Supervivencia Garífuna. Resistencia histórica

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Garífunas en el Día del Asentamiento, celebración que reivindica su llegada a las costas de América Central después de que los ingleses, en el siglo XIX los expulsaran de la Isla de San Vicente.


  • ¿Quiénes son los Garífuna?

Aunque la mayor parte de las fuentes de las que se dispone son orales, hay evidencias etnográficas suficientes para decir que los Garífuna, Garínagu o Caribes Negros (como los bautizaron los ingleses) son hijos del mestizaje cultural entre negros cimarrones, africanos fugitivos del régimen esclavista, e indígenas caribeños. Éstos últimos, eran a su vez fruto del encuentro entre amerindios de habla arawak, que se habrían trasladado desde el Amazonas, y los aborígenes antillanos Calínago o ‘comedores de yuca’.

Mapa del éxodo sufrido por el pueblo Garífuna después de su expulsión de la isla de San Vicente

Su génesis se sitúa tradicionalmente alrededor del 1635, cuando barcos negreros, cargados de esclavos, naufragaron en las costas del Caribe, dejando libres a un número indeterminado de africanos. En un contexto colonial donde franceses y británicos se disputaban su trozo del pastel, una sociedad tan heterogénea se fue entremezclando, hibridando, construyendo, hasta llegar a ser lo que es hoy en día. Y aunque su germen se sitúa originariamente en la isla antillana de San Vicente, la Guerra Caribe que les enfrentó a los ingleses (1795-1796) les redujo y provocó su deportación a zonas continentales. Así, ya en el siglo XIX, las comunidades Garífuna se habían establecido a lo largo de la costa centroamericana (sobretodo Belice y Honduras, en menor medida Guatemala y Nicaragua), viviendo de las plantaciones de yuca y plátano, de la pesca y del trabajo asalariado en explotaciones agrícolas o puertos.

De esta manera, hoy representan una de las más ricas hibridaciones culturales de América Latina, siendo una cultura  transfronteriza, sin Estado, que se ha extendido por Méjico, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra, debido a la diáspora asociada a las recientes migraciones.

  • Rasgos culturales de los Garífuna: Resistencia, sincretismo y africanidad

Para entender este mestizaje afro-indígena hay que tener varios aspectos en cuenta. En primer lugar, vamos a ahondar en el factor de resistencia que se les atribuye. Ya los Calínago habían luchado contra la colonización europea desde sus inicios, dando cobijo a población esclava que huía de las plantaciones y a náufragos de los barcos negreros. De la misma manera, los cimarrones negros nunca fueron esclavizados y su resistencia contra los europeos fue feroz y prolongada. No es de extrañar, entonces, que la resistencia a toda forma de dominación forme parte del carácter de los Garífuna como una de sus cualidades más destacables. Asimismo, la resistencia a la asimilación a otras culturas en las que se circunscriben en la actualidad, como las culturas de acogida, es innegable. De igual modo, los Garífuna se oponen al avance del turismo en sus costas, tanto por el saqueo y la degradación del medio que conlleva, como por el peligro de desgaste que entraña para sus valores culturales.

Su implicación política está ligada, en este sentido, tanto a los derechos sobre la tierra como a la conservación de su cultura. Quizás se puedan atribuir sus logros a que su orientación social es todavía comunitaria y no individualista.

En segundo término, hay que hablar de su carácter sincrético. Seguramente lo que aparentemente nos resulta más tangible es el hecho de que todo Garífuna hable su propia lengua (mezcla entre arawak, francés, yoruba, swahili y bantú), además del español. Pero hay una esfera primordial en su cultura, la religiosidad, que merece un trato especial. A pesar de la resistencia a la evangelización y al hecho de que nunca abandonaran sus antiguas creencias, la combinación de distintos credos muestra la plasticidad de una cultura que aglutina rasgos de universos muy dispares. Su religión es un sincretismo entre el cristianismo y lo que se ha llamado ‘la religión de los ancestros’, a medio camino entro lo africano y lo amerindio. Prueba de ello son el Yurumein, una celebración que recoge trazos de religión cristiana, rituales Arawak y que incide especialmente en la descendencia africana del colectivo; o el ritual del Reenactment, una tradición en forma de festividad alrededor de la gastronomía (con el elemento más importante en la cocina Garífuna, el casabe o ‘pan de yuca’, como eje central), la música (con la presencia esencial de la ruguma, su instrumento más famoso) y la danza, dónde se invoca la historia y se legitima su identidad étnica. La herencia y la tradición tienen un peso crucial para el grupo. Por ello los rituales del Chugu y el Dugu se consideran igualmente claves para la veneración y el culto a los ancestros (aharis).

Muestra de uno de los ritos religiosos del pueblo Garífuna

En tercer lugar, hay que subrayar su reivindicación de africanidad como uno de sus rasgos más característicos y sobre el que nos llaman la atención varios aspectos. Por un lado, su sistema filosófico-religioso, el Dugu (llamado Walagallo por los Garífuna nicaragüenses), ha sido sobradamente comparado con el vudú haitiano, también de ascendencia africana. En él, la importancia del sueño como vehículo para la comunicación con los ancestros y como fuente de inspiración, es tan valioso como el trance de posesión en los rituales de sanación. La ritualización de todo su quehacer diario consiste en la restauración del orden y la afirmación de la unidad social. El objetivo es la sanación de enfermedades, entendidas como consecuencias de malas acciones hacia los miembros de la comunidad, que perturban la cohesión social. En el Dugu el máximo responsable y guía es el Buyei o chamán. Éste, adquiere el conocimiento necesario para ejercer su cargo a través de la iniciación por parte de otros chamanes o curanderos, y siempre con el beneplácito de los ancestros.

Por otro lado, su tradición oral, ya sea expresada en forma de cuentos (Uraga) como herramienta moralizadora, o de canciones, es el vehículo para rescatar la historia.

Relativo a sus reivindicaciones africanas hay que hacer referencia a que, víctimas del racismo de criollos y afroeuropeos instigado por los

Un rastafari garífuna celebra la llegada de su pueblo en las costas de Belize, el Día del Asentamiento Garífuna.

ingleses, los Garífuna siguen cada vez más la tendencia rasta, que reivindica la identidad negra y el derecho a la particularidad. Aunque, también nos encontramos otras formas de reivindicación identitaria a través de la religión, como es el caso de la masonería, ligada de igual forma a las sociedades secretas africanas.

  • La música garífuna

Funcionalidad

En el mundo Garífuna, la música ocupa un lugar fundamental. Está presente en toda acción cotidiana. En las labores de la cocina y agrícolas de las mujeres, en el cuidado de los hijos, en la pesca de los hombres o las tareas comunitarias para la construcción de las casas, el aire siempre está preñado de la significación contenida en el ritmo de los tambores. Y es precisamente su significación la que encierra el vestigio de la tradición.

A través de la música, los miembros más jóvenes, desde muy temprana edad, adquieren los valores éticos básicos para vivir en comunidad. Su participación, como la de los otros miembros, será esencial para la transmisión (oral) de la cultura. Pero la música no solo es el vehículo para la enseñanza y el adiestramiento, sino que también tiene un papel primordial como generadora de salud y como lazo con el mundo invisible o universo espiritual. La música, especialmente los tambores, guían al Garífuna en sus tareas diarias y le recuerdan como los espíritus de los antepasados están presentes en todo lo que le rodea.

Particularidades

Ingleses y españoles prohibieron en el siglo XIX el batir de los tambores, pues entendieron que en ellos había una profunda fuerza espiritual que unía al grupo. Sospechaban que el lenguaje del ritmo permitía a sus miembros comunicarse entre sí, reforzando unos vínculos grupales que no propiciaban la aculturación deseada por los colonizadores. Así, durante mucho tiempo, se consideró que la percusión incitaba a las conspiraciones, a rebeliones y revueltas, y fue perseguida en toda América, teniendo que pasar a la clandestinidad. En consecuencia, no tenemos demasiados documentos escritos que nos hablen de su evolución, pero podemos observar cual es su papel a día de hoy.

Como ya he señalado, la inspiración en la música Garífuna proviene del mundo onírico y se concibe como un préstamo de los ancestros. Los instrumentos han ido cambiando a lo largo del tiempo, pero mantienen los soportes originales que se conservaron a través de la historia. Entre ellos encontramos los garawound, cuya morfología se asimila a los tambores laongo del Congo. Estos instrumentos de percusión tienen tres ritmos básicos que representan pasado, presente y futuro, y se bailan en círculo con la finalidad de inducir al trance. Es necesario observar cuán significativo es el círculo en una concepción no-lineal del tiempo, como sucede en la cosmovisión Garífuna.

Un grupo de mujeres garífuna

Indisociable a la música, nos encontramos con otro aspecto muy importante, la danza. Los bailarines a veces bailan adornados con conchas en las piernas, que al chocar, funcionan perfectamente con el ritmo de los tambores, a través de una dinámica que se retroalimenta. Pero es la mujer quien tiene un papel central tanto en la danza como en el canto, sobretodo en el ya mencionado ritual del Chugu, que evidencia el rol femenino como un pilar fundamental para el desarrollo de este pueblo.

Por lo que hace referencia a los distintos estilos musicales, hay dos que podemos considerar los más importantes. El primero es la Parranda, asociado a la cultura española en su origen guatemalteco y hondureño, y que se trata de una forma de canto acompañada de guitarra y percusiones improvisadas. Sus cantores son considerados trovadores, ya que cantan sobre temas cotidianos, pero pueden incluso denunciar situaciones de injusticia.

El segundo, y más conocido, es la Punta, el baile más popular y la expresión de la unión identitaria del colectivo. Originariamente, era una muestra de ferocidad guerrera ante los enemigos, aunque hoy, se trata de una celebración de la vida y de la fertilidad. Nos la encontramos en todo tipo de celebraciones, inclusive en velorios, y también se baila en círculo, mientras todo el mundo, incluso espectadores, participa del acto. El cerco es custodiado por los tambores, y hombres y mujeres realizan un cortejo en lo que se ha declarado como la mejor expresión de la sexualidad de esta cultura. Aunque a veces se exponen asuntos domésticos, se juzgan comportamientos no aprobados por el grupo o se habla de la historia del colectivo.

De este estilo deriva la Punta Rock, fusión entre la Punta y otros estilos en auge durante el sigle XX como el jazz. Se trata de hibridaciones típicas de la ciudad de Livingston, donde otras variantes como la Punta Soul o la Balada Punta han surgido a la vez que el fenómeno de la garifunización ha absorbido músicas exitosas de otras culturas y las ha tamizado con rasgos típicos de la música Garífuna. Es así como la Punta se ha convertido en bandera de la nación Garífuna, con celebridades como el grupo Banda Blanca (que popularizó la canción ‘Sopa de Caracol’), Andy Palacio, Sofía Blanco, Isabel Flores, Pen Cayetano, Mahobub Flores o Titiman Flores.

  • Educación, lengua, salud y territorialidad. Pilares para la supervivencia del pueblo Garífuna  

No hay que olvidar que los Garífuna son una minoría étnica. Su exclusión política, económica y social durante los siglos XIX y XX les ha impedido optar a cargos públicos, postergado a la invisibilidad por parte de los Estados y marginalizado dentro de conceptos de ‘nación homogénea’. Actualmente, las reivindicaciones de negros e indígenas han abierto debates sobre la necesidad del reconocimiento de los derechos civiles y de la reformulación de un concepto de ‘nación pluriétnica’, que no sea uniformizador.

En lo referente a la lengua, una de sus principales preocupaciones, es que los Estados en los que los Garífuna se circunscriben, reconozcan el idioma Garífuna como oficial. A día de hoy, en todos ellos, el español sigue siendo la única lengua reconocida, lo cual ha promovido una política de exclusión lingüística. Lo más grave es que la pérdida de la lengua garífuna (hablada por el 89% de su población) pondría en riesgo a toda su cultura, al tratarse de una tradición basada fundamentalmente en la oralidad. Los sistemas educativos son otro de los hándicaps a los que los Garífuna tienen que enfrentarse. Los modelos que se siguen, no solo no utilizan la lengua garífuna, sino que no imparten conocimientos sobre sus valores y cultura. Asimismo, los sistemas de salud tradicional Garífuna siguen al margen de los Estados. La medicina natural, practicada por los Buyei, las parteras o los curanderos, es considerada por los médicos “modernos” como mera superstición. De esta forma, el sólido conocimiento que los Garífuna poseen de las plantas, y de una ciencia alternativa para la curación, corre el riesgo de perderse ante la falta de legislación que ampare su sabiduría.

Foto tomada el pasado 28 de Agosto en el pueblo de Vallecito (Honduras), durante las protestas de comunidades Garífuna para reivindicar el derecho a las tierras que les han sido usurpadas

Por último, debo hacer referencia a los derechos de la tierra como cimiento básico para la resistencia y supervivencia garífunas. Sus reivindicaciones trascienden los movimientos del campesinado, generalizados en América Latina. Más allá de los cánones basados en la productividad de las tierras, los Garífuna conciben la tierra, y la naturaleza en general, como una parte de su construcción social. Aunque en muchos casos se ha conseguido conservar algunas de sus ‘tierras comunales’, el auge del turismo les ha despojado de algunas emplazamientos con dilatado legado histórico para el grupo. Mientras la población occidental o mestiza tiende a la comercialización y privatización de tierras en manos de extranjeros, los Garífunas siguen reclamando el reconocimiento legal de zonas marítimas, agrícolas y boscosas, de las que dependen esencialmente sus actividades económicas y su subsistencia como grupo.

En materia de lucha social, debemos reiterar que se han logrado muchos avances políticos gracias a la creación de organizaciones como la OFRANEH (Organización fraternal negra de Honduras), la ODECO (Organización de Desarrollo étnico Comunitario), el NGC (National Garifuna Council) o el GBA (Garifuna Business Association). También cabe subrayar el apoyo que han representado entidades como Cultural Survival en la defensa de la cultura Garífuna. Pero de todos sus logros, quizás el más destacable es la declaración de la UNESCO en 2001, donde se proclamaron la lengua, la danza y la música Garífunas como ‘Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad’. A partir de ahí, se activó el ‘Plan de Acción para la Salvaguarda de la Lengua, la Música y la Danza Garífuna’ y se promocionó la enseñanza del garífuna en las escuelas.

A pesar de todo, en 2004, el Banco Mundial y el gobierno hondureño diseñaron e implementaron una Ley de Propiedad (PATH), sin consultar al pueblo indígena ni Garífuna. La normativa, preámbulo del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (TCL), permite la disolución de títulos comunitarios y facilita la entrada de terceros en el territorio, lo cual significa la atomización del territorio, la violación de los derechos ciudadanos del pueblo garífuna y una peligrosa agresión a su integridad y su tradicional vínculo con la tierra. Con estos factores, se amenaza y compromete seriamente la supervivencia de esta cultura, que a pesar de haber mostrado a lo largo del tiempo su condición de resistencia y su capacidad de supervivencia, está en una encrucijada peligrosa que lo enfrenta a la modernidad más feroz.

http://youtu.be/jkR_g59NYg4

Bilbiografía:

Amaya Banegas, J.A. “Reimaginando” la nación en Honduras: de la “Nación homogénea” a la “Nación pluriétnicas”. Los Negros Garífuna de Cristales. Tesis Doctoral. Cuaderno de Trabajo No.11. Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Universidad Complutense de Madrid.

Arrivillaga Cortés, A. La diáspora garífuna entre memorias y fronteras. Boletín de Antropología, vol.24, núm.41 (2012), pp.84-95. Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia

Arrivillaga Cortés, A. La punta: un ritmo para festejar la nación Garífuna. En Espinosa/Recasens. A tres bandas: mestizaje, sincretismo e hibridación en el espacio sonoro iberoamericano. Ediciones Akal (2010)

Gargallo, F. Los Garífuna de Centroamérica: Reubicación, sobrevivencia y nacionalidad de un pueblo afroindoamericano. Política y Cultura, número 014. (2000). Universidad Autónoma Metropolitana –Xochimilco. D.F., México. Pp.89-107.

Izard Martínez, G. Garífuna y semioles negros, culturas transfronterizas. Cuadernos sobre Relaciones Internacionales, Regionalismo y Desarrollo / Vol. 5. No. 10. (Julio-Diciembre 2010).

Izard Martínez, G. Herencia, movilización social e identidad entre los Garífunas de Belice. Revista Mexicana del Caribe, semestral, año/vol. IX, número 017 (2004). Universidad de Quintana Roo. Chetumal, México. Pp.95-128.

Palacio, J. How did the Garifuna become an indigenous people? Reconstructing the cultural personal of an African-native American people in Central America. Revista Pueblos y Fronteras digitales. La Noción de Persona en México y Centroamérica. Núm. 4 (Dic. 2007 –Mayo 2008).

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Investiga y escribe sobre ciudades africanas, derechos humanos y música. Le mueve la creatividad con la que construye futuro la juventud africana en contextos urbanos, especialmente en África del Este. Sus campos de trabajo son el periodismo escrito y radiofónico, la investigación o la gestión cultural. Cofundadora de Wiriko y coordinadora de Seres Urbanos (EL PAÍS), actúa como consultora independiente para entidades del tercer sector y actualmente, es Técnica de Cooperación Internacional en el Ayuntamiento de Girona. Licenciada en Filosofía (UB), posgraduada en Estudios Africanos y Desarrollo (UPF) y máster en Culturas y Desarrollo en África Subsahariana (URV).
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