Steinberg, la ficción que desvela la realidad sudafricana
Conocer ahora la existencia de The man of Good Hope nos puede hacer pensar que su autor, el sudafricano Jonny Steinberg, ha hecho un ejercicio de premonición. La novela trata entre otros temas la xenofobia en la sociedad de Sudáfrica, la discriminación hacia otros ciudadanos africanos. Precisamente ahora. El libro se publicó en enero de este año, así que nos puede llevar a pensar en la capacidad de adivinación de escritor. Sin embargo, lo que Steinberg ha hecho es dar una muestra de clarividencia, o más bien lanzar una mirada honesta hacia una sociedad que es mucho más compleja que la ficticia nación del arco iris que se ha impuesto en los últimos años.
Ahora mismo, lo que más llama la atención de The man of Good Hope es su descripción de la vida de un inmigrante en Sudáfrica, pero la novela nos aporta muchas más pistas sobre las realidades africanas, ya que el protagonista atraviesa el continente en un viaje que se extiende de norte a sur como una cicatriz. Quizá algunos acusen a Steinberg de basar su historia en una especie de catálogo de las calamidades africanas perlado de inmigración, abusos, violencia, corrupción o miseria, como ya hicieron con NoViolet Bulawayo. Sin embargo, la historia de Asad Abdullahi es, como dice el título de la novela, sobre todo, una historia de esperanza, de superación y de capacidad de superar los obstáculos.
Asad es un somalí, una de tantas víctimas de la guerra civil en el país del Cuerno de África. La primera experiencia del joven es la muerte de su madre, junto a él, asesinada a tiros por unos milicianos en Mogadiscio. A partir de ahí, el muchacho, que en ese momento tiene 8 años, comienza un complicado periplo que le llevará hasta Sudáfrica. Entre tanto, el chico pasa por Nairobi, donde su historia muestra un retrato desnudo de la vida de los somalís en la ciudad. Esta situación también se ha puesto recientemente de actualidad, con los ataques de Al Shabab en Kenia. La comunidad se ha visto sometida a la presión del recelo que se aviva con la xenofobia. Algo parecido le ocurre, con sus particularidades, claro está, mientras el muchacho trata de ganarse la vida en Etiopía, donde da un primer paso para construir una familia.
Después de su recorrido, el joven encuentra en Sudáfrica el entorno adecuado para prosperar. Asad se ha hecho adulto en los bajos fondos de las grandes ciudades de África Oriental. Ha demostrado su capacidad para sobrevivir a pesar de todo, para buscarse la vida, pero a pesar de todo no ha perdido la humanidad. Se ha endurecido sin pudrirse. Y en la tierra prometida del país más próspero del continente se reencuentra con lo más parecido a una familia que podía esperar. Ni siquiera así puede conjurar la desgracia, su tío, su anfitrión muere también a tiros. Y Asad, de nuevo, tiene que sobreponerse, aunque esta vez cuenta con el apoyo de la mujer con la que se había casado en Etiopía y la motivación de un hijo recién nacido.
Junto a su primo, se convierte en un, más o menos, floreciente comerciante en un barrio deprimido. La familia de inmigrantes somalís consigue, incluso, ampliar el negocio, antes de que la desdicha vuelva a golpearle. Su primo es asesinado en la tienda por un vecino y Asad tiene que enfrentarse además, al rechazo de los que le rodean y la pasividad de la policía.
En una reciente entrevista en Ground Up, Steinberg hacía una interesante lectura a través de su personaje de la situación de los inmigrantes, por ejemplo, somalíes, en los barrios populares de las ciudades sudafricanas. “Lo que más asustó a Asad de la violencia en Sudáfrica fue lo repentina e inesperada que era. En realidad, no era sólo la violencia en sí misma lo que le dejó helado, sino su naturaleza… puedes creer que estás en un entorno cómodo, puedes pensar que conoces el mundo que te rodea y, de repente, todo se vuelve extraño y desagradable”, explicaba el escritor. El asesino, en el último caso, no era un desconocido, sino un antiguo empleado que también vivía en el barrio, alerta el autor, y cuando se produjo el crimen, los vecinos advierten a Asad, que están del lado del asesino porque él es uno de los suyos y el inmigrante somalí, no.
Steinberg conoce los mecanismos de estos barrios populares y basándose en ellos ha construido su novela. El escritor asegura que “las fuerzas de la xenofobia en Sudáfrica son muy poderosas” porque mientras los blancos se hicieron ricos amparándose en las instituciones, los inmigrantes negros hacen dinero en medio de las comunidades más pobres y totalmente desprotegidos. Incluso va un paso más allá y relaciona los ataques xenófobos con las políticas migratorias que propician las deportaciones de miles de personas al año: “Después de los ataques xenófobos de 2008 pude entrevistar a muchas personas que participaron en las agresiones y lo que te decían era que estaban ayudando al Estado, ‘no son nuestra gente, estamos ayudando a deshacerse de ellos’, decían”.
Pero a pesar de todo este recorrido, lo que no hay que olvidar es el motivo del periplo de Asad y lo que hay detrás del libro de Jonny Steinberg. Ese espíritu está en el título de la novela “El hombre de la Buena Esperanza”.