Lakin Ogunbanwo: “Ahora mismo hay un gran foco en África, pero uno que no siempre es completo”
se define a sí mismo como artista y fotógrafo comercial. Mientras estudiaba Derecho en Reino Unido comenzó a coquetear con la cámara de una manera más intuitiva, aunque esta siempre ha sido el complemento que no le podía faltar. “Desde que recuerdo siempre he tenido una cámara. La primera vez que se me ocurrió que podía usarla para producir un sentimiento específico fue cuando hice retratos de mis hermanas”, recuerda para Wiriko. Al principio este nuevo instinto se reveló en este fotógrafo nigeriano de una manera autodidacta, que después fue domando en sus estudios en el Instituto de Fotografía Spéos, en París. De vuelta a Lagos, su ciudad natal, y con apenas treinta y tres años ya ha sido descrito por CNN como uno de los nuevos fotógrafos más emocionantes de África y ha entrado en la lista de los 25 mejores fotógrafos de la edición ‘Ones to Watch’, del British Journal of Photography.
“Creo que el arte es subjetivo y nunca intento dirigir la reacción de nadie”, señala, Ogunbanwo, para añadir que él se siente satisfecho “siempre que haga sentir algo al observador. Cualquier cosa”. Sus esfuerzos por conseguirlo son evidentes, no tanto por su estilo minimalista y vibrante, con cierta reminiscencia a la fotografía de estudio hecha en el continente en las décadas de los sesenta y setenta. Lo que denota su inquietud por remover a quien mira sus creaciones es que estas se mueven entre lo enigmático y lo sensual. Son una llamada a alterar el orden establecido.
Especialmente en sus composiciones más personales. “Hago lo que hago y elijo mi trabajo porque detrás hay un deseo de documentar la cultura de Lagos. Quiero ampliar el archivo visual contemporáneo africano y retratar las narrativas africanas auténticas. Por eso, documento las complejidades de mi cultura usando retratos y modas veladas como significantes culturales. Al hacerlo hago referencia también a la mirada monolítica hacia África de Occidente”, explica en una entrevista a Wiriko.
Así ocurre en Are we good enough y en e wa wo mi, en las que su elección ha sido “hablar de las capas y complejidades de mi cultura y experiencias como hombre nigeriano, ya sea por medio de la observación (e wa wo mi) o porque lo he vivido (Are we good enough)”. En este último caso se refiere a su experiencia de lo que significa ser un hombre para cada uno de los distintos grupos étnicos que existen en Nigeria, país que alberga cerca de 250 comunidades culturales en la que es la nación más poblada y primera potencia económica del continente.
A partir de retratos de hombres con diferentes sombreros yoruba, ibo, hausa y fulani, las principales etnias nigerianas, Ogunbanwo cuestiona quiénes son los hombres que hay debajo de este accesorio y cómo se ven a sí mismos. Su pregunta nace del valor común que todas estas culturas dan a este objeto estético y a la evolución que en todas ellas se ha producido en cuanto a su utilización entre las generaciones más jóvenes, que crean híbridos contemporáneos entre los patrones occidentales y el sentido estético original.
Se trata de una serie en continua construcción desde 2012, que retoma a medida que avanza en su investigación sobre las composiciones y usos de esta prenda en las distintas comunidades. En ella, este fotógrafo nigeriano oculta a propósito el rostro de los hombres, a quienes retrata de espaldas para poner el foco en la identidad masculina y en cómo cada uno de ellos quiere ser percibido en función de cómo ha reinventado este código visual que a simple vista, sobre todo desde una mirada externa desprovista de significado, sería un simple gorro.
Algo parecido ocurre en E wa wo mi, pero en esta ocasión la combinación de moda y retrato captura a las novias y el entramado que rodea las ceremonias matrimoniales. Esta vez el elemento estético no es un sencillo sombrero, sino un pomposo atuendo recargado con el uso de un velo que, nuevamente, vuelve a ocultar al sujeto que Ogunbanwo fotografía para reorientar la mirada del continente al contenido. “Ahora mismo hay mucho foco en África, pero uno que no siempre es completo. Creo que es genial que artistas africanos estén creando obras a través de diferentes medios y ojalá con ello se desmantele la visión normativa de África como país”, dice al respecto.
Ese es el principal objetivo de su trabajo: retratar a las comunidades igbo, yoruba, hausa y fulani para apuntar hacia la diversidad cultural presente en Nigeria frente a la mirada monolítica de Occidente. También para evidenciar el rasgo común de fusionar la tradición con una contemporaneidad, que siempre parece estar marcada por el ritmo del Norte. De este modo, si bien en las novias igbo destacan sus abalorios de coral o marfil; en las yorubas, el gele, un elaborado pañuelo de corte rígido, marca su estatus social y son símbolo de orgullo cultural; mientras que, en el caso de las novias hausa, su signo más distintivo es la henna que decora sus manos. La injerencia occidental se observa en las telas usadas para el vestido de la novia, que complementan los tejidos tradicionales con otros como el encaje, la seda o el terciopelo.
El contraste define el trabajo de Lakin Ogunbanwo, hasta en su aplicación más comercial. Así, en sus instantáneas para la industria de la moda vuelve a recurrir a composiciones sencillas de colores brillantes, elementos identitarios y paisajes urbanos. “Son sujetos simples, generalmente singulares, retratados con un trasfondo subversivo”, especifica el artista quien adelanta que para futuros proyectos no está en sus planes explorar otras fuentes de inspiración: “Aún existe un fuerte deseo de ampliar el archivo visual contemporáneo africano y retratar narrativas africanas autorepresentadas”.