El canon y la colonización ideológica

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4ª Edición del Curso Introducción a las expresiones artísticas y culturales del África al sur del Sahara

Por María R. Fernández Ruiz

El colonialismo político y económico en África, de presencia y visibilidad indiscutible, se implantó acompañado de una dominación ideológica tanto en el ámbito artístico, como en la educación formal.

Viñeta de Tintín en el Congo

Por ejemplo, en literatura, pesos pesados del canon literario occidental contribuyeron activamente a propagar la ideología imperialista. Con sus obras consolidaron la figura de superioridad política, económica, cultural y moral del colonizador. En el ámbito anglófono, la literatura victoriana inglesa está plagada de autores que miraban a los pueblos sometidos con superioridad, compasión o condescendencia y que justificaban implícitamente la necesidad del sistema colonial; se produce, pues, una comunión casi inevitable entre el momento histórico y la narrativa de la época. Ejemplos paradigmáticos son Rudyard Kipling, Joseph Conrad o H. Rider . El contexto colonial también sirve de escenario para las aventuras de la literatura romántica, como muestran los textos de R. L. Stevenson, Lord Byron, T. E. Lawrence o R. M. Ballantyne. Incluso los autores que no centraban su atención en los territorios de ultramar, sino en los asuntos domésticos de la sociedad victoriana, validaban tácitamente la opresión colonial; tal es el ejemplo, como menciona Said en su obra Orientalismo (1978),  de Charles Dickens, Charlotte Brontë, Benjamin Disraeli, George Eliot o Jane Austen.

En 1902, J. Conrad con su novela Heart of Darkness  (1899) supone un leve cambio respecto a las narrativas anteriores, examinando la validez del modelo colonial. No obstante, el colonizado sigue recibiendo un tratamiento cosificado, no hay espacio para la voz de “ el otro”. Otro interesante punto de vista es el que desarrolla E. M. Forster en A passage to India (1924). La novela se escribió entre 1912 y 1921 y el autor se muestra crítico con la actitud de los británicos, que se sintieron vejados y caricaturizados tras su publicación. Es decir, condena la opresión racial y la misión civilizadora autoasignada del Imperio, pero al mismo tiempo, adopta una actitud paternalista y condescendiente con los indios. Representa la joya de la corona como un territorio vasto que acoge a un conglomerado de razas y religiones, un mundo misterioso y mágico.

Así, estos autores continúan transmitiendo y fomentando una visión sesgada y parcial de la realidad condicionada por el eurocentrismo. Esta visión viene avalada por textos de no ficción, desde tratados de geografía hasta manuales de historia pasando por obras filológicas, libros de viajes y discursos formales políticos o discursos informales politizados.

Imagen de una lección en una escuela colonial de principios del S.XX en el Congo. Fuente: http://histclo.com/

En lo que respecta a la educación formal, durante la época colonial, en las dominios europeos en África, se desarrolla lo que se conoce como “la misión civilizadora”. El invasor, consciente de que el conocimiento es poder, deseaba convertir a los súbditos, a través de la aculturación, en seres desposeídos, manipulables, incapaces de llegar a concebir una posible sublevación.

Fanon analiza en Los condenados de la tierra (1963) esta manipulación empleada por el colonizador:

«When we consider the efforts made to carry out the cultural estrangements so characteristic of the colonial epoch, we realise that nothing has been left to chance, and that the total result looked for by colonial domination was indeed to convince the native that colonialism came to lighten their burden».

 Se estudiaba, pues, la historia, la literatura y la orografía de las colonias llegando a unos límites absurdos, tal y como relata Tibawi en su obra Islamic Education (1972):

«This tendency was pushed to such absurd lengths as to attempt to frenchify the pupils. Count Sforza […] visited Syria in 1935 and he saw some fifty dark-skinned and black-haired young Arab boys stammering together : nos ancêtres les Gaulois étaient blonds!…»

En las colonias anglófonas, la colonización ideológica se ponía en práctica en las “mission schools”, en las que una élite africana recibía un sucedáneo de la educación que se impartía en la metrópolis, a cambio de renunciar a su cultura de origen. La respuesta de Dambudzo Marechera en su obra La casa del hambre (2014) a la pregunta de si no se le había ocurrido escribir su obra en shona ilustra a la perfección el dilema moral al que se enfrentan los niños de la misión una vez que alcanzan la edad adulta:

«It never occurred to me. Shona was part of the ghetto daemon I was trying to escape. Shona had been placed within the context of a degraded, mind-wrenching experience from which apparently the only escape was into the English language and education. The English language was automatically connected with the plush and seeming splendour of the white side of town. […] I was therefore a keen accomplice and student in my own mental colonisation».

La escuela de los colonizadores en Burkina Faso. Fuente: http://www.burkinatourism.com/

Un número considerable de escritores y de líderes políticos (y en ocasiones ambas cosas, como en el caso de Senghor) salieron de las filas de estas élites intelectuales. López Heredia, en su tesis doctoral El poscolonialismo de expresión francesa y portuguesa: la ideología de la diferencia en la creación y la traducción literarias  (2005) hace hincapié en cómo el poder colonial se esforzó en crear seres desarraigados a base de borrar su historia:

«Los escritores […] que posteriormente se convirtieron en los portavoces de la hibridación, el mestizaje al que dio lugar involuntariamente el colonialismo, fueron en muchos casos sustraídos de sus entornos familiares tradicionales a una muy tierna edad para ser formados por un sistema que negaba toda legitimidad o validez a sus propias culturas y les inculcaba una pobre versión de lo que se entendía por civilización occidental».

Una de las figuras que avivó el debate de esta colonización ideológica de la que Marechera se había sentido cómplice y que abogaba por validar las lenguas y la cultura autóctonas fue Ngũgĩ wa Thiong’o en 1986 con su obra Decolonising the Mind. Como podemos observar, estos intelectuales, que sufrieron en primera persona el intento de asimilación por parte de los colonizadores, no pueden evitar que se cuelen en su obra política y literatura, siendo, en muchos casos, agentes de cambio político en sus respectivos países para terminar con la jerarquía imperante en la política, la sociedad y la cultura.

Esta jerarquía, que suele asociarse a aspectos políticos y económicos, alcanzó todos los ámbitos posibles de la sociedad gracias a la aceptación tácita de las llamadas “oposiciones binarias”. Este término fue acuñado por el estructuralismo para reflejar, de una forma aparentemente objetiva, conceptos opuestos. Derrida, en cambio, y sus colegas deconstructivistas ven en estas oposiciones binarias claras relaciones de poder que perpetúan la superioridad del Imperio: centro/periferia, blanco/negro, sujeto/objeto, colonizador/colonizado, occidente/oriente o civilizado/salvaje, entre otros. Denuncian la arbitrariedad axiológica sobre la que se basan e invita a una revisión de este orden binario en los diferentes campos.

Estos autores ponen en tela de juicio la ética binaria por la que se regía el mundo y esa nueva lógica dio lugar al nacimiento de los estudios poscoloniales. Ya en Orientalism (1978), Said defendió sus hipótesis en base a la cuestión planteada por Derrida y, desde entonces, mucho han escrito los teóricos poscoloniales sobre el margen, la periferia, sobre “lo mismo” y “lo otro”.

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Wiriko nació en 2012 como asociación cultural para la divulgación y promoción de las artes y culturas africanas. Wiriko.org, su principal proyecto, es el primer Magacín 100% dedicado a las Artes y las Culturas Africanas del Sur del Sáhara en lengua castellana. Una ventana para dar a conocer las realidades culturales contemporáneas de África y una plataforma para acabar con su desconocimiento y estereotipos. Como herramienta colaborativa para la interconexión y la cooperación cultural, impulsa un África muy distinta a la de los cuatro jinetes del Apocalipsis (guerra, hambre, pobreza y destrucción), y fomenta una visión más realista de lo que se produce, a día de hoy, en el continente africano.
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