Zukiswa Wanner: sinceridad sin complejos
Zukiswa Wanner es una prometedora escritora africana. Sí, africana. Quizá lo de prometedora es más discutible, porque no tiene nada de promesa, sino que es una auténtica realidad que se ha hecho acreedora de algunos de los premios más importantes. Sin embargo, su carácter africano se ha puesto en duda y ese es el segundo de los motivos por los que merece la pena prestarle atención. El tercer elemento que lleva a interesarse por Zukiswa Wanner es que se ha convertido en una de las autoras africanas más provocadoras en sus comentarios y con una posición menos políticamente correcta en cuanto a la industria editorial y la hegemonía occidental, por ejemplo.
En relación con el primero de los elementos. Wanner fue una de las seleccionadas para la antología Africa39, la selección de los 39 escritores africanos de menos de 40 años que realizó un equipo liderado por Binyavanga Wainaina para Hay Festival en 2014. Antes, Zukiswa Wanner había estado entre los finalistas del K. Sello Duiker Award en 2007 por su primera novela The Madams y también entre los finalistas del Commonwealth Writers Prize en 2011 por la novela Men of the South.
Después de haber liderado algunas antologías sudafricanas y haber publicado libros infantiles, Wanner ha regresado a la novela con London, Cape Town, Joburg, editada en 2014. En su último trabajo, la escritora hace un particular repaso por la historia reciente de Sudáfrica y, por el momento más crucial de los últimos años, el acceso a la democracia después del apartheid. La particularidad de la novela de Wanner es el enfoque desde el punto de vista de un sudafricano que vuelve a su país en un momento de esperanzas después de haberse criado en Reino Unido. Este encuadre permite a la autora tratar el tema de la identidad, la del protagonista sudafricano en la sociedad británica, pero también la de su mujer blanca en una sociedad sudafricana que aparentemente había superado las barreras raciales. Y a esas profundas cuestiones se añaden otras más cotidianas, como la convivencia, la paternidad o la búsqueda de una vida mejor (se puede leer aquí un extracto inicial del libro).
Curiosamente, y ya atendiendo a ese segundo aspecto atractivo de la autora, Zukiswa Wanner se encontró con dificultades para encontrar apoyos que le ayudasen a sacar adelante su idea, a pesar de la trayectoria que ya se ha mencionado. Primero pretendía que fuese un guión para una película, pero tuvo que desistir. Decidió convertir su idea en una novela, pero tampoco le resultó fácil encontrar un editor. Al parecer, al otro lado de las puertas a las que llamaba le decían que la historia no era suficientemente africana. De nuevo nos encontramos con una cuestión que en esta sección se ha tenido que tratar a menudo debido a los prejuicios que todavía existen en la industria editorial: los temas sobre los que puede y debe escribir un autor africano.
Hemos dejado los apuntes biográficos para este momento. Zukiswa Wanner nació en Zambia, creció en Sudáfrica y después se trasladó a Kenia. Pero es cierto, la escritora no respeta los cánones, no cumple con los prejuicios y en vez de tratar en sus historias la turbulenta relación entre un empleador blanco y sus empleados negros, prefiere romper esquemas y dibujar las también existentes fricciones, entre el negro que da trabajo y los negros que trabajan para él, por ejemplo. Sin duda eso, no seguir las líneas de lo previsible, escribir sobre la realidad como es y no como nosotros nos la imaginamos hace que algunos consideren que sus historias no son africanas.
La última de las cuestiones que llama la atención sobre Wanner es su incómoda honestidad. Sus declaraciones pueden interpretarse como provocativas, cuando no dejan de ser desnuda sinceridad. Por ejemplo, cuando se refiere a estas cuestiones relacionadas con la escritura y pone en duda “las líneas raciales o de género que los escritores no pueden cruzar” y explica que ella, voluntariamente, ha decidido sobrepasarlas.
En la misma línea, hace unas semanas Wanner levantó algunas ampollas con la siguiente declaración en la web This Is Africa: “Estoy más emocionada si mis libros se pueden leer en Congo Brazzaville o Cabo Verde, de lo que estaría si estuviesen disponibles en Bélgica o Portugal”. Evidentemente estas confesiones tenían un contexto. Por un lado, esos comentarios en el que se cuestionaba su “africanidad” y, por otro, la reafirmación de que su público está en el continente. El contexto de las declaraciones decía que si sus libros eran traducidos prefería que llegase al resto del continente africano que a Europa. En todo caso, estaba muy presente el análisis sobre la industria editorial africana y sobre la necesidad de generar espacios, al estilo de premios, que animen la producción y la independencia cultural del continente.
Soy negra y española, dejenme de preguntar de donde soy, me fastidia!!