Felwine Sarr: “Vivimos en una crisis de la idea de comunidad”
“Vivimos en una crisis de la idea de comunidad. Las personas migrantes, la movilidad…¿Quién forma parte de la comunidad? Las personas a las que llamamos extranjeras no lo son porque no existe tal cosa; todos somos seres humanos, con diferentes experiencias e historias… Pero la identidad principal es la identidad humana”. Es el demoledor diagnóstico que el intelectual senegalés Felwine Sarr hace de la sociedad actual. En los últimos años se ha convertido en una de las voces más escuchadas de una corriente de pensamiento africana que apuesta por replantear el papel del continente y de sus habitantes en un mundo globalizado.
Sarr pasó por Madrid en el contexto de la primera parte de Grigri Pixel, un proyecto desarrollado por Grigri Cultural Projects en colaboración con Medialab-Prado, que se ha desarrollado entre mayo y junio. El programa ya va por su cuarta edición y pretende continuar generando espacios de creación colectiva en los que otros relatos tienen cabida, explorando de esta manera “las prácticas de cooperación cultural y ciudadanía entre África y Europa”.
Sarr se sentó junto a la filósofa Marina Garcés en una actividad titulada “Dar lugar” para aportar su propia visión sobre el tema de la hospitalidad, que era el hilo conductor del programa de este año, invitando así a meditar y poner en común perspectivas sobre cómo construir puentes en un mundo cada vez más dividido por fronteras políticas, económicas y sociales. En este marco, Sarr desgranó algunas de las claves de su último trabajo, Habiter le monde, essai de politique relationelle (2018). En este el autor llama la atención sobre la crisis de relacionalidad que estamos viviendo, explicando que los espacios relacionales se han convertido en un conflicto. Si bien es cierto que movimientos como el 8M son capaces de unir a mujeres de contextos muy diferentes en una lucha en común, Sarr piensa que “la relacionanalidad es un espacio muy débil”, y que una civilización que progresa es aquella que genera relaciones entre los individuos.
Wiriko pudo compartir una conversación con el intelectual senegalés en la que puso de manifiesto los pilares de su pensamiento. El escritor y economista defiende que todos venimos de un espacio de vulnerabilidad y que hemos sigo acogidos en algún momento. La comunidad tiene que organizarse políticamente, no sólo en términos de ética o mediante cuestiones ideales. Para Sarr las luchas por los derechos de los distintos colectivos de la sociedad son necesarias, pero más allá de los esfuerzos de estos grupos, es importante que todas las personas nos unamos en una sola lucha.
Teniendo en cuenta que los vínculos entre las personas no atienden únicamente a una historia o una lengua en común, ¿cómo podemos crear un sentimiento de pertenencia a una sola comunidad? La respuesta está en lo que el autor llama “los imaginarios de la pertenencia” y “la narrativa de la comunidad global”. El primer concepto se refiere a la comunidad local de la que todos partimos: nacemos en un contexto y compartimos una historia y una memoria local con el resto. Esta idea de ancestralidad está conectada a la legitimidad ya que muchas veces deriva en la exclusión de aquellos que vienen de fuera. Esto se debe a que a nivel global existe una historia que es la misma para todos, pero no hay una memoria que nos una.
“Construir la comunidad humana consiste en producir una narrativa que anticipe cómo será esa comunidad” dice el autor, y para ello “tenemos que romper con los imaginarios de la pertenencia”. Profesor también de la Universidad Gaston Berger de Sant-Louis (Senegal), Felwine Sarr considera que los centros educativos pueden ser “un espacio de deconstrucción y reconstrucción que produzcan conocimiento para la comunidad que queremos crear” enseñando que “todos venimos de una cultura, pero que no pertenecemos a ella, no estamos atrapados en ella”.
“La cultura es una respuesta que los humanos damos a preguntas universales en contextos específicos” explica Sarr. Junto con los imaginarios de la pertenencia, es fundamental también acabar con el imaginario de nación, actuando desde una perspectiva global. “La identidad humana es más importante que las especificidades de mi identidad local (…) Se trata de reconfigurar los imaginarios de quiénes somos, el lugar que tenemos en el mundo y de dónde venimos”.
Estamos ante una tarea compleja. La crisis de la comunidad no afecta a todos los individuos de una sociedad por igual, así es que es necesario saber qué papel tiene que desempeñar cada uno para poder generar la comunidad global. El escritor nos recuerda que las personas privilegiadas que están en el centro generalmente no tienen razones o intereses suficientes para unirse a este esfuerzo. Son las víctimas de la exclusión las que tienen en sus manos la responsabilidad de impulsar el cambio, ayudándonos así a llegar más lejos.
En 2016, el compromiso político y social de Felwine Sarr le llevaron a fundar junto con el historiador camerunés Achille Mbembe Les Ateliers de la Penséé, que Sarr entiende como una plataforma en la que los artistas e intelectuales de África reflexionan tanto sobre cuestiones globales como continentales del mundo en el que vivimos. Su próxima edición, que tendrá lugar en noviembre, incluye a participantes de distintas procedencias y tiene como tema principal las vulnerabilidades y cómo estas intersectan. Afrotopía ha sido la obra que ha cimentado toda esta estrategia de repensar el lugar que debe asumir el continente en un mundo globalizado.
Indhira García Belda
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