El Oxímoron: danza contemporánea africana (I)

El discurso puritanista respecto a las identidades africanas ha tendido a juzgar de no suficientemente auténtico a muchos africanos estupefactos ante acusaciones de “descafeinados”, “occidentalizados” o “pervertidos”. En una realidad en tensión como la que viven los jóvenes artistas africanos de hoy, las creaciones más subversivas y desafiantes se presentan como una contestación firme a aquellos que discriminan la modernidad africana. La creatividad que caracteriza a los artistas africanos contemporáneos redefine y reconstruye un continente en constante movimiento, a regañadientes de los que creen que la tradición es inmovil o la modernidad es un suicidio de la autenticidad africana. El Oxímoron, como dos conceptos opuestos que generan un nuevo sentido, nos sirve para reivindicar esa nueva África de lo tradicional moderno, y va a ser nuestro espacio para una serie sobre el dinamismo cultural que conlleva la danza contemporánea sursahariana.

Béatrice Kombé (2004) Fuente: Antoine Tempé

Béatrice Kombé (2004) Fuente: Antoine Tempé

Empezamos en el África Occidental Francófona, rindiendo homenaje a una de las coreógrafas africanas contemporáneas que más ha contribuido a desmitificar la danza africana. Béatrice Kombé nos dejó en 2007 con tan solo 35 años, pero en su corta carrera llevó los espectáculos más rompedores fuera de las fronteras africanas y contribuyó a echar por tierra algunos de los clichés más arraigados en torno al concepto de la danza en África. Empezó con grupos como la compañía nacional de Costa de Marfil Ballet de Marahouét, pero su principal legado se ha convertido en una auténtica escuela, en la que queremos ahondar en ésta sección.

La compañía Tché Tché (‘águila’ en lengua Beté), fundada en Abiyán, Costa de Marfil, en 1997 junto a Guillaume Lebri Bridji es un referente cuando hablamos de danza contemporánea africana. La agrupación, exclusivamente femenina, intenta romper con los estereotipos de la danza africana. Las chicas que conforman la escuela, exhiben cabezas rapadas y cuerpos atléticos. Nada de melenas o cuerpos suaves, nada de cumplir con los cánones de la belleza occidental o intentar complacer imposiciones estéticas. Las amazonas de Tché Tché quieren representar la identidad de un África joven y perdida, que busca su propia identidad entre lo que debería ser (esa supuesta tradición de la que le cargaron los padres de la emancipación nacional) y lo que es en realidad. Estas mujeres africanas -hijas, esposas y madres- buscan a la vez el reconocimiento occidental y el africano. Quieren mostrarse de acuerdo a los cánones de sus padres, de sus maridos y de sus hijos, pero sin dejar de ser ellas mismas. Su responsabilidad recae en mostrar una imagen real de sí mismas a través del movimiento corporal, con una alquimia que nace del eco de las danzas locales y que se nutre del legado europeo, convertido en tan propio como el pre-colonial.

Las cuatro bailarinas de la compañía Tché Tché: Nadia Beugré, Nina Kipre, Flavienne Lago y la misma Kombé. Fuente: Dance View Times.

Las cuatro bailarinas de la compañía Tché Tché: Nadia Beugré, Nina Kipre, Flavienne Lago y la misma Kombé. Fuente: Dance View Times.

La presión que representa la cuna de la comunidad, que les juzga si innovan, o la mirada occidental, que las clasifica de inmovilistas si se ciñen a lo tradicional, se convierte en la principal fuente de inspiración de la compañía Tché Tché. Esta angustia reconcilia ambos universos, y la energía que emana de su creativa síntesis cultural se erige como la respuesta a una sociedad patriarcal siempre dura con la mujer africana. Por ello, las mujeres aparecen fuertes, pasionales y protagonistas absolutas del “hoy” africano. Se constituyen como el principal foco del mundo urbano y a su vez, como la medula espinal del mundo rural. Con el símbolo del ‘águila’, la compañía Tché Tché representa el poder y el dominio de la mujer africana contemporánea sobre todos los campos. Su principal característica, la representación ambiciosa del africano que no renuncia a seguir con la tradición pero tampoco se resigna a instalarse pasivamente en ella.

Su obra Dimi o La pena de la mujer (1998), es su pieza más famosa. Premiada por la UNESCO en el Festival MASA (Marché des Arts du Spectacle Africain du Côte d’Ivoire) de 1999 y subtitulada Un Himno a la Solidaridad Femenina, se convirtió en pionera en su género y fue incluida en el documental African Dance: Sand, Drum, and Shostakovich, que explora a través de distintas compañías de danza africanas las consecuencias de la colonización y la urbanización, el cambio de roles de la masculinidad y las relaciones familiares en el Festival Internacional de la Nueva Danza de Montreal, Canadá. Con Dimi, Kombé y las demás bailarinas de Tché Tché, pretenden trasladar la angustia de ser mujer africana al espectador. Con la dinámica constante de andar, metáfora del no estar nunca quieto, y el vocabulario gestual que expresa el abrazo de la naturaleza, el grupo afronta las escenas en conjunto. Estas cuatro mujeres escinden el grupo para experimentar en las emociones individuales y dilatan su individualidad hasta las fronteras del otro. Todo aderezado con la delicadeza sonora de una flauta y el ritmo percutido de un teclado, ha sido una de las obras de danza africana contemporánea más internacionales de la última década.

A pesar de haber llevado por los escenarios de África, Europa y Estados Unidos obras como Sans Reperes (1999), Source (2000) o Geeme (2002), la muerte de Kombé ha truncado la actividad de la compañía marfileña. Pero su estilo sigue vivo en festivales, auditorios y teatros de todo el mundo. La escuela continúa reivindicando el fuerte papel de la mujer en las sociedades africanas contemporáneas, ya sea gracias a la actuación de sus compañeras de reparto (especialmente, Nadia Beugré) como la de otras muchas mujeres que encuentran en la danza contemporánea la mejor manera de desenquistar la identidad del África actual.

 

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Investiga y escribe sobre ciudades africanas, derechos humanos y música. Le mueve la creatividad con la que construye futuro la juventud africana en contextos urbanos, especialmente en África del Este. Sus campos de trabajo son el periodismo escrito y radiofónico, la investigación o la gestión cultural. Cofundadora de Wiriko y coordinadora de Seres Urbanos (EL PAÍS), actúa como consultora independiente para entidades del tercer sector y actualmente, es Técnica de Cooperación Internacional en el Ayuntamiento de Girona. Licenciada en Filosofía (UB), posgraduada en Estudios Africanos y Desarrollo (UPF) y máster en Culturas y Desarrollo en África Subsahariana (URV).
2 comentarios
  1. Juan Dice:

    No se ven los ¿videos? Saludos y felicitaciones por el trabajo realizado

    • wiriko Dice:

      ¡Gracias Juan! Prueba borrar el caché del navegador, o prueba abrir con otro (mozilla, google chrome…). Esperamos que puedas verlos, valen mucho la pena! ;)

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