Sarah Waiswa: “Los africanos están en un proceso de rescribir su propia narrativa”

En su ansia por reconectar con África, Sarah Waiswa nos conecta a todos con su perspectiva de lo africano. Sus fotografías evocan la ternura y la calidez de volver a casa, proveyendo de humanidad realidades que a menudo, de tan ajenas, son deportadas a la marginación, ya sea en un barrio o en una página del periódico. Su mirada es una exaltación a la belleza que ha sabido enganchar a más de 40.000 personas a través de su perfil de Instagram y que le ha llevado a ser una de las fotógrafas seleccionadas recientemente por World Press Photo en su programa de talento global.

‘Todavía un extraño’, Sarah Waiswa.

“Durante los últimos años, el interés en el arte, la música y la cultura africana ha aumentado en Occidente. A mí me interesa el significado de ser africano en un tiempo en el que el foco está aparentemente sobre África. Al mismo tiempo, la juventud africana ha empezado a abrazar su cultura, reaprender su historia y, como resultado, se expresan ellos mismos de varias formas, combinando pasado, presente e imaginando sus futuros y el del continente. Los africanos están además en un proceso de rescribir su propia narrativa”, afirma convencida en una entrevista a Wiriko.

Tras once años en Estados Unidos, Sarah Waiswa volvió a Kenia. Allí se había trasladado con su familia desde Uganda al poco de nacer, huyendo de la dictadura de Idi Amin. Ya adulta y de nuevo en su tierra, la ugandesa de nacimiento y keniana de adopción tenía hambre de sentirse en casa. Y la mejor manera que encontró para hacerlo fue cámara en mano. “Empecé con la fotografía como una forma de evocar la memoria y reconectar con el hogar”, comenta.

Pero once años son muchos años y su apetito africano era voraz. Para saciarlo, Waiswa dejó su trabajo en el departamento de Recursos Humanos de una empresa, al que había accedido tras obtener sus títulos en Sociología y Psicología y por los que marchó a Kentucky, y decidió ser fotógrafa a tiempo completo y en territorio africano. Una de las decisiones más difíciles de su vida, pero sobre la que se mantiene convencida. Tal y como explica, “la fotografía se convirtió para mí en una manera de expresarme y aportar mi comentario sobre lo que estaba viendo. Mis estudios sin duda influyen en cómo me acerco a mi trabajo y los temas en los que elijo centrarme”.

La marginación, la pobreza, las migraciones o la espiritualidad son temas que se suelen vincular a África, y son también elementos que componen las narrativas visuales de Sarah Waiswa, sólo que desde un prisma diferente al habitual. “Mi objetivo al final de cuentas es contar una historia, usar mi fotografía para destacar temas sociales. Pero también para mostrar África, para compartir una historia más representativa de África”, señala y se queja de que la imagen del continente «frecuentemente ha sido presentada de manera negativa. Las imágenes creadas por fotógrafos occidentales a menudo refuerzan narrativas dominantes que suelen ser sensacionalistas y estereotipadas”.

Por ello, aunque pueda coincidir en temáticas con esta visión que critica, su estilo marca la diferencia al apoyarse en su propia interpretación de la poesía visual, que ella usa no tanto como género que combina la palabra con la imagen, sino como el fin al que orienta su trabajo: “Siempre me ha gustado la poesía, la sensación que suelo tener después de leer un poema. Quiero que la gente sienta eso después de mirar mis fotografías”.

‘Extraño en una tierra conocida’, Sarah Waiswa.

Podría decirse que lo consigue. Al fin y al cabo, todos los reconocimientos que Sarah Waiswa ha obtenido, entre los que se incluyen no sólo ser una de las fotógrafas elegidas este año por World Press Photo en su programa 6×6 de talento global sino también ser premiada en importantes festivales de fotografía como el Uganda Photo Press en 2015 y el Recontres d’Arles en 2016, destacan la sensibilidad que desprende su trabajo.

Es el caso de ‘Extraño en una tierra conocida’, probablemente su obra más popular, en la que retrata a la activista Florence Kisombe en el barrio marginal de Kibera, en la capital keniana. Tanto Kisombe como el protagonista de su serie posterior ‘Todavía un extraño’ son personas con albinismo. Ambos trabajos, relata Waiswa, “fueron creados como una respuesta al tratamiento que reciben las personas con albinismo en algunas partes de África Subsahariana. Quería crear conciencia acerca de ello, pero también transmitir la sensación de soledad y aislamiento de la marginación”. Si bien en ‘Todavía un extraño’ la fotógrafa cambia de escenario, en ‘Ballet en Kibera’ vuelve al suburbio de Nairobi para mostrar, junto a su colega Fredrik Lerneryd, los ensayos y actuaciones del ballet de Anno’s Africa y One Fine Day. “Quería proporcionar una imagen alternativa al estereotipo monolítico del niño en un asentamiento informal”, comenta.

Más allá de Kibera e incluso de Kenia, Sarah Waiswa también ha retratado otras realidades que le interesan del continente. Como resultado está la colección fotográfica ‘Kimbanguists’, en la que plasma a una organización llamada Picha, en Congo, para reflejar las religiones sincréticas. “Estaba interesada en la identidad del grupo con respecto a su apropiación del cristianismo y su propia espiritualidad basada en creencias africanas”.

‘Kimbanguists’, Sarah Waiswa.

Ahora está inmersa en ‘Ciudadanos africanos’, un proyecto a largo plazo en el que la acompaña el fotógrafo Joel Lukhovi. Juntos viajan por carretera para tratar de acceder a tantas ciudades como les sea posible. Hasta ahora llevan atravesados ocho países africanos y planean otro viaje que cruce Sudán, Etiopía “y con suerte también Yibuti”, dice Waiswa, y añade: “Para los africanos es extremadamente difícil viajar por África, muchas veces es más fácil viajar fuera de África”.

Convencida del arma de empoderamiento que supone el que sean los africanos quienes cuenten sus propias historias, Sarah Waiswa se propone con este nuevo proyecto indagar en las similitudes que componen las sociedades africanas frente a sus divisiones. “Me interesan los paralelismos y las diferencias que se experimentan en distintas ciudades y como, al final, en cada una de ellas encontramos una parte de nosotros mismos”.

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Ruth Fernández Sanabria

Licenciada en Periodismo (UCM) y Máster en Estudios Africanos: Culturas y sociedades africanas (ULL). Fascinada por las realidades que construyen las identidades y convencida del papel de las creaciones artísticas como motor de cambio social. Coordinadora de la sección de Artes Visuales del magacín. (Tenerife) Contacto: ruth@wiriko.org