Nacidas para romper el molde: el fenómeno musical (y no aislado) de Fatoumata Diawara que celebra Barcelona

Ni es la primera, ni será la última. No son pocas las mujeres procedentes del continente africano que, mucho antes de Fatoumata Diawara, ya se han subido a los escenarios para llevar a sus países y al mundo otras concepciones de lo femenino y de África. Pero, desde que en 2011 saliera a la luz su álbum debut Fatou, Diawara es la nueva diva africana de la industria musical global. Un reconocimiento en el que tiene que ver su combinación de guitarra eléctrica con canciones en bambara y, sobre todo, su derroche de innovación y talento.

Su hipnótica y potente voz, consolidada en su último trabajo Fenfo, puede escucharse el próximo 5 de julio en el Festival Grec de Barcelona, que este año pone el foco en el talento africano en una edición titulada ‘L’Àfrica més a prop’ (África más cerca). Una muestra de la creatividad del continente que, asimismo, contará en el plano musical con The Sey Sisters e Imany, de orígenes ghanés y comorense respectivamente.

Frente al manido y vacío término de músicas del mundo, que con tanta soberbia ignora aquellos géneros que no se fraguan en Occidente, la ciudad condal se hace gala de una multiculturalidad ya presente en sus calles para mostrar la variedad de sonidos que emergen desde África a través del blues, el afrobeat, el punk y el rock de Diawara; el soul y el góspel de las hermanas Sey; y el folk y el pop de Imany. Los trabajos de estas artistas no solo son una exhibición del valor de la diversidad, tienen en común un fuerte espíritu crítico que casa a la perfección con una llamada al empoderamiento femenino y africano.

El segundo trabajo de Diawara, Fenfo (2018), es un buen ejemplo de ello. Como la mayoría de sus canciones, su título también está en bambara y es más o menos traducible como ‘Algo para decir’. Se trata de un alegato que la estrella maliense hace a favor de las migraciones, la paz, la igualdad de género y la frustración de la juventud africana, al tiempo que hace ver “la cara amable de África. Somos nosotros los que tenemos que darla a conocer al mundo”, tal y como reclamaba en declaraciones a Wiriko.

De este modo, en su trabajo se conjuga una triple defensa: la de la convivencia, mediante la armonía entre instrumentos como la kora, el kamele ngoli, la guitarra eléctrica y otros sonidos más occidentales; la de su identidad, a través del uso de su idioma de origen; y la de los derechos humanos por encima de las tradiciones sociales, de ahí, por otra parte, que prefiera transmitir sus mensajes en bambara para que lleguen directamente a su comunidad. “Ya no les sorprenden mis letras. Son mis señas de identidad para hacer que las cosas cambien”, explica esta música nacida en Costa de Marfil, pero con sus raíces bien ancladas en Mali.

Como ya hiciera Fatoumata Diawara con la canción ‘Mali-kó’, en la que se congregaron más de cuarenta artistas malienses para cantar contra la ocupación yihadista en el norte del país, la cantante de origen comorense Imany también se vale de la música para hacer sus reclamaciones. Es el caso de temas como ‘Save our soul’, donde no solo hace un llamamiento por el final de los conflictos, sino que además reprocha la visión reduccionista que en muchos casos difunden los medios de comunicación. Perteneciente a su álbum, The Wrong King of War (2016), seguido de The Shape of a Broken Heart (2011), con el que llegó a ser disco de platino en Francia, Grecia y Polonia, su repertorio se caracteriza por una fuerte crítica social.

El recientísimo trabajo de esta exmodelo llamada Nadia Mladjao, cuyo nombre artístico significa ‘fe’ en suajili, lleva por título Woodoo cello (2021) y se trata de un recopilatorio de versiones de artistas como Cat Stevens, Radiohead, Donna Summer o Bob Marley en el que se acompaña de ocho violonchelos para centrar sus reivindicaciones en torno a la importancia del papel de la mujer en la sociedad.

Y en la misma línea empoderadora, The Sey Sisters dedican sus trabajos tanto a la igualdad como a reforzar el sentimiento de comunidad y a frenar la discriminación. Para ello tanto en su debut Let Freedom Ring (2015), cuyo título pertenece a una de las frases del discurso I have a dream de Martin Luther King, como en Rise (2018), las hermanas hacen uso del góspel, un género ligado a los antiguos esclavos afroamericanos en defensa de sus derechos. Ahora en We got your back (2021) cantan a las personas migrantes que se juegan la vida en sus viajes.

Como hijas de inmigrantes procedentes de Ghana, Edna, Yolanda y Kathy reivindican, en un artículo publicado en Wiriko, que “ser un ‘nuevo catalán’ no es lo que somos nosotras ni creemos que son las inmigrantes que vienen a vivir a Cataluña. Nosotras somos catalanas porque es donde hemos nacido (Kathy y Yolanda), donde nos hemos criado y donde nos hemos formado como cantantes y como artistas. Y no hace falta crear un concepto para clasificar a las personas. Las personas que vienen de fuera para buscar una vida mejor, una nueva oportunidad, y se establecen aquí, serán catalanes o españoles, o lo que quieran ser, no es necesario poner el adjetivo ‘nuevo’”.

Edna, Yolanda, Kathy, Imany y Fatoumata desplegarán su poderío sobre los escenarios de Barcelona este mes de julio, pero la estela de voces de mujeres africanas no se detiene ahí, ni mucho menos. En el panorama actual, África cuenta con un surtido panel de músicas que desde lo local han desafiado convencionalismos. Ejemplos como el de Sona Jobarteh o de Les Filles de Illighadad echan por tierra estigmas asociados a las mujeres, existentes incluso en el ámbito de la propia música, que es tan universal.

A través de la kora es cómo lo logra Jobarteh. Esta arpa, compuesta por una veintena de cuerdas, es originaria de África occidental y forma parte de la cultura griot, encargada de las narraciones orales de algunas comunidades. Una labor desarrollada como relato o melodía que se transfiere tradicionalmente de padres a hijos. Pero no en el caso de la familia de esta artista gambiana, que es hereditaria de esta práctica y que la ha apoyado para emprender su propio camino con este instrumento predominantemente masculino. Con ello, desafía lo que se define como griot, al acompañarlo, además, con sonidos como el jazz o el funk.

También Fatou Seidi Ghali, Alamnou Akrouni y Fatimata Ahmadelher, al frente de la banda nigerina Les Filles de Illighadad, rompen moldes en su cultura tuareg. En ella, si bien no es extraño que las mujeres toquen un instrumento de percusión llamado tendé, no ocurre lo mismo con la guitarra, mucho menos si esta es eléctrica. Ghali, su fundadora, lleva desde muy joven adaptando a las cuerdas los ritmos del tendé, que, asimismo, es un estilo musical. Una melodía a la que el conjunto da una nueva vuelta de tuerca al conjugarla con el blues en sus dos álbumes, Les Filles de IIllighadad (2016) y Eghass Malan (2017).

De lo local y su importancia, trascienden al estrellato internacional, entre otras, cantantes como la beninesa Angelique Kidjo, ganadora de tres premios Grammy; la maliense Aya Nakamura, que conquista con su afrobeatz la escena francesa; la tan joven como reconocida caboverdiana Elida Almeida; o la camerunesa Irma, que desde YouTube dio el salto a Universal Records. Y cuando todavía era más difícil, lograron abrirse paso la tanzana Fatuma Binti Baraka (1910-2013), que se atrevió a cantar la música tradicional taarab y unyago sin velo para cuestionar su sociedad; la precursora del soukous M’Pongo Love, que se hizo un hueco en la industria musical congoleña cuando solo podían acceder a ella los hombres; o rebeldes instrumentistas como Stella Chiweshe (Zimbabwe, 1946) o Hasna El Becharia (Argelia, 1950) que aprendieron a escondidas a tocar la mbira dzavadzimu y el guembri respectivamente y triunfaron con ello. Sin olvidar tampoco a la mauritana Malouma (1960), una de las primeras cantantes en defender la fusión entre los sonidos ancestrales y los eléctricos; ni, por supuesto, a la gran Miriam Makeba (1932-2008), que se sirvió de su talento para ser altavoz de los derechos civiles en pleno apartheid sudafricano. Todas ellas son generadoras de debate a través de la música. Todas ellas han conseguido, con su talento y tenacidad, no solo hacerse ver, sobre todo hacerse oír.

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Ruth Fernández Sanabria

Licenciada en Periodismo (UCM) y Máster en Estudios Africanos: Culturas y sociedades africanas (ULL). Fascinada por las realidades que construyen las identidades y convencida del papel de las creaciones artísticas como motor de cambio social. Coordinadora de la sección de Artes Visuales del magacín. (Tenerife) Contacto: ruth@wiriko.org
3 comentarios
  1. javier zarco Dice:

    Querida Ryth, sirva como apunte al despiste: las cantantes Aziza Brhahim y Nakany Kanté, también son africanas residentes en Barcelona, con varios discos editados, reconocidos y aplaudidos internacionalmente, sobre todo en sus países de origen, como son Sahara y Guinea Conakry. También estarán en el escenario del Teatre Grec, con Trio Da Kali, un proyecto ideado por Lucy Durán y cantado por Hawa Kassé Mady Diabaté con un espectáculo único ideado y producido por Slow Walk Music. Con todo el cariño.. .

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  1. […] no son muchos los artistas que hayan seguido sus pasos fuera de Mali”, aclara. La música de Fatoumata Diawara, por ejemplo, que tiene raíces wasulus, no las imprime en su música de forma tan característica. […]

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