#Im4theArts un espacio para reinvindicar #ArtistsLivesMatter

Que Sudáfrica es uno de los puntos calientes del continente en cuanto a la producción artística y creativa, es una realidad que demuestran los datos. Según el Observatorio Cultural de Sudáfrica (SACO en sus siglas en inglés), las industrias creativas y culturales representan el 1,7% del PIB del país (63 millones de rands) y es el sector que más ha crecido de la economía. Unathi Lutshaba, director de esta organización, así lo afirmaba en el periódico sudafricano Mail & Guardian el pasado año: “El sector representa el 1.7% del PIB total y este sector ha estado creciendo más rápido que el resto de la economía. [Las industrias culturales y creativas] lograron una tasa de crecimiento promedio de 4.8% por año entre 2011 y 2016 en comparación con solo 1.6% por año para toda la economía durante este período. Además, estas industrias impulsan la creación de empleo sustancial, ya que el número total de empleados en la economía creativa se estima en poco más de un millón”.

Sin embargo, a pesar de este prometedor crecimiento y generación de empleo, el apoyo del gobierno a este sector es escaso. Con el pretexto de que el sector es incapaz de auto-organizarse —a pesar de que la historia nos dice lo contrario — en 2015 el Departamento de Deporte, Arte y Cultura de Sudáfrica creó CCIFSA (Cultural and Creative Industries Federation of South Africa), con el objetivo de aglutinar y organizar al sector cultural y tener un órgano de gestión de los fondos gubernamentales destinados a la industria cultural. Pero esta organización ha sido muy controvertida y poco respetada acusada repetidamente de corrupción, de falta de transparencia, de caos organizativo y de falta de objetivos establecidos, entre otras cosas. A pesar de ello, el Gobierno sigue hablando con CCIFSA como interlocutor válido y como representante de los artistas en el país y sigue destinando un gran presupuesto a esta organización para que a su vez lo distribuya en el sector. La crisis del COVID19, vuelve a poner de manifiesto la incapacidad de este organismo para llegar a los trabajadores y trabajadoras culturales.

#Im4theArts y #ArtistsLivesMatter

Diseños de miembros del colectivo Cathy Winter (izq.) and Hope Komako (dcha.)

Dentro de este contexto de mala gestión y menosprecio hacia el colectivo de artistas y trabajadores de la cultura por parte de las instituciones, en enero de 2020 se creaba un grupo de Facebook espontáneo que en pocos días llamaría la atención de un gran número de artistas. Nacía así #Im4theArts: “Poner en marcha el grupo de Facebook fue una revelación”, afirma Sibongile Mngoma. “Como artista no estaba sola. Aún no me puedo creer algunas de las historias que llegaron a mi bandeja de entrada. ¡Lo que están pasando los artistas es inimaginable!”. Mngoma, cantante de jazz, góspel y ópera, creaba este grupo sin un objetivo concreto más que tener un espacio donde poder compartir con frustración las dos cartas abiertas que le había mandado al Departamento de Deporte, Arte y Cultura de Sudáfrica y al Ministerio y a las que no había obtenido respuesta. En las primeras dos semanas se unieron casi 10.000 artistas y trabajadores culturales y hoy, cuatro meses después, ya son más de 17.500 miembros. Inesperadamente, las dos cartas tuvieron respuesta y por primera vez se organizaron dos reuniones con el Departamento, consiguiendo que fueran en streaming, y a las que asistieron más de 1000 personas on line y en directo. A pesar de que esas reuniones no han sido del todo fructíferas, sí han sido un paso importante para este grupo recién creado y para esta auto-organización que ha movilizado a artistas y trabajadores del ámbito cultural sudafricano.

En la conversación que tuvimos con Mario Pissarra, historiador del arte y activo en #Im4theArts a nivel municipal en eThekwini (Durban), nos contaba que #Im4theArts es un movimiento cultural sin precedentes por tres motivos. El primero es que no estaba planificado, sino que se lanzó y fue tomando forma a medida que la gente se unía. El segundo motivo es el hecho de haber “obligado” a estas instituciones a sentarse y tomar nota del descontento público, así como a emprender rápidamente una serie de compromisos públicos (aunque estén diseñados principalmente para dispersar el descontento masivo y movilizar apoyos para su propia supervivencia). Y el tercero, no menos importante, es por su forma de organización, alejada de las formas tradicionales, ya que no ha tenido una estructura de liderazgo formal, o un manifiesto o documento que describiera su visión, misión, fines y objetivos.

Aunque es un grupo joven y nació sin un propósito definido, se vislumbraban algunos de los objetivos comunes:

– Que los gobiernos rindan cuentas y que asuman su responsabilidad a todos los niveles de gobierno (es decir a nivel provincial y municipal y no solo nacional).
– Que los artistas y trabajadores culturales se organicen para realizar acciones de incidencia política.
– Crear plataformas que fomenten el debate.

¿Qué futuro se prevee para #Im4theArts?

Durante estas últimas semanas, se están planteando varias cuestiones de fondo. La coordinación entre los miembros se realiza a través de Facebook y de WhatsApp y con estas redes como herramientas se ha creado un grupo de trabajo que antes era abierto, pero que ahora se está organizando de forma diferente, con nominaciones y votaciones para poder entrar. Las dudas que hay que resolver y madurar son muchas: “¿Somos una organización on line? ¿o en un sentido tradicional? En ese caso ¿cómo nos organizamos? Estamos intentando organizarnos más a nivel local, que en torno a disciplinas como hasta ahora (artes visuales, música, etc) cuando existía el objetivo de llegar al gobierno y presionar por políticas públicas, pero al final había muy poco compromiso con los artistas que se suponía que se estaban representando en cada disciplina. Ahora estamos intentando resistir eso y trabajar más a nivel local”, afirma Pissarra. La moderación del propio grupo de Facebook también es un reto con tantos miembros, y toma mucha relevancia el quién modera y cómo modera a tantos participantes.

Performance de Mamela Nyamza y otros artistas en Pretoria (Febrero 2020). Foto de Katty Vanderbergh

En este proceso de construcción no sólo se están definiendo cuestiones relacionadas con la forma legal, sino también el tipo de acciones y de protesta, ya que la dinámica es que no se basa en marchas, como los movimientos políticos más tradicionales, sino en intervenciones y performance artísticas que permiten visibilizar el movimiento. Mamela Nyamza, bailarina y activista, inspiró esta dinámica de utilizar la performance como forma de protesta en un Flash Mob realizado frente al Departamento de Deporte, Arte y Cultura de Pretoria en febrero.

Estas intervenciones se han ido replicando en diferentes ciudades en diferentes disciplinas artísticas (teatro, mimo, performance, etc) en los diferentes nodos en el país.

Algunos debates que se ponen sobre la mesa es si tener o no una forma legal (y en ese caso la misión, visión y valores), la moderación del grupo, la toma de decisiones, los intereses de los miembros, la descentralización, etc. Lo que está claro es que #Im4theArts es un movimiento muy joven que aún se tiene que definir y pensar y que se está formando a partir de la participación de un colectivo muy heterogéneo a nivel social, político y económico. Lo interesante es que parte de la base y que puede ser una herramienta potente y un foro de debate muy interesante pero ¿conseguirá realmente aglutinar las demandas de una gran mayoría de los y las trabajadoras de la cultura?

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Trabaja desde la comunicación y gestión cultural, como herramientas que sirven para la transformación social. Su interés está puesto en temas de artivismo, feminismos y música electrónica. También disfruta cocinando y le apasionan las grandes urbes y todo lo que se cuece en sus calles. La música viene de la mano de las fiestas que organiza como promotora y DJ Moto Kiatu y Sonidero Mandril, colectivos que difunden en Madrid los sonidos tropicales y las músicas electrónicas que suenan en África y en su diáspora. Vanessa es cofundadora de Wiriko y es licenciada en Sociología (UB), postgraduada en Desarrollo Internacional (Setem/UPC) y Máster Euroafricano de Ciencias Sociales del Desarrollo: Culturas y Desarrollo en África (URV). Contacto: vanessa@wiriko.org