Desirée Bela-Lobedde: «Llevar el pelo afro es resistir»

Por: María Lorenzo Marco

Desirée Bela-Lobedde (Barcelona, 1978) es un referente en nuestro país en el ámbito del activismo antirracista. Es columnista en Público.es con su blog Desenredando y autora de la obra Ser Mujer Negra en España. Además, participa varias iniciativas relacionadas con el antirracismo desde una perspectiva feminista y vivencial, que comenzaron con su proyecto la NegraFlor, que incluía un canal de YouTube y un blog dedicados a fomentar el empoderamiento de las mujeres negras a través de la revalorización del cuidado y el activismo estético respetando la naturaleza de los rasgos afro. Actualmente, entre sus iniciativas se incluyen también comunidades de talleres y de herramientas antirracistas online. Hoy, charlamos con ella sobre el activismo estético y el racismo sistémico existente en España.

Desirée Bela-Lobedde. Imagen de Isaac Medina Alcázar.

María Lorenzo: Desirée, ¿qué es el activismo estético?

Desirée Bela-Lobedde: El activismo estético, para mí, es la parte del activismo que se preocupa por la reapropiación del cuerpo. En el caso de las personas negras, la piel y el cabello son partes de nuestra identidad que han sido sistemáticamente sometidas a procesos químicos para aclararla o alisarlo a causa de los cánones de belleza establecidos. Esos cánones de belleza son eurocentrados y ponen en valor unos rasgos que son completamente diferentes de los nuestros. Durante mucho tiempo a las personas con el cabello afro y la piel oscura se nos ha «invitado» a transformar nuestras características con base a diferentes pretextos: ser percibidas como más bellas, como más profesionales, etc. Esto pasa porque el canon de lo que es bello está marcado por la blanquitud y, por lo tanto, cuando más cerca de esa blanquitud, más percepción de belleza. El activismo estético reclama la belleza de la piel negra y el pelo afro en su estado natural e invita a la descolonización del cuerpo (no solo los territorios fueron colonizados; también lo fueron los cuerpos y las mentes) como forma de resistencia. Pero no solo es una cuestión de posicionarse políticamente, también es una cuestión de promover la salud, ya que los productos para alisar el cabello y aclarar la piel son altamente tóxicos.

M.L: ¿Cómo y por qué decidiste dedicarte a ello?

D.L: Por necesidad propia, aunque en un principio no vi la relación con el activismo. Yo misma había decidido dejar de alisarme el cabello tras más de quince años de llevar el cabello alisado. Quería aprender a cuidar de mi cabello y del de mis hijas. En aquel momento solo encontré un blog con contenido en español Afrohair, así que decidí que, ya que empezaba a cuidar de mi cabello desde cero, podía registrarlo. Así que creé mi blog y mi canal de YouTube para compartir peinados, reseñas de productos y otras cuestiones que veía relacionadas con el hecho de llevar el pelo afro.

M.L: Está claro que el afro es una forma de resistencia, ¿cómo se explica para una persona ajena al impacto del racismo en primera persona?

D.B: Volvemos un poco a la primera pregunta. Muchas personas, sobre todo las de géneros femeninos y fluidos, vivimos sometidas a una presión estético brutal impuesta por un canon de belleza que marca que lo aceptablemente bello es la blancura y el cabello liso (o con unos bucles determinados, pero no demasiado rizados). Eso se traduce en que las que no encajamos en ese canon, intentemos pasar por el aro, y para ello sometemos nuestros cuerpos a una violencia que tiene un coste muy alto. Llevar el pelo afro significa rechazar esa imposición de la belleza, que arranca ya desde la colonización, y aceptar la belleza y la naturalidad del cabello afro y la piel negra. Y eso, cuando todavía hoy, en pleno siglo XXI, las personas negras vivimos situaciones racistas relacionadas con nuestros rasgos identitarios, llevar el pelo afro es resistir, sin lugar a dudas.

M.L: ¿En qué aspectos se puede observar el racismo sistémico y el privilegio blanco en cuanto a cuestiones estéticas se refiere?

D.B: El racismo sistémico y el privilegio blanco en el ámbito estético se traduce en la falta de productos específicos. Cuando eres una persona blanca apenas te das cuenta, porque puedes utilizar casi todos los productos que encuentras para el cabello y para la piel, pero para las personas negras no es así. En los supermercados o en las perfumerías no hay productos específicos para nuestro cabello. Fíjate un día en la sección de perfumería de un supermercado y fíjate en si ves productos de maquillaje para pieles oscuras. Y con los productos para el cabello pasa lo mismo: tenemos que comprarlos en tiendas específicas, y por norma general son más caros que los productos que puedes encontrar en un super. Y es una pena, porque hay marcas, como Pantene o L’Oreal, que tienen líneas para cabellos rizados, pero, ¡oh, sorpresa!, no llegan a España.

M.L: ¿Hasta qué punto llega a dañar los cuerpos de las personas racializadas?

D.B: Como he comentado anteriormente, el alisado del cabello es altamente perjudicial: los productos que se usan son abrasivos y, además de causar la caída del cabello, porque lo debilitan, pueden llegar a causar quemaduras en el cuero cabelludo.

En Estados Unidos se han biopsiado miomas uterinos de mujeres afroamericanas que se alisaban el cabello y en esa biopsia se han encontrado ingredientes de los productos de alisar.

El blanqueamiento de la piel también tiene consecuencias peligrosas para las personas negras que lo llevan a cabo. Uno de los componentes principales de los productos de blanqueamiento es la hidroquinona. Para que nos hagamos una idea, en Europa, el porcentaje máximo de este producto permitido en los productos cosméticos era de un 2%, y recientemente se ha prohibido totalmente. Los productos cosméticos de blanqueamiento que se comercializan en los países africanos contienen un 20% de hidroquinona. Creo que esto ya da que pensar. Los productos de blanqueamiento, al final, lo que hacen es eliminar capas de la piel. Eso al final, puede llegar a dejar la piel tan fina que, en caso de necesitar hacer suturas quirúrgicas. Algunos estados africanos están finalmente entendiendo la magnitud de la problemática del blanqueamiento, como Ghana, que ha prohibido su uso, y lo están declarando como problema nacional de salud. Esperemos que sigan tomando medidas para controlar su uso.

M.L: Desde hace años, vienes desarrollando toda una serie de proyectos antirracistas y afrofeministas a través de internet ¿consideras que era todo menos hostil cuando tu activismo en redes estaba centrado exclusivamente en lo estético?

D.B: Sin lugar a dudas, todo era mucho menos hostil cuando «solo» hablaba sobre estética. Hablar sobre cabello afro es hablar, en primer lugar, hacia dentro de la propia comunidad: dar recursos sobre cómo manejar nuestro cabello es un ejercicio de sanación, de reconexión con nuestra esencia. Eso no interpela a las personas blancas. No sienten que vaya con ellas y no prestan atención. Para ellas el pelo afro es «solo» pelo y nada más. Pero ir más allá de la estética y hablar de cómo las conductas de las personas que me rodean me violentan por lo racistas, eso ya es otra cosa. Ahí la interpelación es directísima. Y cada vez que señalas una conducta racista, la persona señalada entiende que estás diciéndole que es mala persona y, en muchas ocasiones, para defenderse de esa acusación, la respuesta es todavía más hostil.

M.L: En tu libro “Ser mujer negra en España”, haces un recorrido personal desde la infancia a la edad adulta en nuestro país ¿has notado desde entonces algunos cambios al respecto de la situación de las personas racializadas en un país tristemente racista como España?

D.B: Lo que he notado es una recuperación de espacios y un florecimiento de las actividades organizadas desde colectivos de personas africanas y afrodescendientes. Estamos contando, y estamos contándonos.

Estamos recuperando el liderazgo en la representación de los movimientos de lucha antirracista, porque hasta ahora nuestra participación estaba tutelada y controlada por personas ajenas a nuestras comunidades y a nuestros colectivos.

Así que, en lo social, estamos dando pasos que considero significativos; igual que en lo cultural, donde se está dando una producción de obras literarias, musicales y teatrales muy importante. Creo que el paso siguiente, aunque sé que ya se está trabajando en ello, es tener mayor representación política.

M.L: No hay ni que mencionar la importancia que tiene el hecho de que se den espacios para activistas y referentes racializadas para las personas afrodescendientes y así desplazar a la blanquitud como única fuente de saber válida ¿Podrías destacarnos algunos referentes que tú tienes?

D.B: Podría llenar páginas destacando referentes, pero bueno, empezaré por una figura con una trayectoria de largo recorrido como es Remei Sipi, Antumi Toasijé, Esther (Mayoko) Ortega, Lucía Asué Mbomío, Nicole Ndongala, Jeffrey Abé Pans, los equipos de los espacios Hibiscus (en Barcelona, que organiza el festival Black Barcelona) y Conciencia Afro, en Madrid, el Sindicato de Vendedores Ambulantes de Barcelona, la colectiva AfroFem Koop, de reciente creación, la librería United Minds y Ediciones Wanafrica, que nos alimentan la mente con su colección de libros afrocentrados… podría seguir porque estoy dejando fuera a muchas personas y colectivos que están haciendo un trabajo importantísimo.

M.L: Y, por último, ¿nos podrías dar alguna pista sobre los proyectos que tienes en mente para el futuro?

D.B: Por el momento, el proyecto más inmediato es seguir desarrollando material pedagógico. Empecé el año pasado (2019) con este proyecto que comprende tanto comunidades de aprendizaje y formación, como talleres monográficos y me gustaría poder seguir ofreciendo material y espacios en esta línea.

*María Lorenzo Marco es una estudiante de Grado de Estudios Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid, que ha cursado un período de prácticas extracurriculares en Wiriko. 
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Wiriko nació en 2012 como asociación cultural para la divulgación y promoción de las artes y culturas africanas. Wiriko.org, su principal proyecto, es el primer Magacín 100% dedicado a las Artes y las Culturas Africanas del Sur del Sáhara en lengua castellana. Una ventana para dar a conocer las realidades culturales contemporáneas de África y una plataforma para acabar con su desconocimiento y estereotipos. Como herramienta colaborativa para la interconexión y la cooperación cultural, impulsa un África muy distinta a la de los cuatro jinetes del Apocalipsis (guerra, hambre, pobreza y destrucción), y fomenta una visión más realista de lo que se produce, a día de hoy, en el continente africano.