Elnathan John, mucho más allá de Boko Haram
Ha sido uno de los lanzamientos más esperados de los últimos tiempos. Elnathan John, un prometedor y joven escritor nigeriano ha sabido hacerse esperar los suficiente. Conocido como cronista satírico, finalista en dos ocasiones del prestigioso Caine Prize y habilidoso usuario de las redes sociales ha sabido ir alimentando el suspense de la aparición de su primera novela, Born on a Tuesday, publicada por el sello nigeriano Cassava Republic Press, en su país natal y en el Reino Unido en 2015 y por Grove Atlantic, en EE.UU. en 2016. Cuando la novela ha visto la luz, la expectación además se ha visto recompensada por un gancho de actualidad que huye completamente del oportunismo.
Born on a Tuesday se desarrolla en el norte de Nigeria y trata sobre el deslizamiento de un joven hacia el extremismo religioso y la violencia, pero ni mucho menos se puede reducir la historia a una novela sobre Boko Haram, como los más miopes podrían pensar. Y es que seguramente la experiencia del autor en el ámbito del humor político le ha permitido adentrarse en una realidad dramática para extraer de ella el soplo de vida que siempre subyace. El propio John ha asegurado que pretende huir de la simplificación y que intenta demostrar que las cosas siempre son complejas. Cuando la religión, la política o el dinero tiran de una misma existencia, difícilmente el resultado puede resumirse de manera sencilla.
El joven protagonista de Born on a Tuesday ni siquiera tiene nombre. En realidad, sí que lo tiene, se llama Datala y es un almajiri, un niño enviado por su familia a una escuela coránica. Pero Datala significa “nacido un martes” y es esa sustracción a la unidad más simple de la identidad, el nombre, un fenómeno que anima al autor.
El periplo de Datala está marcado por la mala suerte y por una caída libre hacia la violencia y la delincuencia, niño de la calle, granuja, truhan que pasa a ladrón (famélico) y de ahí a camorrista. El niño se ve envuelto en un episodio que mezcla violencia y política y que le acaba obligando a huir para salvar la vida. Precisamente asomarse al borde del abismo es la única manera en la que el pequeño protagonista es capaz de redimirse. En su nuevo destino va a parar a una mezquita marcada por la oración, la vida comunitaria y la cultura. Sin embargo, la mala estrella que persigue al protagonista pincha esa burbuja, primero al intentar retomar el contacto con su familia y después cuando el extremismo va ganado terreno en la mezquita en la que había encontrado abrigo.
Resulta que una realidad tan sobreexpuesta en los medios como es la violencia que genera y desencadena Boko Haram aparece como una realidad absolutamente desconocida cuando el foco se pone en las personas. Como no se cansa de repetir John, todo es mucho más complejo de lo que parece y por eso ni sus personajes, ni sus historias son maniqueas. Por eso, la narración no es autocomplaciente.
Quizá se pueda encontrar un paralelismo con Chimamanda Ngozi Adichie (huyendo del vicio de comparar a cualquier escritor de éxito y con proyección con la estrella nigeriana de las letras), con la que, por cierto, Elnathan John tuvo una animada polémica. Es sólo un detalle, pero Medio sol amarillo, de Adichie, se ha convertido en una fuente de historia para el caso de la Guerra de Biafra. De la misma manera, Born on a Tuesday, se puede convertir en fuente de historia para otro episodio también desastrosamente contado por los medios, como es la profunda huella de Boko Haram. Al fin y al cabo en uno y otro caso, la ficción nos sirve mucho más para conocer la realidad desde la perspectiva de las pequeñas historias anónimas y cotidianas, las que encierran toda la complejidad, todas las contradicciones y toda la humanidad.
Esta primera novela ha recibido el aplauso casi generalizado o al menos muy numeroso de una buena parte de los novelistas más conocidos de la actual escena de las letras africanas, lo que sin duda ha sido un espaldarazo extra para la carrera de Elnathan John. La duda es si la popularidad del escritor, considerablemente alta antes incluso de publicar su primera novela, necesitaba de estos elogios. En todo caso, la figura de John se ha acrecentado también con su firme propósito de continuar viviendo en Nigeria y con sus afirmaciones en torno a la necesidad de que el escritor esté cerca de las realidad que verdaderamente alimentan su narración, las historias que vale la pena escribir y que quiere escribir.