Statues royales, Abomey, Musée du quai Branly. Wikimedia Commons.

La estela del Informe Savoy-Sarr, ¿qué fue de la devolución del patrimonio africano expoliado?

Pocos días después de la celebración del Día Internacional de los Museos, reflexionamos sobre su situación en el continente africano y las perspectivas, desde luego, no resultan prometedoras a tenor, sobre todo, de que muchos de ellos esperan el retorno de los objetos que el colonialismo les arrebató. Centros perfectamente preparados para su custodia como el Museo Nacional de Kinshasa, de República Democrática de Congo; el Museo de las Civilizaciones Negras de Dakar; o el museo que abrirá en Benin en 2021 siguen esperando una devolución que no llega. Ni siquiera en el caso de este último, cuya recepción de veintiseis bienes saqueados al antiguo Reino de Dahomey fue prometida por Franck Riester, ministro de Cultura francés, durante su visita a Cotonú en diciembre de 2019.

Statues royales, Abomey, Musée du quai Branly. Wikimedia Commons.

Estatuas reales, Abomey. Museo del muelle Branly / Wikimedia Commons.

La motivación de este insuficiente pero significativo gesto tuvo lugar a raíz del Informe Savoy-Sarr, redactado hace ya un año y medio a expensas del Gobierno francés, avalando la devolución permanente de las piezas exportadas sin el consentimiento de los países de origen con anterioridad a las independencias de las colonias en torno a la década de 1960.

Cabe destacar este último aspecto referido a las piezas adquiridas mediante condiciones inequitativas desde el siglo XIX, aprovechándose de la falta de legislación protectora del legado histórico-artístico en el pasado. A día de hoy puede resultar increíble que, con la atención que se ha ido prestando a la salvaguarda del Patrimonio Mundial, nos encontremos con el despropósito del panorama actual, donde nueve de cada diez bienes culturales de África subsahariana se hallan fuera del continente, de acuerdo con los cálculos de la exministra de Cultura y Turismo maliense Aminata Traoré. Pero lo es todavía más si tenemos presente que desde 1970 se vienen estableciendo acuerdos y convenciones internacionales sobre el tráfico ilícito de bienes en los que no se aborda la devolución del patrimonio robado o exportado ilegalmente en el pasado, entre otros motivos, por la prescripción de los plazos generales establecidos para las restituciones. Sin embargo, los reclamos no tienen fecha de vencimiento.

Exposición del Museo Quai Branly de París, con 70.000 bienes culturales de África subsahariana.

Cabría recordar que el informe Savoy-Sarr, encargado por el presidente Emmanuel Macron y sobre el que ya hablamos en su momento en Wiriko, puede ser interpretado desde distintos puntos de vista. Para empezar, en cuanto a su naturaleza jurídica: se trata de un documento meramente orientativo, que no impone normas sino un marco de referencia y un incentivo. En segundo lugar, su ámbito de actuación: es intercontinental, abierto al patrimonio de todo el mundo. Y por último: habría que tener presente su alcance conceptual y trascendencia, en la cual nos vamos a centrar un poco más.

Aunque las demandas desde gran parte de África no se han hecho esperar, a efectos prácticos solo ha regresado a día de hoy un representativo sable ceremonial del siglo XIX que perteneció al líder El Hadj Umar Tall del Imperio de Tukulor. Para mayor inri, ha sido devuelto a Senegal únicamente por un período de cinco años e incluso la prensa ha hablado que quizás no se tratara de la pieza esperada.

Por descontado que los efectos del informe parecen del todo insatisfactorios, pero hay que tener en mente el limitado campo de actuación que existe a día de hoy por la condición de inalienabilidad de los bienes de las colecciones públicas del grueso de países occidentales. En este sentido, el informe francés resultaría demasiado ambicioso y premeditado para ser viable, necesitando como primer paso previo un cambio en la legislación, que sin duda precisaría un auténtico compromiso para ser llevado a término.

Igualmente no podemos olvidar que detrás de su posible aplicación seguramente se encuentre el miedo a motivar la creación de un precedente a nivel mundial, que afectara no solo a la restitución del patrimonio subsahariano expoliado como fruto de los excesos coloniales, sino también a otras colecciones tales como los tesoros de Egipto y la Antigüedad clásica.

Pieza procedente del saqueo del antiguo Reino de Dahomey conservada en el Museo Quai Branly.

Pieza procedente del saqueo del antiguo Reino de Dahomey conservada en el Museo Quai Branly.

No obstante, si bien queda un larguísimo camino por recorrer, el informe redactado por los académicos Bénédicte Savoy y Felwine Sarr tampoco merece ser descartado como fracaso. Cabe subrayar que sí ha tenido cierto impacto a nivel internacional, propiciando debates e iniciativas de apoyo, además de lentos (quizás pequeños) pero significativos cambios: el retorno de algunas piezas a otros países; el inicio de diálogo entre instituciones para posibles devoluciones futuras; la inversión para investigar la procedencia de las piezas susceptibles de haber sido obtenidas mediante saqueo colonial en distintas colecciones occidentales; las donaciones millonarias de particulares para ayudar a la restitución de los bienes africanos; el establecimiento de pautas para la repatriación de objetos; o la necesidad de generar una cultura museística en África para poner en valor el patrimonio.

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Raquel Monteagudo

Con Historia del arte inició su contacto con las artes fuera de Europa, graduándose investigando la orfebrería en oro del grupo étnico de los akan. Ha continuado formándose y dedicándose al mundo de los museos, las artes decorativas y la difusión cultural. Actualmente se encuentra como becaria de gestión cultural de la AECID en el Centro Cultural de España en Bata. Espera poder aprender de África y sus expresiones artísticas durante mucho tiempo.