La importancia de recordar a la artista keniana Rosemary Karuga

*Por Anne Mwiti, profesora en la Kenyatta University.

Un gran capítulo de las historias aún no contadas sobre el arte de las mujeres en Kenia comienza con Rosemary Namuli Karuga. Karuga falleció el 9 de febrero de 2021 a los 93 años. Fue una de las pioneras en realizar contribuciones significativas al arte contemporáneo del continente y es reconocida como una de las mejores artistas de su generación en África oriental.

Karuga es conocida por sus trabajos de collage que representan escenas pastorales y domésticas africanas, normalmente aldeanos, agricultores y animales. Sus obras podrían haberse expuesto internacionalmente, pero Karuga no empezó a producir arte comercial hasta los 60 años, después de retirarse de la enseñanza.

Ella era incluso menos conocida que otras mujeres artistas pioneras de origen keniano, como Magdalene Odundo, la célebre ceramista y académica – y antigua alumna de Karuga –, y Wangechi Mutu, la artista premiada keniano-americana que realiza trabajos de pintura, escultura, películas y performance.

Pero Karuga merece el mismo reconocimiento. Muchos artistas en Kenia la conocen, aunque pocos han tratado con ella en persona. Incluso las prácticas artísticas evolucionaron en torno a su trabajo y los trabajos académicos se han inspirado e influenciado en su práctica.

Primeros años

Sin título (1998) 40cm X 57 cm. © Familia Karuga / Cortesía de la Red Hill Art Gallery

Karuga nació el 19 de junio de 1928 en Meru, en el este de Kenia, de padre ugandés y madre keniana. Su viaje artístico comenzó cuando una monja irlandesa de una escuela católica de primaria reconoció su talento y más adelante le recomendó que estudiara en la todavía nueva Escuela de Bellas Artes de la Universidad Makerere, en Uganda. Karuga sería, según se comenta, la primera alumna de la influyente escuela.

Entre 1950 y 1952 estudió diseño, pintura y escultura en Makerere. Después de graduarse, se mudó de nuevo a Kenia para convertirse en profesora a tiempo completo hasta que se retiró en 1987, cuando se acercaba a los 60 años.

Karuga no se dedicó a hacer arte durante más de 30 años tras graduarse. Se casó en 1953, tuvo tres hijos, enseñó en una escuela local, se convirtió en una agricultora de subsistencia y tuvo nietos. Al crecer y casarse en una sociedad patriarcal, se esperaba que las mujeres se ciñeran a los constructos sociales que dictaban que su lugar estaba más en la cocina que en el mundo del arte.

No fue hasta finales de la década de 1980 cuando una de sus hijas la visitó desde Londres y la animó a seguir con su práctica artística. La escena artística keniana de principios de los 80 carecía de presencia de galerías, siendo la Watatu Gallery y Paa Ya Paa Arts Centre las dos únicas activas en la capital, Nairobi.

Fue a través de un puesto de artista residente en Paa Ya Paa que la obra de Karuga empezó a ser más conocida. A pesar de que, según se dice, le fallaba la vista y el oído, se embarcó en el comienzo de su carrera artística profesional.

Capas de colores

Sin título (1996) 27cm X 41 cm. © Familia Karuga / Cortesía de la Red Hill Art Gallery

La expresión artística de Karuga es muy personal, con una técnica única inspirada en mosaicos bizantinos. Su medio preferido incluye pedazos de papel de colores (de periódicos, revistas ilustradas y materiales de embalaje) que crean majestuosos collages de papel rasgado y cortado, en su mayoría retratos y paisajes figurativos, de entornos kenianos rurales. Sus collages innovadores aprovechan los detalles extraordinarios y la atractiva simplicidad.

La artista, escritora y conservadora Mbuthia Maina, que escribió sobre Karuga en el libro Thelathini: 30 Faces, 30 Facets of Contemporary Art in Kenya, describe el estilo de Karuga:

Nunca olvidaré la descripción de Karuga sobre cómo un león cobra vida en sus collages. Primero, hace un bosque de los colores que ha cortado para ese día. Después, de entre los árboles y el matorral, un león emerge lentamente y lo continúa con pegamento y papel cortado hasta que es un león tan real como uno que podría encontrarse en una fotografía o una película. De repente, el espectador comienza a ver capas de contenido sobre un arcoíris de colores con textos incrustados en varias fuentes y tonos… Imaginando todo esto, el espectador puede casi escuchar el canto de los pájaros en el espino…

Karuga vincula a las mujeres artistas del pasado y del presente, como Mutu, en el África oriental actual. Lo hace adoptando medios y formas contemporáneas como el collage. Expandió cuanto pudo en su ámbito.

El avance internacional

Sin título (1998) 40cm X 57 cm. © Familia Karuga / Red Hill Art Gallery

En la década de 1990, a Karuga le encargaron ilustrar una edición de la innovadora novela del escritor nigeriano Amos Tutuola, El bebedor de vino de palma. Esto ayudó a que su obra viajase y su avance internacional surgió en Estados Unidos en 1992, con una exhibición grupal en el Studio Museum en Harlem, Nueva York, llamada Contemporary African Artists: Changing Tradition.

La exposición contaba con 75 obras de arte de nueve grandes artistas de origen africano, como El Anatsui, Bruce Onobrakpeya, Ablade Glover y Tapfuma Gutsa. Karuga era la única artista femenina de la exhibición.

En 2006, recibió un premio por su trayectoria por parte del periódico African Voice, convirtiéndose en la primera mujer de África oriental en conseguirlo. Es un galardón concedido a los africanos por sus logros y aportaciones a la sociedad irlandesa. Karuga había estado allí visitando a familiares y, por razones médicas, no era seguro viajar para ella. Por ello, viviría sus últimos años en Irlanda.

En 2017 le dieron su reconocimiento en su país cuando fue presentada como la primera artista del mes en un nuevo programa de los Museos Nacionales de Kenia. Su trabajo actualmente forma parte de su colección, así como de las colecciones de los Archivos Nacionales de Kenia, el Murumbi Trust’s African Heritage, Watatu Foundation, la Red Hill Art Gallery y muchas colecciones privadas.

A día de hoy, una artista joven con talento en Kenia tiene mejores oportunidades para ejercer su carrera. Hay un aumento significativo de espacios colectivos y estudios de artistas en Nairobi, aunque las pocas galerías existentes no pueden albergar al creciente número de artistas que están surgiendo y construyendo sobre los caminos establecidos por artistas como Rosemary Karuga.

 

Artículo publicado originalmente en inglés por The Conversation y publicado en español con la colaboración de Casa África. Traducción: Paula García González.

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