Arimah llena de fantasía una cotidianidad desacomplejada
podría perfectamente llevar la etiqueta de una de las firmas revelación de las literaturas africanas y de la nigeriana, en particular. Acredita la emergencia el Caine Prize que recibió en 2019, pero lo que rubrica de verdad su ascenso a la primera división es que son muy pocos autores los que pueden presumir de haber demostrado una voz tan particular en su primera obra. Y es que Qué quiere decir cuando un hombre cae del cielo es un volumen de relatos que demuestra un estilo completamente particular en el que la joven escritora dibuja cuadros de una cotidianidad costumbrista, en la que a menudo se cuela una visión fantástica y que sistemáticamente están bañados por un ritmo despreocupado y una cadencia descarada.
La editorial Quaderns Crema se adelantó a ese galardón que acabó de consolidar el ascenso de Arimah y nos acercó la primera obra de la escritora nigeriana en su versión en catalán traducida por Dolors Udina, en Què vol dir quan un home cau del cel, antes de que recibiese el Caine Prize. Y aunque todavía no hay una publicación en español, parece que no tardará en llegar de la mano de la editorial Minuscula.
La colección de relatos es un alarde de creatividad que, sin embargo, destila naturalidad, en el que no se escapan artificios ni exageraciones que acaben con una armonía, en todo caso, cargada de desparpajo. Arimah juega magistralmente con los ambientes y las voces, con los tiempos de la narración y con las ambientaciones y tan pronto está construyendo la historia decadente de una madre que arrastra a su hija por moteles de carretera mientras vive de las indemnizaciones que araña a las compañías de seguro por accidentes fingidos, como sitúa a sus protagonistas en un futuro distópico en el que una fórmula matemática ha reducido a los hombres y mujeres a ecuaciones complejas, mediante las que pueden incluso librarse del dolor.
Doce relatos que muestran la diversidad del universo narrativo de Lesley Nneka Arimah componen este volumen en el que, a pesar de la variedad está muy presente la experiencia de la diáspora nigeriana, sobre todo, la afincada en los Estados Unidos. La propia experiencia de la autora es un conjunto de viajes de ida y vuelta entre Reino Unido, Nigeria y los Estados Unidos.
Los conflictos familiares aparecen también de manera recurrente en los relatos de Arimah, las complicadas relaciones entre madres e hijas, a menudo, o los particulares vínculos entre padres e hijas. Familias rotas, a menudo por la desgracia, convivencias torpedeadas por el dolor de la pérdida del ser querido y acompañadas por la sacudida económica que a veces supone la desaparición. Las madres obligadas a criar a sus hijas, aparecen muy cerca de las hijas lastradas por no haber cumplido con las expectativas de los padres, o de las que malgastan sus esfuerzos por fingir lo que no son.
“La ociosidad hizo lo que hacía siempre, y me encontré incapaz de ignorar la inquietante información que me había reportado la noche. Siempre había pensado que los secretos entre mi madre y yo eran sobre todo míos, indiscreciones que podría confesar mucho tiempo después de que perdiesen el poder de despertar su ira. Siempre había evitado hablar de lo que había pasado después de la muerte de mi padre y había simulado alegría durante lo que debía haber sido una batalla legal tumultuosa. ¿Qué más no sabía?”
Las crisis políticas van atravesando las existencias de los protagonistas, habitualmente complicándoles la vida aunque en otras simplemente son escenarios excepcionales.
“Mi padre nunca compartía historias de antes o de después de la guerra, como si hubiese nacido en los barracones y hubiese muerto la noche de la descarga final”.
Con los relatos perfectamente inscritos en una historia reconocible y con rigurosa veracidad, se intercalan otras que se zambullen en la literatura fantástica como la narración que transmite los problemas de Ogechi para cumplir con su sueño de ser madre, en un mundo en el que las criaturas se elaboran con diferentes materiales según los recursos de las madres.
“Las mujeres como ella tenían que formar sus hijos con materiales más fuertes, más prácticos, si querían soportar los golpes y los arañazos que sufrían en una vida como esa. Su madre la había formado con barro y ramas, y le envolvía muy fuerte las piernas con hojas, como el moin-moin: artículos pedrestres que habían producido una chica pedestre”.
El relato que da título a la colección de narraciones muestra a las claras de qué es capaz Lesley Nneka Arimah. En Qué quiere decir cuando un hombre cae del cielo, la escritora reconstruye un mundo futurista, postapocalíptico, que se levanta después de una hecatombe de terremotos y volcanes que ha sumergido bajo las aguas Norteamérica, Europa y Asia y una buena parte de sus poblaciones se han refugiado en África, en general, de manera poco amigable. A las religiones y las iglesias las sustituye una fórmula matemática que parece desentrañar los secretos de un universo sacudido por el miedo. La fórmula, incluso, se aplica a los hombres y las mujeres que se convierten en ecuaciones y que, por tanto, pueden ser “reparados”. Algunas matemáticas pueden eliminar el dolor de las personas.
“Ella era una de las cincuenta y siete matemáticas registradas que se habían especializado en calcular el dolor, dos menos que los cincuenta y nueve del año anterior”.
El control de la ecuación también permite encontrar la fórmula que hace que los hombres puedan volar, pero el nuevo orden se tambalea cuando un hombre cae en pleno vuelo y amenaza con desvelar fallos en aquella fórmula divina.
En su web, Lesley Nneka Arimah asegura que “ahora mismo está escribiendo una novela sobre ti”. La frase aparece como una mezcla entre un desafío, un intento de acercarse al lector y una fórmula publicitaria. Eso y un deseable anuncio, porque Arimah ha demostrado que tiene mucho que aportar.