Gondwana: La orgía del humor contra el despotismo político africano
Resulta que la asquerosa orgía de las risas se mira con recelo en los círculos políticos. Se puede –como en todo– sonreír, pero sin pasarse que es obsceno, oiga. Es evidente que el poder, al no poder anticiparse a la descontrolada y agitada forma de mover el estómago por parte de la población se desestabiliza y muestra su desnudez legislando en su contra. Entonces lo categorizan, lo conceptualizan en los denominados límites del humor. Y qué eufemismo que el humor político tenga restricciones y líneas rojas mientras que algunas legislaciones maltratan los límites, por ejemplo, de los derechos humanos. Y por qué no afirmar que es entonces cuando el virus de la risa se convierte en una verdadera pócima para abrir zanjas en el sistema represivo.
En abril de 2016 en Burundi, el comediante Alfred-Aubin Mugenzi, más conocido por su nombre artístico Kigingi, fue detenido y transportado con los brazos atados a la espalda a un centro de detención en Bujumbura. Había sido irónico en un bosquejo de análisis político sobre la actuación del presidente del país Pierre Nkurunziza para concurrir a un tercer mandato que su Constitución prohibía. Una broma pesada.
En España tenemos lista de la compra para aportar ejemplos: Manel Fontdevila y Guillermo Torres fueron condenados a pagar 3.000 euros de multa cada uno por injurias en la portada de El Jueves del 20 de julio de 2007 a los entonces herederos a la Corona; el guionista Guillermo Zapata tuvo que declarar por una serie de tuits de humor negro que publicó en 2011 y el humorista Facu Díaz fue acusado por un sketch en un programa de televisión que consideraron abusivo. Recientemente se conocía el fallo de la Audiencia Nacional en el que se condenaba a un año de prisión a la joven estudiante de Murcia Cassandra Vera, de 21 años, por publicar 13 tuits sobre el atentado de Carrero Blanco. Y habría más.
Pero una vez más el humor servirá para retratar el statu quo, esta vez desde la mirada de Mamane, un humorista convertido en realizador. En su película Bienvenue au Gondwana (Bienvenidos a Gondwana) el nigerino afincado en Francia presenta una comedia satírica llena de esperanza y llevando un fuerte mensaje a la juventud africana: despertad. En la víspera de las elecciones en un país “ubicado exactamente al norte de algún lugar y al sur de allí”, la comunidad internacional despliega a un equipo de observadores para supervisar la campaña electoral en Gondwana. Entre ellos un joven idealista francés instalado en África, un dictador decidido a mantenerse en el poder, dos geopolíticos, un diputado francés que se dedica a la venta de espárragos en África y una joven revolucionaria.
En este país imaginario es donde Mamane ha optado por instalar su “República muy muy democrática”. Durante años, en sus crónicas divertidas en Radio France International (RFI), Mamane habla de esta nación figurada donde todos los líderes africanos se combinan con unos mismos atributos: la figura de un líder megalómano, un opresor de marionetas y un dictador barroco y caricaturezco. Todo tiene lugar en Gondwana, una especie de caverna de los horrores: los chanchullos del África francesa (La Françafrique), la tiranía de los déspotas sanguinarios, la indiferencia de las democracias occidentales, la presentación de los pueblos de forma estereotipada a través de los medios de comunicación, las revueltas sociales, los abusos de las multinacionales, etc.
Mamane amamanta su ira en su espacio radiofónico tirando del humor con análisis corrosivos de la política africana, aunque a veces, suaves y surrealistas. Está acostumbrado. Quizás es por lo que este enojo no le ha dejado tranquilo y ha decidido hacer una película como ésta. Siguiendo el principio de sus textos de radio, su narrativa juega con la representación del libro El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, y sorpresas para los no iniciados en los terrenos africanistas.
Acompañado del reggae de Tiken Jah Fakoly en algunos fragmentos, el realizador nigerino habla de las múltiples Áfricas con un estilo claro y un humor delirante que trasciende lo cómico: Bienvenue au Gondwana es una carta de amor a un continente, pero al mismo tiempo una observación terrible sobre la situación política en muchos de los países africanos. Y el surrealismo y la parábola finalmente le permiten decir a Mamane cosas serias y tratar de despertar las conciencias en una risa siempre comunicativa que logra subrayar aquello de: ¡Larga vida al humor!
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