulús: clase y distinción en la ciudad

Los Swenkas. Foto: Jeppe Ronde

Los Swenkas. Foto: Jeppe Ronde

 

El sábado por la noche es el momento de la semana más esperado para algunos en la ciudad sudafricana de Joburg —término coloquial que se refiere a Johannesburgo—. Nos referimos a los Swenkas, que se acicalan durante toda la semana para competir y ganar el premio a la elegancia ese día. Trajes de sastre de marca de corte occidental y una coreografía que acompasa la puesta en escena y que recuerda a los Sapeurs del Congo, aunque con más sobriedad en su estilo. La competición amistosa, se organiza con un juez externo y se sortea el orden en que orden desfilan. Este desfile está amenizado por los “singers”, compuesto por cantantes que también realizan su propia competición. El premio del concurso de los Swenkas es la aportación colectiva que hacen todos sus miembros participantes, y que varía entre ganado, joyas, dinero u otros. Pero lo más importante y valioso, es la reafirmación de su distinción, el reconocimiento del grupo, y el hecho de perpetuar la tradición. ¡Que gane el mejor!

 

 

Fuente: Facebook Swenkas

Fuente: Facebook Swenkas

El origen de esta manifestación social y cultural tiene lugar en la década de los cincuenta. Nos tenemos que remitir irremediablemente al contexto del apartheid, que justo se acababa de instaurar en Sudáfrica. A ese contexto en el que el departamento de Asuntos Nativos del régimen, impuso medidas como la Política de Preferencia para el Espacio Urbano [1]. Había una gran cantidad de flujo migratorio de africanos —maticemos que los Swenkas, son en su mayoría zulús— que procedían del entorno rural y que migraban hacia las ciudades, buscando oportunidades laborales. Por descontado, nunca eran trabajos profesionales, sino como mano de obra barata y explotada en ciudades que se construyeron en base al descubrimiento de oro y minas en sus alrededores, como es el caso de Johannesburgo.Las visitas a la familia a la comunidad de origen después de un largo periodo de separación, eran importantes. Y la influencia de la bulliciosa vida cultural negra que emergía en la gran urbe y en sus townships, era clara. De ahí que muchos migrantes cuando volvían a sus hogares, se pusieran sus mejores galas para impresionar a las mujeres, influenciados seguramente por la moda occidental de los blancos y por los gangsters de la ciudad. Y de ahí también su nombre, que procede del término inglés “swank” cuyo significado es “presumir”. Pero no sólo presumir es su máxima, los Swenkas tienen tres pilares básicos como filosofía: la moda, la coreografía que acompaña y el código moral que incluye a su vez sobriedad, honor, higiene y respeto.

En la actualidad, cada hay vez menos Swenkas, tradición zulú que ha ido pasando de generación en generación y que poco a poco va perdiendo adeptos. Pero los que hay, son firmes con su intención de continuar y de animar a las nuevas generaciones a que tomen el relevo. Su organización liderada por uno de los miembros, elegido y respetado por el propio grupo y que se encarga de marcar las directrices, pero que también cuenta con la responsabilidad de velar por la perpetuación del movimiento Swenka.

Es interesante analizar esta manifestación, desde la óptica del post-apartheid ya que es la explicación de muchas de las particularidades de la sociedad sudafricana. Lo cierto es que a pesar del fin del apartheid, la sociedad está aún en un proceso de “reconstrucción” y fuertemente marcada por la desigualdad económica y social en términos de raza, incluso aún hoy en día. Este tipo de contrastes, se plasman muy bien en el estilo de vida de los Swenkas. Durante la semana, suelen tener trabajos duros y mal pagados en ámbitos como la construcción, además de vivir lejos de sus familias en entornos sociales deprimidos económicamente, con unas precarias condiciones de vida, donde muchas veces la delincuencia y la violencia se configura como modo de vida y supervivencia y donde el VIH es el gran lastre de muchos y muchas.

Quizá haciendo un “zoom out” desde esta óptica, podemos llegar a comprender el motivo y la importancia que puede llegar a tener el perpetuar el estilo de vida de los Swenkas y dejar a un lado los juicios que surgen cuando se plantea la cuestión de si merece la pena el elevado coste que todo ello supone. Se presenta como una manera más de desarrollar la creatividad, la autoestima y la esperanza en el futuro. Precisamente en términos de creatividad y de nuevas tendencias, la influencia se hace notar. En el panorama artístico musical, Solange ha ido a grabar al township de Cape Town, Langa, en su videoclip “Losing you” y en el mundo de la publicidad tampoco ha pasado desapercibido. Aquí se puede ver una muestro de ello.

También ejerce una gran influencia en la moda masculina sudafricana. El estilo “gentelman” es también un “must” para los amantes de la moda, sobretodo para las nuevas generaciones de jóvenes que cuidan especialmente su imagen. Basta darse una vuelta por el catálogo de Markham, marca de ropa masculina o por el Facebook llamado “Swenkas- Pura pasión por la moda”.

Merece la pena ver este documental que os recomendamos a continuación. Está en francés, pero aparte de explicar muy bien la organización Swenka, refleja muy bien el contexto actual y la trayectoria de sus protagonistas. ¡Esperamos que lo disfrutéis!

 

[1]  La Política de Preferencia para el Espacio Urbano que fue instaurada por el régimen del apartheid, consistía en impedir a la población negra acudir a trabajar a las ciudades hasta que todos los que ya había, hubieran sido absorbidos por el mercado de trabajo blanco. Para ello se distribuyó a los africanos en las diferentes empresas y ciudades, restringiendo la movilidad de estos.

Fuentes:

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Trabaja desde la comunicación y gestión cultural, como herramientas que sirven para la transformación social. Su interés está puesto en temas de artivismo, feminismos y música electrónica. También disfruta cocinando y le apasionan las grandes urbes y todo lo que se cuece en sus calles. La música viene de la mano de las fiestas que organiza como promotora y DJ Moto Kiatu y Sonidero Mandril, colectivos que difunden en Madrid los sonidos tropicales y las músicas electrónicas que suenan en África y en su diáspora. Vanessa es cofundadora de Wiriko y es licenciada en Sociología (UB), postgraduada en Desarrollo Internacional (Setem/UPC) y Máster Euroafricano de Ciencias Sociales del Desarrollo: Culturas y Desarrollo en África (URV). Contacto: vanessa@wiriko.org
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