La heroína albina de Okorafor sigue protegiendo el mundo desde Nigeria
Sunny, Chichi, Orlu y Sasha han dado un paso considerable en su formación dentro de la sociedad leopardo y parece que cada uno sigue por caminos particulares. Sin embargo, cuando las cosas se ponen feas el grupo demuestra estar más unido que nunca, ser más fuerte que nunca, y haber conseguido más poderes que nunca. Guerrera Akata es la segunda entrega de las aventuras de este grupo de adolescentes con capacidades mágicas, que desvelan el complicadísimo día a día del mundo invisible, pero que reflejan también algunas de las cuitas de la actualidad nigeriana. En este relato, como ya nos tiene acostumbrados Nnedi Okorafor, las aventuras, los adversarios y las amenazas, tienen a menudo una lectura en clave metafórica. De nuevo, Carla Bataller Estruch ha sido la encargada de la traducción que publica Nocturna Ediciones, de la segunda entrega de la trilogía de Akata.
Después de su gesta en el relato de Bruja Akata, el grupo de los cuatro aventajados aprendices de magos, han regresado a su vida cotidiana, una vida cotidiana que no tiene nada de normal porque su ocupación oculta sigue siendo estudiar los detalles de la sociedad leopardo y perfeccionar sus habilidades mágicas y pasan la mayor parte de su tiempo en un mundo que se esconde por completo a los borregos, aquellos que viven ajenos a esa realidad poblada de mascaradas o insectos fabulosos, de existencias espirituales y de criaturas indescriptibles. Sin embargo, como era de esperar, ese aprendizaje que evoluciona debido a su determinación no será plácido nuevamente. El grupo tendrá que enfrentarse a considerables obstáculos, algunos aparentemente banales del mundo visible; y otros simplemente apocalípticos en el mundo invisible.
En este caso, a los retos que plantean sus adversarios se suman los tropiezos del aprendizaje mágico, las complejas normas de esa sociedad leopardo que se esconde celosamente del mundo borrego y en la que es fundamental la discreción, a pesar de las desbordantes y a menudo catastróficas capacidades. Por eso, sorprende la relación entre Sunny y su mentora Lechezúcar.
«- Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, Sunny. Eres joven. Eres un sujeto independiente que sabe muy poco, pero estás llena de potencial y pasión. No eres la mejor o la más inteligente de entre los compañeros de tu misma edad, pero eres… interesante. Por eso accedí a ser tu mentora. Pero tienes que aprender a controlarte. – Tomó un sorbo de su café -. Y tienes que aprender las consecuencias».
En esta historia, como ya había hecho en Bruja Akata, la narración de Nnedi Okorafor demuestra estar llena de intencionalidad. La autora no espera que los y las lectoras (sobre todo los más jóvenes) pasen por encima de una historia fantástica, sino que intenta que las líneas dejen un arañazo, un recuerdo que le aporte una o varias enseñanzas. Además de transmitir algunos detalles de la vida en Nigeria. Okorafor comienza este volumen con un recordatorio una puesta al día, para evitar que el lector descuide algunos de los detalles del universo creado en la primera entrega.
«A la gente leopardo se la conoce por muchos nombres en todo el mundo. El término «persona leopardo» se acuño en África occidental, derivado del término efik «ekpe», «leopardo». Todas las personas con una habilidad mística auténtica son leopardos».
Okorafor vuelve a apoyarse en las tradiciones de las diferentes culturas que conviven en Nigeria para construir sus universos, tanto el visible como el invisible, y los puebla de yinn, o de la influencia y el poder de Mami Wata o de mascaradas. De todo tipo de criaturas que se van desplegando por lo diferentes mundos por los que se mueven los protagonistas y que albergan diferentes características asombrosas.
«Udide no sólo olía a casas ardiendo; también era del tamaño de una. Era negra, pero a la luz de las canicas resplandecía con un brillo gris, y sus múltiples ojos tenían un fulgor marrón intenso, como joyas del tamaño de camiones. Un pelaje tieso la cubría por completo. Su abdomen era protuberante, ideal para tejer, y acababa en un gran aguijón oscuro. Estaba boca arriba, las puntas con púas de sus fornidas ocho patas apretadas contra el techo de la cueva. Y Sunny la vio a través de sus ojos y los de Anyanwu, por lo que la vio en el plano espiritual y en el físico. Orlu se tapó la boca con la mano. Sasha empezó a hiperventilar. Chichi se quedó quieta, mirándola boquiabierta».
La responsabilidad de los cuatro amigos vuelve a llevarles en esta ocasión a mundo situados en los pliegues de las dimensiones, a espacios desconocidos y hostiles y vuelve, a colocarles en situaciones extremas en las que sus actuaciones volverán a ser determinantes para el futuro del mundo. Es difícil comentar la historia sin desvelar detalles o sin conducir a error, porque Nnedi Okorafor a construido un relato con giros recurrentes y diferentes historias que se cruzan y se superponen, que seguramente son la clave para mantener una intensidad narrativa que hace que la aventura de Sunny, Chichi, Orlu y Sasha fluya con naturalidad y con intensidad.